Inteligencia Artificial
sariant12 de Marzo de 2013
3.543 Palabras (15 Páginas)307 Visitas
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Uno de los mayores retos del ser humano ha sido siempre poder construir máquinas que puedan emular la inteligencia humana. Ahora la meta va más allá, ¿pueden las máquinas tener conciencia?
INTRODUCCIÓN
La IA es una ciencia multidisciplinar que abarca múltiples campos: matemáticas, lógica, informática, psicología, sociología, filosofía, neurobiología, etc. Podemos definirla como la disciplina que se dedica a procurar que los computadores sean capaces de realizar tareas que, si las hiciesen los seres humanos, diríamos que requieren inteligencia.
Tomando al ser humano como modelo de comportamiento inteligente, el objetivo sería reproducir en la computadora la eficacia de sus reacciones frente a tareas o situaciones complejas. Entre las capacidades humanas que involucran las facultades intelectuales, la de mayor relevancia es la de dialogar en una lengua verbal, que es la utilizada en el test que ideó el matemático Alan Turing para validar una máquina inteligente. Este test compara el comportamiento de una computadora con el de un humano en un “juego de imitación” en que aquella trata de hacerse pasar por un humano contestando a unas preguntas. Si un observador no puede distinguir si las respuestas provienen de un humano o de una máquina, entonces la computadora ha pasado el test. A nuestro juicio, esta clásica prueba de IA ha quedado desfasada porque sólo incide en el aspecto verbal de la inteligencia, y porque para parecer humana, la máquina debe imitar también los errores humanos.
QUÉ ES LA INTELIGENCIA
El funcionamiento de la inteligencia humana es tan sumamente complejo y tan poco entendido que ha de ser descompuesto en subelementos. Pero aunque consiguiéramos reunir todos los subelementos, tampoco sabemos cuáles son las inferencias entre ellos. De hecho, la noción de inteligencia es difícil de precisar. A pesar de que a la mayoría de nosotros nos parece obvio distinguir cuándo un comportamiento es inteligente o no, la intuición que avala este juicio no es suficiente como para ser utilizada como criterio de evaluación de la supuesta inteligencia de un programa de ordenador. Trataremos, por lo tanto, de definir la IA.
Para los griegos, la inteligencia o razón era la parte esencial del ser humano, constitutiva de su alma y por lo tanto debía ser algo eterno y simple. Es simple, porque si fuera compuesta, sería susceptible de descomposición en elementos. Es eterna por ser una cualidad que nos asemeja al Dios creador y arquitecto del universo.
Jorge A. Livraga define la inteligencia como la capacidad de aprendizaje y de aplicación del mismo. Abarca conceptos tales como el discernimiento, la relación y la selección de valores. Proviene del latín intelligere, “recolectar de entre”, siendo la capacidad de separar lo superfluo de la trascendente.
Para John McCarthy la inteligencia es la capacidad de adaptación al cambio de circunstancias mediante el uso de información sobre esos cambios. Para Newell y Simon la inteligencia consiste en la capacidad de manipular símbolos, la aptitud para manejar cosas indirectamente.
Por lo tanto, dentro de las características de la inteligencia podríamos enumerar las siguientes:
– Responde de manera flexible a situaciones diversas.
– Puede extraer el sentido a mensajes contradictorios o ambiguos.
– Reconoce la importancia relativa de los diferentes elementos de una situación.
– Encuentra semejanzas entre situaciones, a pesar de las diferencias que pueda haber entre ellas.
– Extrae diferencias entre situaciones a pesar de las similitudes que pueda haber entre ellas.
En este contexto vemos que hay máquinas o programas de ordenador que sí pueden tener un comportamiento llamado inteligente, pese a que la costumbre nos ha hecho tener asumidas estas tareas como algo “mecánico”. Es el caso de los termostatos, de las calculadoras, del piloto automático de un avión de pasajeros, del “ayudante” de nuestro procesador de textos, etc.
¿PUEDE UNA MÁQUINA SER INTELIGENTE?
La objeción que oponen quienes defienden la inteligencia humana frente a la de las máquinas se basa en que éstas no poseen creatividad ni conciencia. La creatividad podría definirse como la capacidad de combinar los elementos a nuestra disposición para dar una solución eficiente, o bella, o sagaz, a un problema con que nos enfrentamos. Es decir, llamamos creatividad a aquello que en nuestro comportamiento todavía no hemos podido explicar y reproducir mecánicamente. Sin embargo, el funcionamiento de las redes neuronales artificiales también puede ser considerado creativo, por poco predecible.
La conciencia es para el filósofo John Locke la característica distintiva del ser humano, y la define como la “percepción de lo que pasa en la mente del individuo”. La conciencia es uno de los rasgos distintivos de la inteligencia, que se basa en elecciones conscientes. En realidad nadie sabe bien qué es la conciencia, y tampoco podemos distinguir quién o qué es consciente. Es posible que en algún momento haya máquinas que se comporten como si fueran conscientes, pero no podremos averiguarlo. Por lo tanto, esto no representa una dificultad para los investigadores en IA, sino más bien un problema de índole filosófico. Y desde este punto de vista la conciencia es algo que está más allá de la mente: es ese espectador silencioso que trasciende nuestra existencia física y es por lo tanto ajeno a una máquina inerte.
Las posibilidades de la mente humana van mucho más allá de la capacidad de pensar. Entre sus principales características, además del pensamiento, figuran la posibilidad de sentir, la voluntad y la conciencia. Recientemente ha sido reconocido por los científicos, pues antes existía una cierta estigmatización de los sentimientos, que se identificaban como un obstáculo para pensar y un lujo de los humanos sin utilidad aparente. Pero ahora se entiende que un individuo que carece de la capacidad de sentir emociones pierde buena parte de su habilidad para razonar. El concepto de Inteligencia Emocional es algo que ya ha sido tenido en cuenta en el desarrollo de la IA.
Uno de los primeros retos de la IA fue hacer un programa que jugara al ajedrez. Un programa de ajedrez actúa inteligentemente, pero en esencia no puede decirse que razone, ya que lo único que hace es explorar un gran número de posibles jugadas, aplicando una función de evaluación que dice lo buena o mala que es cada una de esas jugadas, teniendo en cuenta para ello el número de piezas de cada jugador en el tablero y el valor ponderado de las mismas. A partir de esta información, en cada turno se elige la mejor de las jugadas obtenidas. Para ello se utilizan métodos de “fuerza bruta”, desarrollo del árbol de posibilidades, análisis “posicional”, búsqueda “mini-máx”, etc. El éxito ha estado determinado por el avance en la tecnología que permite búsquedas más grandes. Pero esto no funciona todavía en el complejo juego del Go: el árbol de posibilidades es extraordinariamente amplio y el análisis posicional es más dificultoso de llevar a cabo.
El interés de los investigadores es construir máquinas que sean agentes inteligentes, que no se limiten tan solo a imitar a los seres humanos. Un agente inteligente actúa en un entorno adaptándose a las circunstancias y las metas, siendo flexible al cambio de ambos y aprendiendo con la experiencia. El modelo de agente inteligente que se toma, superior al ser humano, es una organización humana eficiente.
HISTORIA DE LA IA
Aunque se dice que en Egipto los sacerdotes eran capaces de dar vida a las estatuas, las primeras historias de autómatas inteligentes, dotados de apariencia humana e imitadores humanos están en la mitología griega. Hefestos creó en bronce a Talos, que defendía la isla de Creta de los extranjeros. Fue muerto por los argonautas, que quitaron el clavo del talón que retenía el líquido de su única vena. Por otra parte, Prometeo creó a los hombres a partir del barro y, pese a la oposición de Zeus, les otorgó el fuego del Olimpo, es decir la inteligencia o chispa divina. Hefestos también creó, esta vez a petición de Zeus, a la primera mujer, Pandora, que recibió todos los dones de los dioses del Olimpo en una caja, que al final perdió, como todos sabemos.
Otros ejemplos griegos son los de Pigmalión, que construyó en marfil a Galatea y que recibió vida de Atenea, o Dédalo, que creó estatuas vivientes que le sirvieran como criados.
Ya en la Edad Media, encontramos numerosas leyendas acerca de la creación de seres superiores, que siempre acababan mal porque esta creación constituye un pecado a los ojos de Dios. Los templarios hablaban del Baphomet, a quien se dice que adoraban. El Papa nigromante y matemático Silvestre II construyó una cabeza parlante que poseía el poder de la premonición. Esta cabeza se dice que pasó posteriormente a Roger Bacon y luego a Alberto Magno.
En el Renacimiento podemos mencionar a Paracelso, que construyó un homúnculo afirmando: “seremos dioses; duplicaremos el milagro más grande, la creación del hombre”. Atanasio Kircher también construyó uno que recogía las conversaciones secretas para la Reina Cristina de Suecia. Bartolomé de las Casas y Tomás de Aquino también se interesaron en los homúnculos.
En el siglo XVIII asistimos a la creación de diversos autómatas, capaces de ejecutar piezas de música o de baile, que se pusieron
...