La ciencia y la tecnología como procesos sociales.
bola812Tesis12 de Octubre de 2012
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La ciencia y la tecnología como procesos sociales.
Lo que la educación científica no debería olvidar.
Jorge Núñez Jover
Director de Posgrado de la Universidad de La Habana
Innovación y desarrollo social: un reto para CTS.
Introducción
El tema de las interrelaciones entre ciencia, tecnología y desarrollo social es quizá el más importante y complejo que pueda plantearse ante los estudios CTS desde la perspectiva de los países subdesarrollados.
El nuevo paradigma tecnológico conectado al proceso de globalización que tiene lugar en el mundo plantea retos extraordinarios a los países del Sur. La brecha entre desarrollados y subdesarrollados tiende a profundizarse y deviene irreversible. Sin duda el poderío científico y tecnológico está jugando un activo papel en esos procesos de polarización de la riqueza y el poder.
La relación entre ciencia, tecnología y desarrollo social es un problema al cual el pensamiento latinoamericano ha dedicado no poca atención, sobre todo en las décadas de los años 50, 60 y 70, período en el cual se construyeron auténticos paradigmas de las ciencia sociales latinoamericanas, tales como la concepción estructuralista promovida por la CEPAL o primera teoría global del desarrollo (Sonntag, 1988) y las teorizaciones sobre la dependencia. Sin embargo, la crisis de los paradigmas, el agotamiento de los modelos de desarrollo practicados en la Región y el empuje neoliberal, determinaron que en los 80's se produjera una suerte de "contrarrevolución en la teoría del desarrollo" que significó no sólo la falta de voluntad política real para encauzar programas alternativos a las recetas neoliberales, sino también cierta inacción del pensamiento que debía construir los enfoques que sirvieran de fundamento a verdaderas estrategias de desarrollo.
Al finalizar la década de los 80, CEPAL la denominó como la "década perdida" y relanzó el tema del desarrollo a través de documento Transformación Productiva con Equidad (1990). La recuperación de este tema vino también de la mano del interés prestado por la comunidad internacional al concepto de desarrollo sostenible que ponía en duda la bondad humana de las modalidades de crecimiento económico que han sido dominantes.
En Desafío para el Sur (1991) la comunidad de los países subdesarrollados plasmó sus experiencias y frustraciones en relación con el desarrollo y expresó sus opiniones acerca del papel que la ciencia y la tecnología debían jugar en él.
Antes y ahora la articulación de la agenda del desarrollo social a los problemas de la ciencia y la tecnología es una cuestión esencial: ¿cómo pueden la ciencia y la tecnología favorecer el desarrollo social?, ¿qué modelos de desarrollo pueden propiciar el auge de la ciencia y la tecnología y sobre todo, su orientación hacia objetivos sociales?
La tradición CTS - al menos en el sentido en que nosotros la asumimos - se desenvuelve en permanente diálogo crítico con enfoques cientificistas, tecnocráticos y tecnoeconomicistas. Mostrar las distancias respecto a ellos, polemizar con las racionalidades que ellos construyen y mostrar alternativas diferentes puede tener mucha importancia para orientar de modo distinto las prácticas educativas y las políticas y la participación públicas en el campo científico y tecnológico. Ilustraremos esto considerando el tema de la relación innovación - desarrollo social.
Investigación y desarrollo en América Latina.
Uno de los temas más complejos y relevantes que tiene que asumir hoy el pensamiento CTS en América Latina es el de la interrelación entre innovación y desarrollo social. La globalización en curso y su fuerte asentamiento en el paradigma tecnológico dominante plantea un desafío incomparablemente mayor que cualquier otro a los países latinoamericanos y en general del Sur. América Latina representa aproximadamente el 2,4% de los científicos e ingenieros dedicados a I+D en el planeta y consume aproximadamente el 1,8% del gasto mundial en esas actividades. A inicios de los años 60 la Región dedicaba el 0,2% del PIB a I+D, en los 80 llegó a dedicarle el 0.5% y las cifras más recientes reportan el 0,4%. Existen más de 3,5 millones de profesionales de los cuales cerca de 100 mil se dedican a actividades de I+D y más de 6 millones son estudiantes universitarios; cada año se gradúan alrededor de 500 mil jóvenes de los cuales el 20% proviene de ingenierías, ciencias exactas y naturales. Muchos países tienen establecidos los estudios de posgrado. En las décadas de los años 50, 60 y 70 la institucionalización de la ciencia recibió un significativo impulso a través de la creación de facultades de ciencias e ingenierías, institutos de investigación y consejos nacionales de ciencia y tecnología encargados de las actividades de planificación (Herrera et.al, 1994).
Toda esa infraestructura demostró toda su vulnerabilidad en los años 80 bajo el impacto de la crisis de la deuda y la implantación de modelos neoliberales en la Región. Al término de la década de los 90 se aprecian tendencias preocupantes. Se constata una creciente fuga de cerebros, el desempleo de científicos e ingenieros es habitual; el proceso de privatización de la educación superior y los recortes presupuestarios que se aplican están dañando aún más la capacidad de investigación. Con frecuencia esta se encuentra divorciada del aparato productivo y de otras aplicaciones prácticas, por lo que en términos de su impacto social buena parte de esa investigación es sencillamente trivial. Los pronósticos, además, no son nada alentadores: se aprecia que las capacidades de investigación tienden a disfrazarse y distanciarse de las graves carencias y necesidades sociales (Sagasti y Cook, 1988).
¿Cómo se explica el subdesarrollo científico y tecnológico de América Latina? Una aclaración exhaustiva exigiría un análisis histórico que aquí no es posible. Sin embargo, de modo esquemático pueden identificarse varios elementos.
Lo primero a considerar son los proyectos económicos estratégicos puestos en práctica y sus consecuencias para la actividad científica y tecnológica. De especial importancia son los procesos de inserción primario exportadora en la economía internacional y la industrialización por sustitución de importaciones. Fajnzylber (1983) sistematizó los rasgos más sobresalientes de la industrialización latinoamericana, calificándola de "industrialización trunca", que avanza poco en la producción de bienes de capital, ofrece poco a la agricultura, apenas genera innovación tecnológica, gravita negativamente sobre la balanza comercial y es lidereada por empresas transnacionales cuya perspectiva a largo plazo es ajena a las condiciones locales y cuya innovación se efectúa en los países de origen y es funcional a sus requerimientos; industrialización que transcurre bajo el manto de un "proteccionismo frívolo" distinto al "proteccionismo para el aprendizaje" propio de Japón y otros países.
Según el propio Fanjnzylber cuatro rasgos definen el patrón de industrialización y desarrollo de América Latina.
Participación en el mercado internacional basada casi exclusivamente en la exportación de recursos naturales, la agricultura, la energía y la minería, junto a un déficit comercial sistemático en el sector manufacturero;
estructura industrial concebida e impulsada con vistas a servir fundamentalmente al mercado interno;
aspiración a reproducir el modo de vida de los países industrializados tanto en el grado como en el estilo de consumo y
limitada valoración social de la función empresarial y precario liderazgo del empresariado nacional público y privado en los sectores cuyo dinamismo y contenido definen el perfil industrial de cada uno de los países (bienes de capital, química, industria automotriz, electrónica).
A esto Brunner (1989) ha sumado un quinto elemento: un escaso desarrollo de la base científico tecnológica endógena combinada con una enseñanza superior centrada en carreras "blandas" de heterogénea calidad y orientada hacia funciones de integración cultural de masas. "Efectivamente, dicho patrón de desarrollo carece del dinamismo necesario para 'arrastrar' tras de si la expansión de las capacidades científico - técnicas internas ni supone, o sólo lo hace débilmente, una continua producción, aplicación y adaptación de nuevos conocimientos a los procesos de producción y su difusión a lo largo de las organizaciones, empresas e instituciones" (p.76).
En relación con lo anterior hay que ponderar el peso de las clases y grupos cuyos intereses se vincularon estrechamente con la suerte del desarrollo científico y técnico, en especial el destino de la burguesía industrial, su posición y fuerza relativa en el interior de la estructura de clases de cada país y en el concierto de las relaciones económicas internacionales; ello supone tomar en cuenta la actitud del Estado que, por un lado, ha formalizado políticas científicas y tecnológicas y las ha promovido, pero a la vez no ha podido, en general, concretar un proyecto de ciencia orientado a intereses realmente nacionales. Las clases gobernantes en su calidad de dominantes - dominadas han sido incapaces de impulsar hasta sus últimas consecuencias la ciencia y la tecnología.
La evolución de la tradición cultural que incluye la actitud valorativa de la sociedad respecto a la ciencia. En particular, esto se refiere a la percepción por parte de los sectores más activos - incluidas las propias comunidades científicas - del significado y la importancia social de la ciencia.
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