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La sublimación como herramienta de consumo


Enviado por   •  8 de Enero de 2016  •  Documentos de Investigación  •  1.872 Palabras (8 Páginas)  •  233 Visitas

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Universidad de Concepción
Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Psicología
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ENSAYO

La sublimación como herramienta de consumo

James Lee Acuña Henríquez

Profesor: Pablo Antonio Martínez Fernández

Ciudad Universitaria, 27 de Noviembre de 2015


Índice

Introducción        

Desarrollo        

Conclusión        


Introducción

Cuando pensamos en la forma en la que el consumo se manifiesta en nuestras vidas, nuestras relaciones sociales, nuestra forma de comunicarnos e incluso motivarnos, podemos llegar a creer que las cosas giran en torno a una temática bien particular de nuestro funcionamiento humano: el placer.

Pero quizás la seducción ya no ocurre de manera notoria solo con el placer coital y sus asociados, sino que también puede asociarse a la connotación que la sociedad y la cultura le otorga a otras actividades que pueden desencadenar el mismo efecto organísmico. Esto no parece nuevo, ya el mismo Freud desarrollaba la idea en 1908:

La pulsión sexual […] pone a disposición del trabajo cultural unos volúmenes de fuerza enormemente grandes, y esto sin ninguna duda se debe a la peculiaridad, que ella presenta con particular relieve, de poder desplazar su meta sin sufrir un menoscabo esencial en cuánto intensidad. A esta facultad de permutar la meta sexual originaria por otra, ya no sexual, pero psíquicamente emparentada con ella, se le llama la facultad para la sublimación. (Freud, 1979, p. 168).

Este efecto de sublimación podría tener ciertas implicancias y también ideas que lleven a una relación aparente con nuestra sociedad de consumo, entre las cuales cabe mencionar al menos la cultura, la idea de simulacro, el valor signo y la ficción.

Cabe mencionar que se puede hacer presente las nociones de imagen de mundo como desarrollaba Heidegger (2010), donde tenemos una clara alusión a cómo dicha imagen trasciende a nuestras individualidades junto con todo lo que ello implica en la forma en que nos desenvolvemos en sociedad y en la relación con los demás.

Baudrillard (2009) nos adelanta un poco lo que la sociedad hace de esa imagen, donde alude a que ésta ha caído en manos de la mercancía y haciéndose susceptible de ser vendida, donde más tarde el autor menciona que el Diablo se la puede guardar en el bolsillo como si de un objeto se tratara. Esto llama profundamente la atención por la caracterización infernal que se puede atribuir a la maquinaria que finalmente se lleva nuestra representación: ¿qué sería de nosotros sin una proyección virtual?

Se intentará entonces dar un esbozo de los conceptos mencionados para finalizar con una idea integradora, todo bajo un prisma crítico de los posibles efectos que se manifiesten en nuestra realidad (o la simulación de ella si se prefiere).


Desarrollo

Ocurre un problema para los medios de producción y servicios cuando alcanzan un punto en el que las necesidades básicas han sido satisfechas en gran parte de la población. El dilema es tal que deben adoptar diversos mecanismos para mantener el negocio en funcionamiento. El show debe continuar.

Es así como todo se reduce al consumo, a un continuo generado por intereses de mercado donde el éxito de ventas y las utilidades están en juego. La idea es generar cada vez más y más necesidades -ya que las básicas están aparentemente satisfechas- utilizando mecanismos diversos para lograrlo, pero apuntando a los aspectos quizás más básicos del funcionamiento humano como el placer.

Los psicoanalistas quizás no están contentos de saber que se utilizan sus principios teóricos para aplicarlos a la publicidad y el marketing a fin de potenciar la idea del consumo. El concepto de libido y pulsión se pueden expresar en la búsqueda de placer coital frenético de las personas como recurso básico de la supervivencia y del entretenimiento (Freud, 1979).

Ante ello –y como se desarrolló anteriormente- la sublimación hace su aparición agregando un carácter cultural y de sociedad a la construcción de lo que se entiende por placer en otro tipo de actividades que no necesariamente obedecen al acto sexual como tal, pero con sus mismos efectos aparentes.

Hoy en día podemos argumentar que la sublimación obedece a cierto carácter bastante curioso de la forma en que el consumo se manifiesta, por ejemplo en la noción de simulación que alude Baudrillard (2009) que trataría de una forma de apariencia de realidad que termina con la realidad misma.

El simulacro sería creado para generar signos que nieguen la realidad como tal, para que de esa forma la simulación tome forma dando la sensación de necesidad a los signos. El signo es apropiado y poseído por los sujetos como diferencia codificada, transformándose finalmente en objeto de consumo (Baudrillard, 2009). Un ejemplo de esto puede ser cualquier tipo de marca que se aprecie en la publicidad, que dicho sea de paso, aparece y se manifiesta en todas partes de un espacio urbano.

Se desprende entonces que el simulacro es algo virtual, donde incluso la cultura se convierte en un valor de signo mediado a través de la seducción de las marcas. Si los eslóganes de publicidad fuesen más honestos, quizás serían algo así: Solo compra y la necesidad que creamos en ti te generará el placer de la actividad sexual. Y claro, adornándolo con hombres y mujeres provocativos que imparten un orden cultural de lo bello y lo no bello, ideal para la promoción de otros productos relativos a la belleza, todos ganan.

Aquí se adquiere un nuevo carácter para la dinámica de las relaciones sociales, donde media lo que impone la venta de una imagen, la mentira del sí mismo y la idea de quién se compra, quién está más a la moda. Curioso ejercicio de alienación, pero ese ya no es su yo, sino que ahora es el producto de la sublimación como mecanismo de defensa que busca la negación de la trascendencia impuesta desde la publicidad, bajo la lógica del consumo, con signos nuevos de lo que produce placer (Baudrillard, 2009). Aquí la trascendencia ya no es la actitud proteica, ni la búsqueda de la esencia humana, no, solo queda un nuevo orden de signos que incluso se pueden calcular como matematización de la imagen del (nuevo) mundo.

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