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MENTE DE PRINCIPIANTE


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2014  •  2.181 Palabras (9 Páginas)  •  322 Visitas

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LA MENTE DEL PRINCIPIANTE

A diario construimos una cultura automatizada que repite sin cesar lo conocido. Los pensamientos que conforman nuestra mente son resultado del pasado. Adoramos las toneladas de tinta y papel que yacen en bibliotecas y librerías en las que se ha impreso lo conocido. En lugar de cuestionar lo que leemos, en lugar de dudar lo conocido que llega a nosotros mediante las creencias, lo asimilamos sin mayor trámite. Vivimos la ilusión de lo novedoso, de lo revolucionario, de lo moderno. Sin embargo, habitualmente se trata de continuidades disfrazadas de cambio porque en el fondo deseamos que las cosas sigan igual. A lo sumo hablamos de cambios dirigidos más que nada al exterior, a las acciones. Casi nunca dirigimos la mirada a nuestro interior. Ponemos atención en la forma y no en los contenidos, en lo accesorio y no en lo esencial.

De manera mecánica nos atamos y condicionamos al pasado que es vigente en nosotros a través de los diferentes prejuicios, puntos de vista y opiniones. Convertimos nuestra vida en un rígido molde en el que la posibilidad de transformarse es percibida como una amenaza para nuestras actitudes acomodaticias. En toda esta repetición del pasado nos ufanamos de lo que ya sabemos, de lo que hemos leído y, en general, de lo experimentado.

Deseamos saber si vamos bien o mal por la vida, anhelamos nos digan qué debemos hacer o evitar para ser felices y exitosos. No queremos percatarnos que en todo este tipo de evaluaciones que indican que ya “mejoramos” o bien, que hemos “empeorado”, establecemos juicios de valor que emanan de las entrañas del poder. El control social reglamenta cómo hay que vivir, qué hay que hacer y qué evitar para llevar una vida ejemplar. Como parte de toda esta estrategia de sujeción se alaba y ensalza al experto, al que ya conoce algún campo de la vida y, por lo mismo, detenta alguna forma de poder. Por el contrario, el “inexperto” enfrentará dificultades en esta cultura en la que la mente del principiante, es tenida como una de las mayores desventajas para una sociedad competitiva y mercantilista como la nuestra.

La Claridad del Principiante

Ser principiante significa que por desconocer determinada situación previa se está en desventaja con quien ya la ha experimentado. No reflexionamos que la mente de quien observa por primera vez lo nuevo que hay en cada momento o persona, es una mente atenta, despierta, esmerada y concentrada, dispuesta a explorar lo desconocido que encierra cada instante. En contraste, la mente del que ya sabe, del “experto” o del “sabio” se recarga en la voz de la experiencia a la que le otorgamos poder. Quien dice que ya sabe ha dejado de explorar y, ahora, se encarga de enseñar y dogmatizar.

Quien se ufana de sus conocimientos cierra tras sí la reja que lo aprisionará en lo conocido, en donde abundan las explicaciones y respuestas emanadas de la experiencia. Quien se siente con una mente de experto, más que preguntar afirma y más que dudar cree. Tal actitud aconsejada por el temor y la soberbia, cancela posibilidades de exploración y se aprisiona en el calabozo del dogma. En este encierro busca protegerse de los que pueden hacerle daño con sus dudas. A diferencia de lo anterior, la mente que a pesar de haber vivido muchas más veces que los “expertos” logra permanecer con la calidad del principiante es una mente aguda, penetrante, curiosa, filosa y con la capacidad de regocijarse con lo nuevo. Quien a pesar de la experiencia (la repetición de una conducta previa) puede maravillarse de los descubrimientos cotidianos en sí mismo, en los demás y en lo que lo rodea, es una mente despierta. Se ha sacudido del sopor de lo conocido y de lo establecido, elementos que conforman la mortal rutina que destruye a quien cabecea adormilado en la costumbre. La experiencia es una forma de muerte, del mismo modo que la duda es vida.

La imagen de la experiencia está enraizada en nuestra cultura. Por ejemplo, creemos que una persona “muy experimentada” sexualmente es el amante perfecto. Sin embargo, en la cama podría ser acartonada y seguir una especia de rutina previamente aprendida, su imagen de experto le resta dinamismo y sencillez. El número de amantes o de relaciones sexuales no significan necesariamente intensidad y gozo. Por otro lado, una persona con una “experiencia” similar (parejas o contactos sexuales) podría desempeñarse como principiante, esto es, con curiosidad, ingenio, novedad y excitación fresca. Cada relación sexual es nueva y atractiva; la explora y disfruta intensamente pues es vivida como la primera, no como una más de las tantas ya experimentadas. Tal vez éste sea uno de los secretos de quien vive y comparte fogosamente su vida sexual. Si se permite la expresión, es “un experimentado principiante”.

La Mente Vacía

Sentimos verdadero horror de que nuestra mente se encuentre vacía. Por todos los medios intentamos llenarla de algo que dependiendo de nuestras creencias, gratifique y proporcione placer: libros, datos, cifras, imágenes , televisión, fantasías de poder, de “éxito”, conversaciones “de altura” o superfluas, sonidos, Internet. Tememos el silencio ignorando que es el principio de la creación. De lo que se trata es de ocupar y de llenar la mente, pues debido a la “educación” que impera en nuestro sistema, desde los primeros años del colegio se critica y se advierte de los riesgos de tener una mente vacía. De hecho, la ignorancia es tenida como sinónimo de una mente vacía, pasando por alto que tal vez no hay ignorancia más grande que el desconocimiento de nosotros mismos y que resulta muy difícil conocerse si tenemos una mente repleta de datos, distracciones, información superficial e imágenes.

Imaginamos que la aceptación que anhelamos de los demás dependerá de qué tanto sabemos, de qué tanto podemos impresionar en una fiesta, en el café o en la universidad, citando autores , estadísticas de lo que sea , hablando de nuestros conocimientos o de cualquier cosa. Lo importante es demostrar que nuestra mente no está vacía. Pero ¿De qué está llena nuestra mente? ¿Por qué esa compulsión por atiborrar la mente de cosas como sucede con

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