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Reflexion Individual


Enviado por   •  13 de Julio de 2013  •  1.409 Palabras (6 Páginas)  •  274 Visitas

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Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga

la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No

hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada

menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena

todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,

pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos

que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a

la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,

suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.

Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en

el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,

trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades

del estadio Azteca, resuenan los ecos de los

cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de

pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en

Barcelona, y en euskera conversan las gradHa entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga

la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No

hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada

menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena

todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,

pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos

que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a

la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,

suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.

Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en

el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,

trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades

del estadio Azteca, resuenan los ecos de los

cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de

pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en

Barcelona, y en euskera conversan las gradHa entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga

la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No

hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada

menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena

todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,

pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos

que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a

la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,

suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.

Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en

el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,

trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades

del estadio Azteca, resuenan los ecos de los

cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de

pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en

Barcelona, y en euskera conversan las grad

Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga

la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No

hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada

menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena

todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,

pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos

que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a

la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,

suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.

Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en

el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,

trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades

del estadio Azteca, resuenan los ecos de los

cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de

pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en

Barcelona, y en euskera conversan las grad

Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga

la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No

hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada

menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena

todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,

pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos

que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a

la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,

suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.

Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en

el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,

trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades

del estadio Azteca, resuenan los ecos de los

cánticos

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