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Enviado por   •  7 de Diciembre de 2011  •  5.573 Palabras (23 Páginas)  •  789 Visitas

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LOS EMPRENDEDORES, JUGOSO NEGOCIO DE LA BANCA COMERCIAL

Guillermo Campos Ríos

Germán Sánchez Daza

Universidad Autónoma de Puebla, México

LOS EMPRENDEDORES Y EL AUTO EMPLEO.

En este momento de crisis estructural uno de los indicadores que más han caído es el empleo, especialmente si hablamos de empleo formal o de empleo decente. En los países subdesarrollados la salida al desempleo ha sido la integración a la economía informal, que en muchos casos asume la forma de autoempleo.

Con la reducción de los puestos de trabajo, las dificultades de colocarse en el mercado de trabajo formal crecen de manera impresionante, la competencia es brutal, al punto que se sacrifican las expectativas por un mejor salario a cambio de un ingreso seguro en una plaza que tenga al menos las prestaciones laborales básicas. En esos casos, las estrategias de búsqueda se amplían y la formación escolar deja de ser el mejor criterio de selección.

El mercado de trabajo en México ha venido mostrando fuertes dificultades de crecimiento desde el año 2004 y con la actual crisis se están manifestando más bien pérdidas en plazas de trabajo o bien crecimientos orientados solo hacia el sector servicios y especialmente en la economía informal.

De 2004 hacia la actualidad, el tamaño del mercado oscila alrededor de 43 millones de puestos y se ha mantenido constante a pesar de que el ritmo de crecimiento de la población económicamente activa presiona hacia la creación de al menos un millón de empleos por año. En el Gráfico No. 1 se muestra la evolución del mercado de trabajo en México.

El mercado no crece salvo en el sector terciario, en el que a su vez, su evolución se explica básicamente por la dinámica del comercio. Algunos estudiosos del tema estiman conservadoramente que el 30% del mercado de trabajo en México se ubica en la informalidad (Llamas; 2007). Este bloqueo del mercado de trabajo es el que obliga a modificar y diversificar estrategias de obtención de empleo.

Una estrategia de empleo se puede identificar como el conjunto de planes diseñados por parte del buscador para integrarse al mercado de trabajo; con la peculiaridad de que estos planes se soportan en un conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes con los que cuenta el demandante de una plaza. La estrategia indica cual “herramental” de dicho arsenal deberá utilizarse y en que momento.

Evidentemente las estrategias de empleo se van consolidando de manera histórica, transformándose en función de los cambios que va mostrando el mercado laboral. Hacia el término de la segunda guerra mundial los mercados de trabajo tenían como estrategia básica el desarrollo de aptitudes; de un dominio de conocimiento formal y/o informal, de capacitaciones. Estos eran los atributos fundamentales para obtener empleo o mantenerlo. Los mercados se regían por los conocimientos que poseía el aspirante, este era el elemento indicador de su productividad.

Hacia la década de los ochenta del siglo XX los mercados comenzaron a mostrar cambios y las estrategias se volvieron más complejas, en ese momento ya no era suficiente el paquete de aptitudes mostrado por los buscadores de empleo; ahora se deberían incluir para la inserción al empleo una buena dosis de elementos actitudinales. Por ello se llegó a acuñar un nuevo término que era la “empleabilidad” y que resumía la necesidad de que los aspirantes a ser empleados mostraran, además de saberes: actitudes propicias para elevar la productividad, no solo la de él en lo individual sino del colectivo en que podría estar trabajando (Campos, 2002).

Hacia finales de la década de los noventa ya se planteaba de la existencia de una “era del talento”, entendiendo que el talento incluye el dominio de las potencialidades de internet; pero lo central era que se entendía que se enfrentaba un tránsito de una condición de éxito de los talentos individuales hacia etapas donde el éxito correspondía al talento organizacional (Jericó, 2001)

Para inicios de este siglo XXI, la restricción en los mercados de trabajo se incrementó, especialmente por la saturación del segmento profesional, pero en general hubo disminuciones relativas en los tamaños de los mercados; es decir, no se lograban crear el número de plazas de trabajo respecto a las requeridas de acuerdo a la presión poblacional. Las tasas de desempleo y subempleo se volvieron escandalosas en el caso del segmento de profesionistas. En el caso de México, la matricula de estudiantes de licenciatura creció diez veces, al pasar de aproximadamente 200 mil alumnos en 1970 a poco más de 2 millones en el 2006, con una evolución impresionante según se muestra en el Grafico No. 2

En ese proceso de saturación del mercado de las profesiones se inició la difusión de una nueva estrategia, en principio con los egresados de esas profesiones pero después se hizo extensiva hacia todos los segmentos del mercado: la “emprendeduría” o el interés por volverse empresario, que es una forma metamorfoseada del autoempleo. Por diversas vías fue imponiéndose el discurso de que las escuelas ya no debían educar para ser empleado; ahora debían educar para ser empresario, para ello era necesario fomentar las virtudes del emprendedor.

No se debe perder de vista que la imposibilidad de generar empleos es el resultado de una política económica inadecuada y de la carencia de una política específica de empleo. Las limitaciones en el crecimiento del mercado son una responsabilidad del gobierno; sin embargo, en este momento, la cuenta se está pasando a los individuos. Son éstos los que deben resolver con sus propios recursos su adaptación a las reducciones del mercado.

La verdad es que las políticas de gobierno han fallado en México en varios frentes no solo en lo laboral otro muy notorio es el educativo, de modo que la modificación de los objetivos de formación escolar hacia la “emprendeduria” fueron mas bien de tipo formal, poco cambiaron los contenidos de las carreras. A pesar del éxito en el discurso de los emprendedores, pocos cambios de fondo se hicieron en la escuela: se diseñaron modelos basados en competencias laborales que solo mostraban cambios de títulos pero los contenidos continuaron siendo casi los mismos. Los cambios eran más de tipo administrativo en el sentido de crear nuevos departamentos: de vinculación, talleres de elaboración de proyectos y las incubadoras de empresas, pero en general fueron creaciones administrativas desvinculadas del resto del curriculum.

En la última década, se ha hecho un direccionamiento de la estrategia

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