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El motor de nuestra historia

Vivimos en un mundo donde se nos hace difícil encontrar el verdadero origen de nuestra historia debido a que constantemente nos preguntamos quienes somos, de dónde venimos o por qué actuamos de cierta manera. Para esto ¿se podría encontrar una respuesta dentro de nuestra identidad? ¿Somos nosotros mismos el motor de nuestra historia o gran parte de esta es resultado de donde nos encontramos inmersos? ¿Cómo las teorías de la organización de la sociedad influyen en nuestra identidad?

Desde el momento en que nacemos comenzamos a interactuar con el medio y, por ende, a conformarnos nosotros mismos como personas. A este proceso le denominamos Socialización, un proceso por el cual aprendemos valores, diferentes actitudes y comportamientos relacionados con nuestra propia cultura (Schaefer, 2012). “La identidad del Yo es un proyecto distintivamente moderno, un intento del individuo por construir reflexivamente una narrativa personal que le permita comprenderse a sí mismo y tener control sobre su vida y futuro en condiciones de incertidumbre” (Giddens, 2002 en vera y valenzuela, 2012).

De acuerdo a las diferentes formas por las cuales se comienza a interactuar con el mundo, las personas se ven enfrentadas a ir formando su identidad. La Identidad según Giddens se forma en el curso de la socialización donde cada individuo va desarrollando un sentido, por medio de la capacidad de reflexión y acción de forma independiente (Giddens, 2000).

George Mead es uno de los precursores más destacados que estudió la formación de la identidad de un individuo. Dentro del estudio de la identidad destacó la influencia del lenguaje y símbolos para la vida social humana, centrándose en mayor medida en los procesos sociales más pequeños que en la sociedad en general.

De esta forma su perspectiva se solidifico como interaccionismo simbólico (Giddens, 2000). El interaccionismo entiende los fenómenos de acción social como todo comportamiento individual o grupal que tiene un sentido subjetivo reconocido por los actores y, la comprensión el mejor modo de acercarse a este (Villanueva, 2013, p.78).

Por otro lado, un autor de la misma corriente interaccionista, Charles Cooley se centra en el desarrollo del Self, llamado para el “yo espejo”. De manera que analiza el proceso de madurez de la identidad propia también por tres etapas diferentes de como los demás nos imaginan, evalúan y otorgan un valor a nuestra forma de comportarnos. A como nos presentamos frente a los demás.

Podríamos decir que el objeto de estudio para Cooley “es primariamente una idea imaginativa o un grupo de ideas alojadas en la mente que nosotros usamos para crear nuestra imaginación” (Aladro, 2005).

El interaccionismo simbólico no fue la única corriente que se interesó en explicar la formación de la identidad en una sociedad específica. Antes de comprender el significado del interaccionismo debemos entender los principales paradigmas que explican la identidad en conjunto con la organización de la sociedad a partir de una mirada macrosocial.

Desde la salida de la Segunda Guerra Mundial hasta casi finales de los años sesenta, las escuelas funcionalistas mantuvieron una innegable hegemonía sobre el panorama sociológica internacional, hasta tal punto que para muchos el funcionalismo llegó a ser la sociología (Alonso, 2018).

La perspectiva funcionalista piensa en la sociedad como un organismo vivo en el cual cada una de sus partes contribuye a su supervivencia, destaca como se estructuran las partes de una sociedad para mantener su estabilidad (Schaefer, 2012). La sociología funcionalista se interesa más por las interrelaciones que por el sentido de la relación (Manzano, 1996).

Esta perspectiva ha generado gran influencia y dominio desde aquellos años en cada organización social, sin embargo, la turbulenta década de los sesenta, con sus protestas, nuevos movimientos sociales y culturales, y, en suma, con sus conflictos nacionales e internacionales, políticos y cotidianos, hizo que el tambalear del Estado que tanto primaba los intereses comunes de los miembros de cualquier sociedad, los mecanismos que aseguraban la estabilidad, propagando con ello la imagen del funcionalismo en la sociedad como un sistema armónico integrado se estaba derrumbando.

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