Adaptacion de Macario
ChuripiTrabajo13 de Noviembre de 2017
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ADAPTACION DE MACARIO
ESCENA I
(Macario llega a su hogar, al anochecer, tira la carga, con un suspiro revelador de su agotamiento. Tambaleándose, tropezando, llegaba hasta el interior de la choza)
Macario: ¡Ay, mujer, qué cansado estoy y cuánta hambre tengo! ¿Qué hay de comer?
Esposa: Frijoles negros, chile verde, tortillas, sal y té limón.
(La esposa va a la cocina, regresa con la comida, servida en jarros y cazuelas de barro, pero él ya se ha quedado profundamente dormido)
Esposa: (despertándolo) Macario, la comida está servida.
(Se dispone a comer cuando se da cuenta de que todos sus hijos lo vigilan con la esperanza de que no coma mucho y deje algo para que ellos puedan comer. Macario les da su comida y solo bebe el té limón. )
Macario: ( murmurando para sí) ¡Oh, Señor, si por lo menos una vez en mi pobre vida pudiera comerme entero un guajolote asado!, moriría feliz y descansaría en paz hasta el día de mi muerte.
(la esposa escucha atenta lo que murmura Macario y lo abraza consolándolo)
ESCENA II
(La esposa de Macario, sigilosamente se cerciora que ninguno de sus hijos la vea, va hasta la cocina, saca dinero de un bote, lo cuenta y sale al mercado, cuando llega busca los comerciantes le ofrecen sus productos, ella va hasta el puesto donde hay guajolotes, compra el más grande que encuentra y rápidamente sale hacia su casa, sin que sus hijos se den cuenta, lo mata y lo esconde para posteriormente cocinarlo.)
ESCENA III
(Es de noche, llega Macario a casa, están sus hijos como siempre esperándolo.)
Macario: (entrando) Hola hijos
Hijos: Hola papá
(Su esposa se dispone a ir a la cocina para servirle como siempre la cena pero él le hace un gesto)
Macario: Hoy no voy a cenar, estoy muy cansado, buenas noches hijos
Hijos: (tristes) buenas noches papá
(Todos se van a dormir, la esposa se levanta sigilosamente y comienza saca el pavo para cocinarlo, cuando termina ya esta por amanecer, así que rápidamente va a levantar a Macario)
Esposa: (con el pavo en las manos) Hoy es tu santo, esposo querido. Felicidades. Toma, aquí tienes el pavo asado que durante tantos años has deseado y por el que tanto has rogado. Llévatelo a lo más profundo del bosque para que nadie te moleste y puedas comértelo solo. Ahora, date prisa antes de que los niños lo vayan a oler y se enteren de que lo tienes, porque entonces no podrías dejar de compartirlo con ellos. Anda, corre.
ESCENA IV
(Macario salió de la casa sin decir nada, solo hizo caso de lo que su mujer le dijo, así que se fue lo más rápido que pudo al bosque, trató de hallar el lugar más cómodo y alejado de la gente para poder comerse a gusto el pavo que lleva entre sus manos.)
Macario: (Asegurando la pechuga del pavo con la mano izquierda, tomó con la derecha una de las gruesas piernas del animal para separarla y empezar a comer. De pronto sintió la presencia de alguien a su lado. Era un charro negro acompañado de 3 jinetes. Macario los miró a la cara y éstos le sonrieron maliciosamente)
Charro Negro: ¿Qué dices, amigo, de darle un buen bocado de tu pavo a este jinete cansado? (preguntó con voz metálica ). Mira, he cabalgado toda la noche y me estoy muriendo de hambre. ¿Qué tal si me convidas a un pedazo de tu almuerzo?
Macario: En primer lugar, éste no es mi almuerzo (corrigió Macario, agarrando el pavo como si temiera que se echara a volar). Y en segundo lugar, a esta comida yo no invito a nadie, sin distinción de personas. ¿Me entiende?
Charro Negro: Te doy mis hermosas espuelas de pura plata a cambio solamente de esa pierna que ibas a arrancar
Macario: Las espuelas no me sirven para nada, aunque sean de hierro, acero, plata u oro incrustado de diamantes, porque no tengo caballo que montar.
Jinete 1: Entonces arrancaré un botón de oro de mi pantalón y te lo daré a cambio de la pechuga de tu pavo. ¿Qué dices?
Macario: No me servirá de nada. Si alguien me ve con ese botón de oro pensarán que me lo robé, me meterán en la cárcel y me torturarán hasta que les diga dónde lo robé, y después me cortarán una mano por ladrón. (Macario, despreciando la insistencia del charro, trata de cortar la pierna del pavo para empezar a comer, cuando el jinete 2 interrumpe)
Jinete 2: Mira, amigo, estos bosques me pertenecen, éstos y todos los de la comarca. Pues bien, estoy dispuesto a dártelos a cambio de un alón del pavo y de un puñado del relleno. Todos mis bosques solamente por eso.
Macario: Miente usted, forastero. Estos bosques no pertenecen a nadie, pues de otro modo yo no podría cortar leña. Y si fueran de usted y me los regalara o me los diera a cambio de una parte de mi pavo, ello no remediaría mi situación, porque tendría que seguir trabajando como lo he hecho toda la vida
Jinete 3: ( a Macario) Escúchame, buen amigo…
Macario: Oiga, (al jinete , seguro de sí) ni usted es amigo mío ni yo lo soy de usted ni lo seré mientras viva. Entiéndalo bien. Y ahora váyanse al infierno y déjenme gozar en paz de esta comida.
(El charro y los jinetes hicieron una mueca horripilante a Macario , juró soezmente y se fueron. Macario lo siguió con la vista hasta que desaparecieron. Volvió a agarrar la pechuga del pavo con la mano izquierda, tomando con la derecha una de las piernas. Nuevamente volvió a darse cuenta de la presencia de unos pies frente a él, eran 2 peregrinos)
ESCENA V
Peregrino: Por favor ,danos un poco de comida. Tenemos hambre, mucha hambre, porque según puedes ver, venimos desde muy lejos.
Peregrina: Danos, por favor, la pierna que tienes en la mano y te bendeciremos por ello.
Peregrino: Con eso podremos satisfacer el hambre y recuperar las fuerzas, porque todavía tenemos que andar mucho para llegar a la casa de mi padre.
Macario: Caminantes, son ustedes muy agradables, los mas bondadosos que he conocido, sin embargo, no puedo perder ni siquiera el más pequeño pedacito de este pavo, yo le ruego que comprenda, me fue dada con la intención de que la comiera entera y yo solo. Toda mi vida he rogado por un pavo, y compartirlo ahora, después de haber esperado toda la vida para obtenerlo, sería destruir la felicidad de mi buena y fiel esposa, que se ha sacrificado hasta lo increíble para hacerme este gran regalo. Así, pues, Señor mío, le ruego que me perdone. (El peregrino miró a Macario)
Peregrinos: Te comprendemos y te bendecimos. Puedes comer tu pavo en paz. Pasaremos por tu pueblo, nos asomaremos a tu choza y bendeciremos a tu buena mujer y a tus hijos. (salen)
ESCENA VI
(Macario volvió a agarrar la pierna del pavo para tirar de ella e iniciar su comida, cuando una vez más vio un par de pies frente a sí. Calzaban sandalias antiguas
Muerte: (con una voz grave, pesada) ¡Ay, compadre, tengo hambre, mucha, muchísima hambre!.
Macario: (amable)No hay para qué hablar de ello, compadre, ya lo veo ( Macario no muestra temor por la horrible apariencia del recién llegado).
Muerte: Ya que puedes verlo, no dudarás de que necesito algo en el estómago. ¿No quieres darme esa pierna del pavo que te disponías a cortar?
Macario: ¿¡Claro que si! (para sí, al público) ¿Qué puede hacer un mortal contra el destino? Nada. Tenía que pasar finalmente. Ya lo presentía. Nunca tendré un pavo entero para mí solo. Nunca, nunca. Ni modo (corta el pavo a la mitad , dirigiéndose a la muerte) , ¿cuál mitad quiere? Usted elija. compadre, tenga (le ofrece la parte que eligió) llénese la barriga, yo bien sé lo que es tener hambre. Nunca he tenido otra cosa en mi vida. Siéntese, siéntese frente a mí. Medio pavo es suyo, disfrútelo.
Muerte: (elige una parte y empieza a comer)¡Ay, compadre, qué delicia! (mientras come). Antes que yo llegara tuviste otros dos visitantes, ¿verdad?
Macario: (extrañado)¿Cómo lo sabe usted, compadre?
Muerte: Yo tengo que saber todo lo que ocurre en el mundo. ¿Reconociste a esos dos visitantes?
Macario: Por supuesto, o ¿cree usted acaso que soy un hereje?
Muerte: El primero era ese que tantas dificultades nos causa, el Demonio.
Macario: Lo sé, trató de engañarme, presentándose vestido como un charro, pero cometió algunos errores en su disfraz, como pasa a todos los que no son auténticos, por eso no me fue difícil descubrir que era un falso charro, un impostor.
Muerte: ¿Por qué, entonces, sabiendo quién era no le diste un pedacito de tu pavo?
Macario: ¿Por qué había yo de darle parte de mi pavo? Claramente se veía que era rico, si él hubiera querido, habría podido comprar no un pavo, sino media docena de pavos asados y dos puercos al horno en la primera posada del camino. Por eso no le hacían falta ni una pierna ni un solo alón de mi pavo.
Muerte: los segundos visitantes eran… bien, tú sabes a quién me refiero. ¿Los reconociste, verdad?
Macario: ¡Claro!
...