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APORTACION INICIAL AL CASO

rubenzenteno4 de Febrero de 2015

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BIBLIOGRAFÍA

Samuelson, P., & Nordhaus, W. (2010). Economía con aplicaciones a Latinoamérica. México, DF: McGraw Hill 19ed.

Morales, Y. (2009). Disciplina fiscal recomienda el FMI para salir de la crisis. El Economista. Recuperado el 22 de diciembre de 2009, de http://www.eleconomista.com.mx/economia-global/2009/12/22/disciplina-fiscal-recomienda-fmi-salir-crisis#

González, J. (2015). Crisis Económica Expansión. Recuperado el 18 de Enero de 2015, de http://www.expansion.com/diccionario-economico/crisis-economica.html

Título

CÓMO AFRONTAR UNA CRISIS FISCAL

Introducción

La economía es una ciencia de una gran complejidad. Tiene un marco teórico muy técnico y especializado y, paralelamente, tiene una aplicación real en la vida cotidiana. Esta circunstancia y el hecho de que la economía tenga múltiples factores, hace que sea especialmente complejo entender los entresijos de cualquier aspecto de la actividad económica.

Periódicamente se habla de la crisis porque hay una realidad cíclica en la economía, ya que está sujeta a alteraciones de todo tipo. Se habla propiamente de crisis cuando durante una serie de meses continuados se mantiene una situación de recesión económica.

Para el caso de una crisis fiscal, debemos empezar por entender que es un déficit, se dice que existe un déficit cuando una cantidad es menor a otra con la cual se compara. Por lo tanto, se tiene un déficit cuando la cantidad de dinero usada en todos los gastos en el gobierno de un país (egresos) es mayor a la del dinero que recibe (ingresos); es decir, gasta más de lo que tiene y por lo tanto se presenta un déficit.

La crisis fiscal se ha convertido en uno de los mayores problemas de la economía para cualquier país y a su vez es uno de los grandes retos para la política económica. Si bien esta problemática ha dado suceso a varias discusiones e investigaciones, así como medidas e intentos para enfrentarla, aun no se cuenta con una explicación adecuada de sus orígenes y dinámica, que nos permita entenderla y enfrentarla seriamente, ya que ésta agudiza los desequilibrios económicos y sociales, volviéndose más compleja debido a la dinámica global de la crisis estructural del modelo capitalista.

Es indispensable identificar y analizar las raíces estructurales del desequilibrio presupuestario, la dinámica de la crisis y los actores que la aceleran y propagan, lo cual es indudablemente una tarea muy compleja, que involucra el análisis de la formación económica en su conjunto de su desarrollo histórico de cada país.

La fragilidad financiera de cada país está determinada por las cambiantes condiciones macroeconómicas del país en el contexto de una economía globalizada. Al igual que cualquier cambio en la política monetaria, impacta las finanzas públicas, dada la mayor colocación de deuda interna por parte del gobierno, principal atractivo para la inversión especulativa que permite atraer ahorro del exterior para cubrir los déficit estructurales de la balanza en cuenta corriente y mantener la estabilidad cambiaria.

Los Estados pueden mantener por algún tiempo situaciones de déficit fiscal (algunos economistas argumentan que los déficit fiscales y la deuda pública son buenas herramientas públicas para el crecimiento1), pero no pueden mantener estas situaciones de desequilibrio por todo el tiempo, y menos cuando están acompañadas de otros factores adversos: recesión, baja recaudación fiscal, abultada deuda pública, desempleo, demandas sociales en aumento, altas tasas de crecimiento de la población, inflación, etc.; puesto que caen en riesgo de convertirse en situaciones de crisis fiscales.

Las crisis fiscales afectan a la capacidad de respuesta del Estado ante los problemas que le plantea la sociedad y aumenta la sensación de estar ante un “Estado fallido”. Además, como veremos más adelante, las crisis fiscales pueden afectar a las instituciones del Estado o aquellas que existen en el mercado, con sus consecuencias negativas sobre el crecimiento económico y agravamiento de la pobreza.

DESARROLLO

En la teoría económica, este término es muy usado para asuntos fiscales y de presupuesto y para asuntos comerciales. En este caso vamos a hacer referencia a la cuestión fiscal.

Fiscal viene de la palabra fisco, que significa tesoro del Estado. Al unir la palabra déficit con la palabra fiscal, tenemos entonces el déficit fiscal; es decir, se habla de dineros públicos.

Se presenta un déficit fiscal cuando el Estado gasta más dinero del que recibe. El dinero que recibe el Estado lo obtiene, por ejemplo, de los impuestos que cobra a los ciudadanos, de las ganancias que recibe por vender petróleo y otros recursos naturales, de préstamos que pide en el exterior o en el país, etc. Sin embargo, el Estado también tiene una gran cantidad de gastos: funcionamiento (los sueldos que le paga a sus funcionarios), inversión social e infraestructura, pagos de la deuda, seguridad nacional etc.

Macroeconomía es el estudio del comportamiento de la economía como un todo, examina las fuerzas que afectan simultáneamente a muchas empresas, consumidores y trabadores. Se diferencia de la Microeconomía, la cual estudia precios, cantidades y mercados individuales. Dos puntos importantes en el estudio de la macroeconomía son: las fluctuaciones de la producción, empleo y precios en el corto plazo, a lo que llamamos el ciclo económico y las tendencias, en el largo plazo, de la producción y de los niveles de vida, conocida como crecimiento económico. Los años treinta marcaron el nacimiento de la ciencia macroeconómica, fundada por Keynes al tratar de entender el mecanismo que tradujo la Gran Depresión.

Uno de los más importantes economistas de la historia, John Maynard Keynes, expuso en su teoría que los déficit fiscales eran una herramienta para reactivar una economía cuando ésta se encontraba en recesión; sin embargo, esta teoría tiene también muchas críticas, pues algunos teóricos sugieren, por el contrario, que los déficit fiscales elevan el costo de vida de los ciudadanos, el cual se mide por medio de la inflación.

El crecimiento económico de Colombia se deterioró seriamente a finales de los años 90. Los hallazgos de petróleo al principio de esa década, una masiva entrada de capitales que junto a los anteriores revaluaron la tasa de cambio, y un gasto público desbordado terminaron por crear una serie de profundos desequilibrios macroeconómicos que se manifestaron al comienzo como burbujas especulativas en los mercados de finca raíz y accionarios. La crisis internacional desatada por la moratoria rusa de agosto de 1998 encontró al país muy vulnerable en sus cuentas fiscales y con un sector privado endeudado externa e internamente en grandes magnitudes, por lo cual la suspensión súbita del financiamiento externo indujo una contracción del PIB del 4,3% en 1999. La crisis hizo necesario que el Gobierno entrara en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para recuperar la confianza de los mercados internacionales, lo que permitió encontrar un nuevo financiamiento para el ente público, mientras el sector privado se ajustaba muy dolorosamente. El acuerdo contribuyó a que el Estado continuara con un gasto relativamente expansivo, y a que el endeudamiento aumentara vertiginosamente.

A partir de 1998, la estampida de capitales hizo que la economía colombiana retornara a la dura realidad, y la tasa de cambio tuvo una fuerte devaluación real, magnificada por una reducción sustancial de la inflación interna. Sin embargo, las exportaciones no alcanzaron a recuperarse íntegramente, ya que la economía internacional comenzó a padecer de una recesión que se había iniciado en Asia en 1997 y había contagiado a América Latina en 1998 y 1999.

El aumento del gasto público estuvo acompañado también por un incremento de la tributación, pero muy inferior al necesario, por lo que se generó una brecha para el gobierno central de más del 5% del PIB. Los faltantes se han llenado con las utilidades de las empresas del Estado, en particular de Ecopetrol, y con un nivel creciente de deuda externa e interna que puede volver insolvente al Gobierno o a la economía toda, si se dan fuertes devaluaciones del peso colombiano o aumentan desproporcionadamente las tasas de interés internacionales.

Es necesario identificar las variables fundamentales para este caso ya que el déficit del Gobierno central ascendía a 5,5% del PIB (siete billones de pesos), la deuda era de 9% del PIB (12 billones de pesos) y el pago de intereses absorbía casi cuatro billones de pesos, equivalente a más de una tercera parte de los ingresos corrientes de la Nación, para totalizar más de 22 billones de pesos, o sea 50% del presupuesto nacional, o 20% del PIB colombiano.

El Producto Interno Bruto venía decreciendo desde el último trimestre de 1998 y en el transcurso del año había alcanzado niveles negativos, así como el déficit Comercial en aumento debido a la contracción mundial, las exportaciones colombianas habían disminuido, ocasionando con esto un déficit en cuenta corriente lo que impulsaba un mayor financiamiento externo.

Juan Camilo Restrepo Salazar el cual era Ministro de Hacienda sostuvo una postura de negación a aceptar la propuesta del FMI como lo habían tenido que hacer otros países con dificultades económicas. Para él, el país no necesitaba un programa de los que llamaban de stand by, ya que la situación de la balanza de pagos tendía a normalizarse, las reservas eran suficientes y la parte cambiaria se había tranquilizado

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