ASPECTOS GENERALES DEL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA
nnarea77Documentos de Investigación24 de Octubre de 2016
5.046 Palabras (21 Páginas)348 Visitas
CAPITULO I
ASPECTOS GENERALES DEL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA
- NOCIONES GENERALES DEL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA
(PSI)
1.1. Lo que es el Pensamiento Social de la Iglesia
De entrada, quedémonos con la siguiente definición: El Pensamiento Social de la Iglesia (PSI), es la enseñanza moral en el ámbito social elaborada en el seno de la Iglesia como respuesta histórica a los problemas económicos y sociales producidos a partir de la revolución industrial hasta nuestros días.
El PSI, es un patrimonio de enseñanzas que se organiza sistemáticamente a partir del siglo XIX. Este patrimonio eclesial de pensamiento y acción se organiza en los últimos cien años, a partir de finales del siglo XIX, con la encíclica Rerum Novarum de León XIII (1891), bajo el nombre de "Enseñanza Social", "Doctrina Social de la Iglesia" o en el caso presente, “Pensamiento social de la Iglesia”, como un conjunto de principios de reflexión de valor permanente, criterios de juicio y orientaciones para la acción (OA 4).
El PSI es especialmente no sólo para los católicos. La Iglesia cumple con su misión al ayudar a iluminar los problemas sociales, económicos, políticos y culturales de cada época en orden a transformarlos. Ayuda especialmente a los católicos y a todos los que, no siendo católicos, valoran sus enseñanzas sociales.
Esta enseñanza se presenta en documentos de diverso rango: Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas, Radiomensajes, Cartas Apostólicas, Pastorales. El documento más habitual es la Encíclica, es decir, "carta circular" que un Papa dirige a toda la Iglesia, a toda la humanidad o a un sector de ellas.
Desde el Papa León XIII, se han escrito las llamadas encíclicas sociales, por lo que conviene enunciar la sigla y el nombre de estas encíclicas: RN: Rerum Novarum (León XIII, 1891), QA: Quadragesimo Anno (Pío XI, 1931), MM: Mater et Magistra (Juan XXIII, 1961), PT: Pacem in Terris (Juan XXIII, 1963), PP: Populorum Progressio (Pablo VI, 1967), OA: Octogesima Adveniens (Pablo VI, 1971), EN: Evangelii Nuntiandi (Pablo VI, 1975), LE: Laborem Exercens (Juan Pablo II, 1981), SRS: Sollicitudo Rei Socialis (Juan Pablo II, 1987), CA: Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991), CiV: Caritas in veritate (Benedicto XVI, 2009).
El PSI, se orienta a la acción. El Papa Juan Pablo II lo refiere con estas palabras: “Para la Iglesia, el mensaje social del Evangelio no debe considerarse como una teoría, sino, por encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción”[1].
1.2. Punto de partida: el ser humano
La preocupación de la Iglesia, como lo veremos más adelante, ha sido siempre el ser humano, no un ser humanos abstracto, sino concreto: que sufre, que está rodeado de innumerables limitaciones sociales, pero que a la vez está abierto a la esperanza, a vivir en comunión; este ser humano que está al centro de la reflexión y que ha tomado un protagonismo en los destinos de este mundo en el que vivimos (hace poco se recordaba que los humanos en el planeta pasan de 7 mil millones, y en un grupo así, se multiplican las dificultades y resolverlas se hace un camino mucho más fatigoso, más global), pero este ser humano debe vivir también en perspectiva, ya que si bien es la especie protagonista del quehacer en el mundo, no debe olvidar que también su permanencia en este mundo depende de los otros seres que comparten el mundo con él. Leonardo Boff nos recuerda que “En nuestro antropocentrismo, la convicción de que nosotros somos el centro de todo y que las cosas han sido hechas sólo para nosotros, olvidándonos de nuestra completa dependencia de todo lo que nos rodea. Aquí radica nuestra destructividad que nos lleva a devastar la naturaleza para satisfacer nuestros deseos. Se hace urgente un poco de humildad y vernos en perspectiva.
El universo tiene 13,7 miles de millones de años; la Tierra, 4,45 miles de millones; la vida, 3,8 miles de millones; la vida humana, 5-7 millones; y el homo sapiens unos 130-140 mil años. Por lo tanto, hemos nacido hace solo “unos minutos”, fruto de toda la historia anterior. Y de sapiens estamos pasando a ser demens, amenazadores de nuestros compañeros en la comunidad de vida”[2], por lo que se hace necesario plantear este punto de partida, para saber desde dónde debemos construir nuestra reflexión, cómo sistematizar un pensamiento, ante la variedad y diversidad de culturas, de ideologías, de modos de ser, por lo que al hablar del ser humano, y el ser humano en relación social y con el mundo, será solo como una aproximación, y lo que desde esta propuesta decimos, se quedará también corta; con todo es bueno indicar que en este espacio debemos promover un diálogo a la luz de la ciencias sociales, y desde el aporte que nos da el Pensamiento Social de la Iglesia.
1.3. La opción fundamental
Como hemos dicho anteriormente la opción fundamental de la Iglesia es por el ser humano. Como diría Paulo VI: “la Iglesia es experta en humanidad”[3]. El ser humano en América Latina toma un rostro concreto, en la persona de los excluidos, los pobres, por lo que los Obispos en Aparecida se han comprometido a “trabajar para que la Iglesia siga siendo, con mayor ahínco, compañera de camino de nuestros hermanos más pobres, incluso hasta el martirio. Hoy, han dicho: “queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres hecha en las Conferencias anteriores”[4]. Así, la Iglesia en América Latina mantiene la opción fundamental, pero también esta opción preferencial por el ser humano en necesidad, por lo que en este contexto, la Iglesia latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia entre nuestros pueblos.
1.4. La opción preferencial por los pobres
Los pobres son los que sufren una carencia económica fundamental. Los que están privados de los bienes materiales necesarios para llevar una vida digna. La pobreza socialmente significa exclusión, insensibilidad al problema ante los que no tienen. Desde la ética social es una injusticia, una estructura en la que la conciencia social está limitada o no existe. La Iglesia ha promovido una sensibilidad ante los pobres, Jesús expresa esta mirada a los pobres en muchos signos, pero ya antes todavía se puede ver que los profetas del Antiguo Testamento, alzan su voz ante las injusticias y que lo expresan de muchas maneras.
La Iglesia en América Latina llama a la reflexión para mirar los rostros sufrientes de los pobres, en ellos el Señor nos llama a servirlos, reconociendo en ellos el rostro de Cristo. Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo. Ellos interpelan el núcleo de la actividad de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25: 40)[5] .
En definitiva, este camino permanente en la preocupación de los hijos de Dios, lo debemos mantener y recrear en todas las instancias de la sociedad y de la Iglesia, por ejemplo, “La opción preferencial por los pobres exige que prestemos especial atención a aquellos profesionales católicos que son responsables de las finanzas de las naciones, a quienes fomentan el empleo, los políticos que deben crear las condiciones para el desarrollo económico de los países, a fin de darles orientaciones éticas coherentes con su fe”[6].
- PRINCIPIOS Y VALORES
2.1. Principios del PSI, desafíos actuales para América Latina y el mundo
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia presenta varios principios y valores, que el PSI los considera importantes, y que sirven de criterio en las diversas consideraciones que se expondrá más adelante. Los principios permanentes han surgido del encuentro entre la razón y la fe, entre el Evangelio y los problemas de la vida social, y que la Iglesia los ha formulado de manera tal que son la referencia necesaria para poder deducir la guía de acción ante los diversos ámbitos sociales. Son “verdaderos puntos de apoyo de la enseñanza social católica”[7]. Los Principios que se presentan son: El principio del Bien Común, el principio del Destino Universal de los bienes, el principio de la Subsidiariedad, el principio de Participación, el principio de la Solidaridad.
- El bien común, derivación del principio de dignidad, unidad e igualdad de las personas[8], surge de la necesidad que tienen los hombres de orientar sus objetivos al bien de todos los que conforman ese grupo social, respetando la singular dignidad natural y sobrenatural que el Creador le dio[9].
El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social. Como el actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común. El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral[10].
“Tales exigencias atañen, ante todo, al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa. Sin olvidar la contribución que cada nación tiene el deber de dar para establecer una verdadera cooperación internacional, en vistas del bien común de la humanidad entera, teniendo en mente también las futuras generaciones”[11].
...