INTRODUCCION A LA DOCTRINA/PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA(P.S.I)
GatoJordan24 de Diciembre de 2013
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Desde hace muchos años atrás, en la reunión de obispos latinoamericanos en Medellín el año 1968 y posteriormente en la reunión de Puebla de 1979, se nos ha hecho un llamado urgente a aplicar la Palabra de Dios en nuestro pueblo partiendo desde su realidad concreta y desde sus propias luchas y aspiraciones, desde sus esperanzas y temores, desde sus sufrimientos y alegrías. Esa correcta aplicación de la Palabra de Dios, en el vivir diario de nuestro pueblo, es lo que quiere enseñarnos la doctrina social de la Iglesia (DSI). Los obispos nos van a decir claramente en Puebla:”invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo: Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos, por humildes que sean, a mí me lo hicisteis (Mt 25,40)”(Puebla, Mensaje 3).
En este material pretendemos hacer una breve introducción a la D.S.I. partiendo de un concepto aproximativo desde el mismo Magisterio de la Iglesia, los alcances que implica dicho concepto, y un recorrido esquemático de las etapas históricas de su elaboración.
1.-CONCEPTO DE DSI
1.1. ¿QUE ENTENDEMOS POR DSI? Entendemos como enseñanza o DSI, lo que los obispos definieron en Puebla: “Es un conjunto de orientaciones doctrinales y criterios de acción que tienen su fuente en la Sagrada Escritura, en la enseñanza de los Padres de la Iglesia y grandes Teólogos y en el Magisterio, especialmente de los últimos Papas”(472).
1.2. OBJETO Y FINALIDAD DE LA DSI. Hemos querido también hacernos eco de la voz de nuestros obispos en Puebla, por parecernos lo más acertado y además normativo para los países latinoamericanos, ellos dicen así: El objeto primario de la DSI es la dignidad personal del hombre, imagen de Dios, y la tutela de sus derechos inalienables. La Iglesia ha ido ofreciendo sus enseñanzas en los diversos campos de la existencia: en lo social, en lo económico, en lo político, según las necesidades. Por tanto, la finalidad de esta DSI es siempre la promoción y liberación integral de la persona humana en su dimensión terrena y trascendente, contribuyendo así a la construcción del Reino último y definitivo, sin confundir, con todo, progreso terrestre y crecimiento del Reino de Cristo”(475).
1.3. COMPETENCIA DE LA IGLESIA EN LOS PROBLEMAS SOCIALES. Como dijo Juan Pablo II en el discurso inaugural de Puebla, “la enseñanza social de la Iglesia nace a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio auténtico, de la presencia de los cristianos en la situaciones cambiantes del mundo en contacto con los desafíos que de éstas provienen”. De esta suerte, la reflexión social de la Iglesia viene a ser parte de su reflexión sobre Dios y de la conducta social de sus miembros, como parte integrante de su seguimiento a Jesucristo. La Iglesia, sin duda, utiliza y exige un análisis serio de la realidad, el aporte de las ciencias humanas y de la experiencia. Pero, por completa que sea esta reflexión. Siempre vuelve sobre su fuente que es el Evangelio.
El motivo es que la Iglesia cree en el hombre: Ella piensa en el hombre y se dirige a él no sólo a la luz de la experiencia histórica, no sólo con los múltiples medios de conocimiento científico, sino ante todo a la luz de la Palabra del Dios vivo. Al hacer referencia al hombre, la Iglesia trata de expresar los designios eternos y los destinos trascendentes que el Dios Creador y de la Vida ha unido al hombre. Para ser creída y aceptada la DSI debe responder de manera eficaz a los desafíos y problemas graves de la sociedad. Y bien sabe la Iglesia que no puede proponerlo si no se siente interpelada a sí misma en cada uno de sus miembros; por eso, le exige: coherencia, creatividad, audacia, entrega total.
Su intención es contribuir a la construcción de una sociedad justa y solidaria, conforme con los planes de Dios, donde el hombre sea efectivamente sujeto, fundamento y fin de todas las instituciones, educando para la convivencia, impulsando para la organización, promoviendo la comunión cristiana de los bienes. Los pastores, sin ser técnicos, ni proponer programas temporales (para los que no contamos con los medios adecuados) consideran urgente su misión ética. Desde ahí la Iglesia reclama competencia para juzgar las realidades económicas, sociales y políticas, considerando su intervención en estos asuntos como plenamente legítima. “Queda claro, pues, que toda la comunidad cristiana, en comunión con sus legítimos pastores y guiada por ellos, se constituye en sujeto responsable de la evangelización, de la liberación y promoción humana”(P. 474).
1.4. ¿POR QUE LA IGLESIA PUEDE Y DEBE HABLAR DE PROBLEMAS SOCIALES? Después de lo anteriormente anotado, diremos que, en síntesis, son cuatro las razones fundamentales:
1.- Lo social no tiene sólo características técnicas, económicas y políticas, sino también éticas y morales. La fe forma la conciencia del ser humano para asumir las tareas históricas y para la Iglesia que, como diría Pablo VI es una EXPERTA EN HUMANIDAD, reclamamos la legítima competencia. En otras palabras, la fe apoya el orden social robusteciendo la moral de las personas.
2.- Los problemas sociales tienen su origen y raíz en el pecado de los hombres. Las estructuras económicas actuales contradicen las exigencias morales y van contra la Iglesia y el olvido de los valores espirituales.
3.- Las consecuencias de los problemas sociales también interesan a la Iglesia porque las condiciones inhumanas impiden que se refleje la verdadera imagen de Dios.
4.- La Iglesia, mediante estas enseñanzas, propone un concepto cristiano de la vida, lo cual exige una escucha de estas enseñanzas. El verdadero cristiano interpela a la Iglesia desde los problemas sociales y desde la Iglesia hacia ellos.
1.5. ALCANCES DE LA D.S.I.
La Doctrina Social es presentada por la Iglesia como un servicio a la fe y debe ser comprendida a partir de la fe. Por la fe nos encontramos con Jesucristo y con su obra de salvación. Cristo ha confiado a la Iglesia el poder de regir, de santificar y de enseñar. Podríamos distinguir tres zonas en torno al misterio de Cristo:
- la revelación de Dios a los hombres por medio de Jesucristo,
- los valores naturales de la vida personal y social,
- la investigación de la Biblia y su relación con otras ciencias.
Desde este punto de vista, la DSI debe ubicarse en la segunda zona (el de los valores naturales), con aspectos que se acercan a la tercera, es decir, la mediación de la Ciencias Sociales para la interpretación de ciertos hechos.
Otra cuestión importante es el saber distinguir entre documentos doctrinales y pastorales. Veamos la diferencia entre unos y otros. En los doctrinales, se quiere proponer una doctrina como verdadera y rechazar otra como falsa, o en la seguridad o inseguridad de un método acerca de la fe (por ejemplo la aplicación del método de los géneros literarios en la Biblia). De ahí que su enseñanza no tiene el carácter de “dogmática” sino que está hecha con autoridad, pero no como ejercicio de infalibilidad(sólo en materia de fe y costumbres: ex-cátedra). En los pastorales, son todos aquellos que se refieren al ejercicio de la práctica de la Iglesia, ya en la realidad concreta de cada pueblo.
Todo esto nos hace ver que la DSI no se compone ni de ocurrencias que aparezcan de improviso, ni de recetas prefabricadas, carentes de contenido histórico; por el contrario, es un proceso situado y profundamente histórico, nunca concluido (por ello puede estar sujeto a errores), que trata de responder doctrinal y valorativamente a los problemas humanos concretos, inspirándose en los valores permanentes del Cristianismo. Además, no es estática , sino que va leyendo la realidad y descubriendo nuevos valores y antivalores, situándose en una lectura de los signos de los tiempos y aquellas realidades cambiantes.
LA DSI NO ES UNA IDEOLOGIA. Una “ideología” –dice P.535- manifiesta las aspiraciones de un grupo, llama a cierta solidaridad y combatividad y funda su legitimación en valores específicos. Toda ideología es parcial, ya que ningún grupo puede pretender identificar sus aspiraciones con las de la sociedad global. Una ideología será, pues, legítima si los intereses que defiende lo son y si respeta los derechos de los demás grupos de la nación; en caso contrario, es ilegítima. Para la DSI la perspectiva es siempre el hombre, su dignidad y sus derechos fundamentales. Por eso se sitúa POR ENCIMA DE LAS IDEOLOGIAS Y SE OPONE A ELLAS, si éstas pretenden imponerse sin tomar en cuenta al ser humano como tal. No niega su necesidad para el quehacer social, y son medios para la acción, PERO LAS CRITICA EN SU TENDENCIA A ABSOLUTIZARSE Y SACRALIZARSE. Representa, por tanto, “una fuente de cuestionamiento de sus límites y ambiguedades” (P. 540). Es en la DSI donde los cristianos deben apoyarse para el “necesario discernimiento y juicio crítico sobre las ideologías”(P. 538).
La Iglesia, por eso, debe actuar con absoluta libertad e independencia frente a las ideologías y sin ningún compromiso partidista, para poder a todos criticar y proponer alternativas viables a los problemas que se susciten en la sociedad. Sin duda, es difícil para cualquier persona humana volverse apolítica, a fin de evangelizar desde un Evangelio des-ideologizado. Pero esto supone para la Iglesia un auténtico compromiso con los más necesitados. Fiel a este compromiso, la Iglesia quiere mantenerse libre frente a los opuestos
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