ATENCIÓN DISPERSA
estrellaiturbe4 de Junio de 2012
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ATENCIÓN DISPERSA
Un niño de 2 a 4 años de edad, en un juego de 10 minutos, se distrae 3 veces; en cambio un niño de 5 a 6 años se distrae 1 cada vez; consecuentemente si en la edad escolar un alumno en espacio de 2 minutos se distrae 8 a 10 veces podríamos estar hablando de una patología de la atención, propia de la hiperactividad.
CÓMO MEJORAR LA ATENCIÓN
Evaluación profesional, es posible que el niño tenga alguna deficiencia visual o auditiva que está influenciando en su atención. Determinar si el niño presta mayor atención al estimulo visual, auditivo o táctil y explote esta potencialidad. Tachado de letras o figuras con un lápiz bicolor; en una página de revista haga tachar las a de color rojo y las de de color azul; controle el tiempo y estimule para que en un menor tiempo tache mayor cantidad de letras o figuras.
Ensartado de bolas de color ejemplo: 2 amarillas, 2 azules, 1 roja, repita la serie y controle el tiempo que se demora en cada serie. Presentar láminas por tiempos determinados, se puede empezar con 15 segundos y el niño dirá detalles de la lámina; cada vez disminuirá el tiempo de presentación de la lámina. En una hoja cuadriculada el niño irá con un marcador puliendo un punto en cada cuadro; se empezará con 50 puntos en 1 minuto para luego ir aumentando el número de puntos en el mismo tiempo.
Juego de las estatuas con fijación de la visión en un punto determinado. Juegos electrónicos con el constante cambio de cassettes para evitar la mecanización. Repetición de series de palabras: ejemplo: frutas, objetos, colores, etc. Controle cuántas palabras repitió en 1 minuto; motive para que repita el mayor número de palabras en el mismo tiempo.
Escoger letras caladas con la visión obstruida y tiempos determinados. Esta serie de ejercicios más el material didáctico que la pedagogía moderna exige que el maestro emplee, pronto el niño tendrá una excelente atención. Realice estas actividades con sus hijos e hijas en forma de juego, de modo que no perciba que lo están evaluando.
EJERCICIOS PARA NIÑOS CON HIPERACTIVIDAD Y DÉFICIT DE ATENCIÓN
Para niños que presenten el trastorno de hiperactividad con déficit atencional, se recomiendan algunos ejercicios que se pueden trabajar en casa:
1. Pedir al niño que coloree con crayones un papel, sin dejar espacios en blanco. Empezar este ejercicio con hojas de papel A4 e ir aumentando el tamaño hasta medio pliego. Es posible que, la primera vez que hace este ejercicio, el niño no pueda terminar el trabajo. Un adulto debe supervisar esta actividad y debe alentar al niño a completar toda la hoja. Es un ejercicio que debe hacerse cotidianamente, empezando dos veces por semana y aumentando paulatinamente hasta hacerlo a diario.
2. Conseguir planchas de corcho y un punzón (apropiado para niños, sin punta). Pedir al niño que perfore toda la plancha, haciendo la mayor cantidad de huecos posible y lo más próximos entre sí. Igual que en el ejercicio anterior puede empezar con planchas pequeñas e ir aumentando el tamaño.
Cualquier actividad que realice un niño con trastorno de hiperactividad con déficit atencional (HDA). Los padres deben estimularlo a terminar lo que ha comenzado, inclusive pueden premiar las conductas en las que demuestre constancia y concentración. No se recomienda castigar al niño ni retarlo por distraerse.
Es importante que los padres le den un ambiente de cariño y estabilidad, deben tener horarios y cierta regularidad en las actividades como comer, dormir, ver televisión, realizar tareas, etc.
La hiperactividad con déficit atencional es un trastorno que amerita un tratamiento profesional. Acuda a un psicólogo para que, con una evaluación del caso particular, pueda darle más información.
El síndrome de hiperactividad o TDAH (Trastorno por Déficit de Atención y/o Hiperactividad) no es una enfermedad. Son enfermedades las dolencias con una base biológica real, con un problema físico objetivamente comprobable, como, por ejemplo, un proceso infeccioso o degenerativo. En cambio, no existe patología orgánica subyacente al TDAH, por lo que su diagnóstico se basa sólo en la observación del comportamiento del niño, de ciertas pautas de conducta consideradas anormales o inapropiadas, como falta de atención, facilidad para distraerse, impulsividad, labilidad emocional, desobediencia y problemas de adaptación social. Por eso se cataloga como síndrome, un conjunto de síntomas que parecen tener cierta identidad, porque aparecen a la vez, pero que pueden tener orígenes distintos.
¿Es culpable la genética?
Como era de esperar, quienes defienden su carácter de enfermedad intentan demostrar el trasfondo fisiológico –sin éxito– y repiten machaconamente que la prevalencia en la población infantil es de un 8%, y que, si bien su origen se desconoce aún, no se debe a problemas ambientales, familiares o sociales, sino que es altamente genético y surge por un mal funcionamiento de neurotransmisores –dopamina y noradrenalina– en la parte frontal del cerebro, la encargada de la función ejecutiva.
Todas estas afirmaciones entran en el terreno de lo hipotético, e incluso el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, la Biblia de los psiquiatras) reconoce que no se han establecido pruebas de laboratorio o evaluaciones neurológicas que resulten diagnósticas. Debido a la ausencia de valoración objetiva, ésta se establece a partir de la conducta del niño, con toda la subjetividad que esto conlleva. Es posible que ciertas características genéticas contribuyan al síndrome en algunos casos, pero eso no significa que sean su causa, sino que se suma cierta predisposición genética (temperamento nervioso, por ejemplo) a un entorno y aprendizaje poco apropiados.
Al no ser el TDAH una enfermedad, ¿cómo justificar la prescripción de fármacos? Si la causa es en su mayor parte de carácter ambiental, la solución también deberá moverse en este ámbito. El metilfenidato, el medicamento que suele recetarse, es un estimulante emparentado con las anfetaminas que aumenta los niveles de dopamina y noradrenalina y genera notables efectos en todo el organismo. Si los beneficios para los niños diagnosticados con TDAH consisten en que facilita concentrar la atención en las tareas que están realizando, no estamos ante nada nuevo: este tipo de drogas siempre se ha tomado con este fin, como saben mejor que nadie los estudiantes.
A pesar de todo lo dicho, muchos médicos siguen reiterando que el TDAH es una enfermedad infradiagnosticada y los medios continúan difundiendo tal afirmación. Esta violación de los principios de la buena ciencia –y probablemente de la ética– puede tener su razón de ser en el lucrativo negocio que supone la industria farmacéutica, que ha experimentado un espectacular aumento en las ventas de metilfenidato en los últimos años. Podríamos estar ante otro caso del fenómeno conocido como tráfico de enfermedades (‘disease mongering’), tratado por el médico Antonio Palomar en el número 15 de DIAGONAL (“Cómo nos convierten en pacientes”) y por Miguel Jara –autor del libro Traficantes de Salud– en el número 29 (“Enfermedades inventadas que abren mercados”). El alemán Jörg Bloch ha aportado al tema que nos ocupa la obra Los inventores de enfermedades, en la que cuenta que nunca antes se había mantenido el mito del niño hiperactivo con tanta pasión como en la actualidad, y que las empresas farmacéuticas y algunos neurólogos han trabajado durante décadas para presentarnos a los pequeños inquietos y con dificultades de concentración como personas enfermas que necesitan tratamiento farmacológico. No obstante, la red no se limita a médicos y fabricantes de medicamentos, sino que en algunos países los pedagogos son un sector muy codiciado por este lobby sanitario. De hecho, en EE UU las escuelas reciben una subvención de 400 dólares por cada ‘paciente’ detectado, se supone que para compensar los gastos ocasionados por los escolares especialmente molestos.
deficit de atencion
Polémica: aseguran que el mal de niños hiperactivos no existe
Cada vez son diagnosticados más chicos con problemas de aprendizaje e hiperactividad, pero a la par aumentan los especialistas que rechazan hasta la existencia misma del síndrome. Y advierten sobre los problemas del exceso de medicación en la infancia. Ayer terminó en Buenos Aires un simposio internacional en el que se expusieron todas las dudas.
Por martin de ambrosio
No los une el amor sino el espanto. Los especialistas reunidos este fin de semana en Buenos Aires para el Simposio Internacional Niños Desatentos e Hiperactivos comparten la preocupación por el aumento de diagnósticos de un problema de la infancia que, para ellos, directamente no existe. Se trata del ya famoso síndrome por déficit de atención con y sin hiperactividad conocido por su sigla en inglés como ADHD o ADD. Para ellos es poco más que una ficción de psiquiatras norteamericanos en connivencia con los laboratorios.
“Es claramente un invento creado con fines comerciales”, disparó León Benasayag, vicepresidente del encuentro. “Lo que hicieron fue reunir en el ADHD viejas denominaciones para chicos inquietos, con problemas de aprendizaje y de conducta, dislexia, distracción y dificultad con las matemáticas. Pero no es una entidad médica, sino una creación del mercado”, agregó el médico psiquiatra.
Por su parte, el psiquiatra infantil Juan Vasen también fue contundente: “El ADHD no existe, es una clasificación totalmente
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