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BASES BIOSOCIOLÓGICAS DE LA EDUCACIÓN


Enviado por   •  14 de Febrero de 2015  •  1.249 Palabras (5 Páginas)  •  893 Visitas

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BASES BIOSOCIOLÓGICAS DE LA EDUCACIÓN

INTRODUCCION

Resulta por demás interesante conocer que la educación es un proceso en el que tanto estudiantes como maestros cambian juntos en forma congruente en tanto permanecen en interacciones recurrentes, de modo que los estudiantes aprenden a vivir con sus maestros en cualquier dominio de vida donde estos últimos los encaminen.

Partiendo de que la educación cognitiva tiene una visión de que los humanos están cultural y genéticamente dotados e inclinados a ser emprendedores, así como transformadores y generadores de información, teniendo, por lo tanto, el potencial para ser participantes activos y beneficiarios de la edad de la información.

En mi perspectiva, la educación es un proceso de transformación de vidas conjunta con una orientación definida por la manera de vivir de esa persona que actúa como padre o maestro.

La educación tiene que ver con el alma, la mente, el espíritu, es decir, con el espacio racional o psíquico que vivimos y que deseamos que vivan nuestros niños he ahí la importancia de la labor del docente, pues se convierte muchas veces en el guía o indicador de una formación.

Es tarea de los educadores hacer uso de la enseñanza, cualquier enseñanza, como medio para educar en la creación del espacio viviente que llevara al estudiante a llegar a ser un ser humano responsable, socialmente consciente y que se respeta a sí mismo, si no busca lograr este objetivo, el docente no estaría cumpliendo con su labor social y fracasaría.

DESARROLLO

Tomando en cuenta el uso del lenguaje, debemos reconocer que el lenguaje es un modo de vivir juntos en el flujo de coordinaciones recurrentes de conductas consensuales, y es nuestra vida en lenguaje como el tipo particular de primates bípedos que somos, lo que nos torna humanos y nos hace seres humanos sociales.

Solo el amor expande la conducta inteligente al ensanchar el dominio relacional en el cual uno opera, expandiendo la esfera de posible conducta consensual.

La vida humana no está genéticamente predeterminada, ni estamos genéticamente predeterminados para ser de un tipo u otro de ser humano. Esto es lo que significa que nosotros, los seres humanos, somos seres que aprenden, y esto es así, no importa cuánto se hable hoy en día acerca de determinismo genético. En estas circunstancias, el tipo de ser humano que llegara a ser el niño al crecer, surge como una identidad sistémica conservada en una dinámica de interacciones en el dominio humano en el que él o ella viven, sea esto en casa, en la escuela, la calle o el hogar del mundo en general. En esta dinámica sistémica, el niño que crece contribuye a conservar al mundo que surge en sus interacciones con otros seres humanos de la misma manera en que los adultos contribuyen a conservarla, es decir a vivirla. Pero, cómo vivimos o qué modo de vida realizaremos, depende de nuestra emocionalidad, no de nuestra razón. Nuestro conocimiento, es decir, lo que sabemos hacer, es nuestro instrumento de hacer en cualquier dominio, sea este abstracto o concreto manipulativo. A esto se debe que la tarea de la educación, en la medida en que tiene que ver con la configuración del modo de vida del niño que crece, es una tarea que tiene que ver con el espacio psíquico emocional que el niño aprende a vivir en casa y en la escuela, no con los hechos que el niño pueda aprender en cualquier dominio relacional. Los hechos abstractos y concretos que el niño o niña aprenden junto con su educación son instrumentos para su empleo en la realización del tipo de vida humana que él o ella van a llevar y conservar en su vida. Y la manera en que uno emplea el conocimiento de uno en la vida depende del modo de vida que uno vive. Pero el modo

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