Bilinguismo En Los Niños

BILINGUISMO EN LOS NIÑOS

Es necesario recordar que “de 224 estados del mundo solo se pueden considerar 29 como verdaderos monolingües”1, a pesar de esta realidad, la idea del efecto negativo del el bilingüismo precoz, ha atormentado en el inconsciente colectivo durante varios años, pues se generaba un sentimiento de desarraigo lingüístico, una confusión mental y una lentitud en el tiempo para hablar; en la opinión pública, la mezcla de los dos idiomas pondría en peligro el aprendizaje de las dos lenguas. Tuvieron que pasar varios años de investigaciones rigurosas, para reconocieran la influencia benéfica o neutra en el desarrollo del niño, pese a esto todavía se observan algunos de estos prejuicios en el bilingüismo.

Muchos, se imagina la lengua como una entidad delimitada, situada en un lugar específico del cerebro. Con esto en mente, si hay que aprender al mismo tiempo una segunda lengua, quedara representada como un segundo conjunto delimitado que deberá colocarse al lado de la primera lengua. Al respecto conviene reflexionar sobre este fenómeno… Sabemos que el lenguaje se sitúa en el hemisferio izquierdo del cerebro, pero que ciertos comportamientos lingüísticos, como el recuerdo de canciones y poemas están vinculados al hemisferio derecho. La cuestión está en saber en dónde se procesan las lenguas complementarias durante la infancia o en el transcurso de la vida. Los avances tecnológicos han permitido comprender que el cerebro de los adultos bilingües que han aprendido un segundo idioma en época tardía, procesan esta información en otra parte del cerebro, es más que estas regiones activadas son muy variables según los individuos, de ahí que se evidencien la diversidad de las competencias.

En el caso de los bilingües precoces (6 años o antes), las regiones que tratan el lenguaje están casi que sobrepuestas, lo que significa que ambas lenguas son tratadas como una sola. Cada objeto que existe en la realidad puede nombrarse mediante una palabra vinculada. La evocación de un objeto, incluso en su ausencia, hace aparecer ante nuestra mirada interior una imagen mental que lo representa. Los estudios avanzan en la hipótesis que en la edad del niño en el momento de introducir una segunda lengua los bilingües precoces tendrían un sistema interdependiente, mientras los bilingües tardíos poseen sistemas separados, pues “los primeros se expresarían como hablantes nativos en cada lengua”2.

Al aprender a hablar el niño se convierte en miembro de su comunidad y la lengua que se le transmite genera prácticas culturales correspondientes a las mismas. La cultura de un grupo determina la cantidad y la calidad de aportaciones lingüísticas que se le facilitan al niño. Está demostrado que las prácticas culturales entorno a la adquisición del lenguaje influye en el estilo de pensamiento y resolución de problemas de la infancia, así como las interacciones sociales. El aspecto cultural es por lo tanto determinante para el desarrollo del lenguaje y en particular para el niño bilingüe.

Se ha comprobado que los niños bilingües tienen un pensamiento menos estandarizado, pero más creativo, flexible y abierto, este pensamiento divergente o creativo o convergente que determina la cantidad de soluciones que se pueden emplear para resolver un problema. Es asi como los estudias se interesan por el estilo de pensamiento de los bilingües ya que parten de la hipótesis de que el hecho de tener dos sistemas de representaciones mentales aumenta la flexibilidad y originalidad del pensamiento, el bilingüe tiene dos palabras para un mismo objeto, es por tanto más amplio que un monolingüe, de ahí que los resultados de estas investigaciones demuestren que los niños bilingües son más expresivos y flexibles a nivel cognitivo.

Los niños bilingües tiene también, como lo que

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