Caracteristicas Las Politicas De Seguridad Ciudadana En Venezuela Entre La Decada
vivi_3030 de Abril de 2013
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En Marzo 1811, fue creado un cuerpo armado, posteriormente una Compañía denominada Guardia Nacional a quien se le atribuye además de un servicio rural para proteger a los propietarios de tierras, evitar robos y crímenes de esta manera contribuían a la seguridad ciudadana en
A medida que va transcurriendo los años esta guardia nacional
En el año 1841, ya no será Guardia Nacional denominándose ahora “La Guardia Nacional de Policía”, cuya función era la Seguridad y el Orden, especialmente del medio rural, además la misma tenía unas funciones adicionales como evitar crímenes, la protección de la vida de las personas y de sus bienes, y la vigilancia y custodia de los presos. Debido a la carencia de recursos económicos para su mantenimiento ésta desaparece por medio de la derogación de la Ley que la creó en el año 1847.
INTRODUCCIÓN
Se intenta hacer una reconstrucción histórico-política del surgimiento y temprano desarrollo del aparato policial venezolano. No se trata de una historia sobre “la policía” como función o como cuerpo (aunque se puede hacer referencia ocasionalmente a ella bajo este enfoque), sino como fuente de poder dentro del Estado, como aparato policial.
A diferencia de los tradicionales enfoques (jurídico y criminológico) que estudian la policía en función del delito y la criminalidad en un tiempo y territorio determinados, un enfoque sociopolítico permite estudiar la policía como parte integrante de los instrumentos de control del Estado, como instrumento clave para el ejercicio del poder (pues es allí cuando se configura como aparato) y, por ello, constituye un enfoque que permite identificarla como un mecanismo que cambia y utiliza diversas estrategias según las demandas y necesidades del sistema político y del modelo de Estado en el cual le corresponda ejercer el control penal.
A riesgo seguro de incurrir en omisiones y simplificaciones históricas, se tomarán algunos eventos que se considera han marcado el nacimiento y desarrollo de este aparato, con la finalidad de develar su dimensión política. Tomar la policía como objeto de reflexión sociológica y política, resulta un ejercicio imprescindible pero no sencillo, sobre todo por las dificultades que se presentan al tratar de vincular la policía con el Estado, pues la policía ha sido –y sigue siendo– un buen revelador de éste, y eso la ha revestido de cierta complejidad –y hasta confidencialidad– que no ha facilitado su estudio.
Para cumplir esta tarea, es necesario identificar los orígenes del poder político y del mismo Estado moderno, pues la idea de aparato policial está íntimamente relacionada con ambos.
ANTECEDENTES: CENTRALIZACIÓN DEL PODER Y LA LUCHA POR EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA
Durante las primeras décadas del siglo XIX en Venezuela se producen recios movimientos políticos y luchas internas. Fuerzas separatistas a nivel regional detentan el poder político y económico, mientras el caudillismo se instala como forma de ejercicio del poder político local y fraccionado (Urbaneja, 1975; 1978).
La necesidad de establecer y consolidar un poder central fuerte, que procurara la integración nacional, generó –durante el Gobierno de Guzmán Blanco, iniciado en 1870– una serie de transformaciones en la estructura del país. Desde entonces se inicia un importante proceso de organización e institucionalización, caracterizado por la creación de leyes fiscales y de hacienda, y el monopolio de la administración de los recursos provenientes de la actividad minera, entre otras medidas que debilitaron el sistema caudillista, gracias a la instauración de una administración centralizada y la progresiva integración del territorio.
Importantes medidas político-militares para consolidar la unificación del territorio y el fortalecimiento de la autoridad central fueron tomadas por uno de los últimos representantes del caudillismo en Venezuela, Cipriano Castro (1899-1908), quien condujo al país al siglo XX y creó una fuerza militar permanente, de carácter nacional, al servicio de un solo jefe, encargada de eliminar los viejos ejércitos privados que obstaculizaban el fortalecimiento del aparato estatal.
Castro ordenó mediante decreto la entrega de todas las armas y elementos de guerra en manos de los habitantes, debilitando el poder armado de los caudillos. Por su lado, el Ejército, aunque no era un cuerpo profesional, fue un instrumento eficaz para la conservación del control interno durante los primeros años del siglo XX, junto a los cuerpos de policía existentes, cuya función era la conservación del orden y la tranquilidad pública (según Decreto Orgánico del Distrito Federal, del 2 de mayo de 1901) y que sirvieron de apoyo del recién instaurado poder central.1
A pesar de las medidas tomadas, el gobierno no logra eliminar por completo los focos dispersos de poder y violencia, elementos que seguía compartiendo con ejércitos y clanes privados, lo cual reflejaba cierta fragilidad del Estado.
Hasta entonces, el poder político en Venezuela lo poseía quien fuera capaz de apropiarse de él. El asalto de Gómez a la presidencia en el año 1908 lo puso en evidencia, pero, para mantenerlo, el nuevo gobernante debía asegurarse estabilidad política y cumplir con el pago de las deudas, pues fuertes conflictos internacionales durante el Gobierno de Castro (un embargo y bloqueo naval en 1902) habían activado el papel de Estados Unidos como “policía internacional” basado en la Doctrina Monroe (1823), advirtiendo que la intervención norteamericana podía evitarse si los países del Caribe formaban gobiernos estables y pagaban sus deudas.2 Evidentemente, el fortalecimiento del Estado y especialmente el ejercicio del monopolio de la violencia, era imprescindible para el mantenimiento del régimen político y el orden y estabilidad interna del país.
La expansión petrolera después de la primera década del siglo XX marca el comienzo de una gran transformación en el país, aunque no será sino hasta 1920 cuando comienzan las inversiones a gran escala en la industria petrolera. En la mayoría de los estados de América Latina el poder político y el poder económico han estado estrechamente relacionados con la creación y desarrollo del Estado moderno, entendido en sentido sociopolítico como
una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas (Weber, 1998:92).
Bajo este marco teórico, el Estado moderno en Venezuela se consolida a través de la conformación de un ente políticamente centralizado, que se fortalece mediante la obtención de mayores cuotas de poder, a través de un amplio control territorial y poblacional, a la vez que ocurre su integración a un mercado mundial capitalista, fundamentalmente como productor de petróleo y, sobre todo, cuando procura –con éxito– el monopolio de la violencia física legítima en sentido weberiano.
La mayoría de los historiadores y políticos coinciden en que fue Gómez quien condujo a Venezuela hacia la era moderna. Según Lombardi (1985:217),
la paz que él trajo a Venezuela permitió el desarrollo de la industria del petróleo después de la primera guerra mundial y … el boom de esta industria desató sobre el país una serie de fuerzas modernizadoras que a duras penas podía contener el aparato eficiente y despiadado de la dictadura.
LOS PRIMEROS APARATOS REPRESIVOS Y EL CONTROL POLÍTICO
Junto a la inserción del país al mundo capitalista e industrializado del siglo XX, se perfecciona el aparato represivo, creándose por primera vez un ejército “profesional, moderno y bien organizado”, un aparato militar de cobertura nacional que es utilizado para garantizar el orden civil interno y suprimir cualquier intento para derrocar al régimen, un aparato militar que logra destruir los ejércitos privados de los caudillos regionales, funcionando como una importante fuerza de poder político. Si bien este aparato militar no escatimó recursos para impedir manifestaciones populares, patrullar fronteras, reprimir revueltas y alborotos públicos, no era capaz de identificar al disidente individual, al callado conspirador intelectual, al estudiante reformista o al ciudadano desafecto al régimen (Lombardi, 1985).
Eliminado efectivamente el caudillismo y frente a la necesidad de lograr un mayor y más intenso control de personas con fines primordialmente políticos, surge un aparato policial embrionario conocido como “La Sagrada” (1915), una policía secreta, centralizada, politizada, consagrada al mantenimiento y la supervivencia del gobierno gomecista y que escapaba al proceso de burocratización del Estado. A través de la información recaudada por los agentes de “La Sagrada”, se lograba un control más amplio a través del cual era posible detectar y reprimir a los enemigos políticos que pudieran amenazar con alterar el orden.
A pesar de que generalmente se le atribuye al Ejército la subsistencia del Gobierno de Gómez, “La Sagrada” juega un importante papel en esta labor, pues a través de sus tácticas represivas y labores de investigación garantizaba la información necesaria
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