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Conocimiento De La Toxicologia


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2014  •  3.340 Palabras (14 Páginas)  •  207 Visitas

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TALLER ENCUENTRO 1 TOXICOLOGIA

1. Defina toxicología y toxicología ocupacional.

1.1 La Toxicología: es una ciencia que identifica, estudia y describe, la dosis, la naturaleza, la incidencia, la severidad, la reversibilidad y, generalmente, los mecanismos de los efectos tóxicos que producen los xenobióticos que dañan el organismo. La toxicología también estudia los efectos nocivos de los agentes químicos, biológicos y de los agentes físicos en los sistemas biológicos y que establece, además, la magnitud del daño en función de la exposición de los organismos vivos a previos agentes, buscando a su vez identificar, prevenir y tratar las enfermedades derivadas de dichos efectos.

1.2 La toxicología Ocupacional: La toxicología ocupacional trata de las sustancias químicas presentes en el sitio de trabajo. Entre las tareas más importantes de dicha especialidad están identificar los posibles agentes dañinos, detectar las enfermedades agudas y crónicas que causan; definir las circunstancias en las que se pueden usar de forma inocua, y evitar la absorción de cantidades nocivas de esas sustancias. También define y se ocupa de programas para vigilar a los trabajadores expuestos, y al entorno que laboran.

2. Historia de la toxicología en el mundo.

2.1 Puede decirse que cada época histórica ha tenido su tóxico, y que los venenos han desempeñado un importante papel en la historia, sea con fines positivos (caza, exterminio de plagas o animales dañinos, medicamentos, etc.) o con fines criminales, lo cual ha hecho que su estudio, es decir, la toxicología, se haya desarrollado gradual y paralelamente a estas prácticas.

Es de suponer que el hombre prehistórico ya tuvo conocimiento de propiedades tóxicas de algunas sustancias minerales, animales o vegetales. La experiencia ha enseñado al hombre qué sustancias resultan perjudiciales y cuáles no lo son tanto, y algunas de ellas fueron empleadas por el hombre primitivo para la caza y, posteriormente, con fines euforizantes, terapéuticos o criminales.

Hasta nuestros días, los bosquimanos de África han seguido utilizando para ello mezclas de Amaryllis distichia, varias especies de Euphorbium y Acocanthera; algunos pueblos utilizaron también venenos de serpientes y de araña negra. Otras tribus africanas han empleado desde tiempo inmemorial semillas de Strophantus hispidus o Strophantus kombe. Aristóteles (384-322 a.C.) apunta el uso del veneno de víboras, y Estrabón (63-20 a.C.) el de peces. Dioscórides (siglo I) cita el uso del tejo y el eléboro (tetanizante e hipotensor), también usado por los castellanos con el nombre de «yerba de las ballestas», y como expone Scarlato (2007) se observa claramente una diferenciación regional en el uso de estos venenos; en Japón el acónito, en Oceanía los tetanizantes y sofocantes, y en América una gran diversidad, como tuvieron ocasión de comprobar los descubridores. En la zona del Amazonas se usa preferentemente el curare y el estrofanto en las «flechas herboladas».

2.2 En Colombia: se emponzoñaban flechas con ácaros (que contiene numerosos alcaloides) y venenos de reptiles, como la rana dorada, sapo minero, etc. (Dendrobates auratus o tinctorius, Phylobactes terribilis o bicolor) en que los indios clavaban flechas y ponían cerca del fuego, para que con el calor segregara el veneno. Por su parte, la Biblia recoge homicidios y suicidios, e incluso leemos la recomendación de Moisés de limpiar bien de cardenillo los utensilios de cobre. En el Éxodo (7:20-21), al describir las plagas de Egipto, se recoge que las aguas del Nilo se volvieron rojas y no se podían beber, lo que ha sido interpretado como la primera referencia a una marea roja po microalgas; idéntica interpretación puede hacerse de la cita del explorador e historiador Álvar Núñez Cabeza de Vaca, al anotar (1536) que en el México precolombino se relacionaba el comienzo del año con la llegada de las mareas rojas, lo que supondría un carácter cíclico de éstas, aún no demostrado.

2.3 Mateu Josep Bonaventura Orfila iRotger Padre de la toxicologia.

Conocido generalmente como Mateo Orfila, nació en Mahón, en la isla de Menorca (España), el 24 de abril de 1787. Su padre, un próspero marino mercante, procuró que Mateu recibiera desde su infancia una esmerada educación humanística, lo que incluía necesariamente el latín, la filosofía, las lenguas modernas y muy especialmente la música y el canto, para los que mostró excelentes dotes. Cuentan algunos biógrafos que su afición musical nació, en realidad, por indicación de su médico, el Dr. Siquier, como un modo de superar la tartamudez que padecía. Para su preparación en ciencias naturales y matemáticas su padre eligió a un preceptor de origen austriaco, Karl Ernst Cook, entusiasta del método pedagógico de Pestalozzi. Orfila guardará siempre un recuerdo entrañable de las clases de Cook, que supo despertar en el joven Mateu numerosas inquietudes y lo inclinó decididamente hacia las ciencias.

En 1802, con sólo quince años, Orfila se embarcó en una travesía por el Mediterráneo a bordo de un barco mercante propiedad de su padre. El viaje estuvo tan lleno de peripecias e incomodidades (incluyendo un encuentro con piratas) que el joven Orfila decidió alejarse de la tradición familiar marinera y optar resueltamente por las ciencias. En la Facultad de Medicina de Valencia inicia sus estudios en 1804, lamentando que la enseñanza fuera excesivamente memorística, y que se explicara anatomía “sin ver ni un cadáver”. Como ya entonces se sentía especialmente atraído por la Química, había montado un pequeño laboratorio en su casa y rebuscaba en la biblioteca los textos franceses de Lavoisier, de Berthollet, de Fourcroy y de Vauquelin. En aquellos libros se ofrecía una visión más actualizada de la Química, liberada al fin de la teoría del flogisto a la que todavía recurrían algunos de sus profesores.

En el siguiente curso, Orfila se traslada a Barcelona, donde asiste a las clases de química que estaba impartiendo Francesc Carbonell, joven farmacéutico formado en Francia e interesado especialmente en las conexiones entre la química y la medicina. Consciente de la valía de Orfila, Carbonell logró que la Junta de Comercio de Barcelona le concediese una beca de cuatro años, dos para estudiar en Madrid con Proust y otros dos para seguir en París las lecciones de Fourcroy.

Pero en vista de que Proust había tenido que regresar a Francia inesperadamente, en julio de 1807, con 20 años cumplidos y escaso dinero en el bolsillo, Orfila se presentó en París en busca del profesor Fourcroy. Y así, mientras proseguía con aplicación sus estudios de medicina,

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