Critica Feminista
domisoldo16 de Diciembre de 2013
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U.M.S.N.H
Maestría en Filosofía de la Cultura
Epistemología de la Cultura
Dra. Ana Cristina Ramírez Barreto
Doraicel Vázquez Salazar
La relación entre lenguaje y prototipos de género. Un breve acercamiento a la crítica literaria feminista.
Introducción
El presente trabajo se realiza como parte del proyecto de investigación de tesis para la Maestría en Filosofía de la Cultura donde se estudiarán las construcciones de prototipos de género en cinco textos narrativos pertenecientes a Los Contemporáneos. Este texto se escribe con el propósito de ser parte de la metodología a utilizar en el proyecto y discutir en primera instancia la pertinencia del estudio de los prototipos de género y el lenguaje en los productos culturales, particularmente en los textos literarios.
El trabajo se desarrolla en dos partes: en primer lugar se exploran algunos de los objetivos primordiales que presenta Sandra Harding en el texto: ¿Existe un método feminista?, así como algunas de las limitaciones y propuestas que la autora hace a la investigación feminista. En esta parte la autora cuestiona la pertinencia del conocimiento tradicional y patriarcal que define como dominante, para proponer una teoría del conocimiento proveniente de la perspectiva feminista. Este apartado funge como parte introductoria a lo que serían algunas de las primeras líneas de la investigación feminista, sin embargo, su objetivo en el trabajo es fundamentar con las propuestas de Harding los planteamientos que se desarrollan en el segundo apartado, en el cual se abordan la relación entre el lenguaje (formas discursivas) y la delimitación de prototipos.
A partir de las observaciones que presenta Harding a la investigación feminista, se desarrolla el segundo apartado donde se tratan algunas nociones de la crítica literaria feminista, el discurso y la teoría de género. El objetivo reside en demostrar cómo es que a partir de la propuesta epistemológica con bases en la perspectiva feminista, se cuestiona al patriarcado y con ello las diversas formas de ser, en este caso me refiero a los prototipos de género como modelos de ser hombres y mujeres. En lo que a esto respecta, la crítica literaria feminista parte de la modificación de las representaciones que hacen los agentes, es decir, un cambio en las funciones que realizan los agentes a partir de prácticas feministas. En este caso la generación de prototipos y la conformación de identidades permiten explicar el carácter social y de acción en el lenguaje como aspectos propios de la interacción discursiva y en ello reside también la importancia de las representaciones semánticas de los hombres y las mujeres como definitorios de identidades a través de productos culturales, en este caso en los textos literarios.
La investigación y crítica feminista
En las últimas décadas, los estudios feministas han tenido una gran repercusión en los estudios sociales, una de las propuestas que sustenta el valor de estos estudios es el texto de Sandra Harding ¿Existe un método feminista?, mismo en que discute la pertinencia de un método de investigación en los estudios feministas, texto en el que nos indica que no hay un método como tal y que el valor de los estudios feministas reside en su aportación a los estudios sociales, como una forma diferente de acercarse a las teorías de conocimiento ya existentes, mismas que, refiere, han sido elaboradas por un grupo dominante, principalmente masculino:
Las investigadoras feministas vienen sosteniendo que las teorías tradicionales han sido aplicadas de manera tal que hacen difícil comprender la participación de las mujeres en la vida social, así como entender que las actividades masculinas, están determinadas por el género (y que no son, como suele considerárseles, representaciones de “lo humano”). Por eso han elaborado versiones feministas de las teorías tradicionales (Harding, 2002:13).
Harding menciona que para las investigadoras feministas las epistemologías tradicionales excluyen sistemáticamente a las mujeres y la posibilidad de que estas sean agentes del conocimiento, dado que la “ciencia” tiene una voz propiamente masculina y que la historia se ha escrito desde esa perspectiva, de tal manera que han propuesto teorías epistemológicas alternativas que surgen desde una perspectiva femenina (Harding, 2002:14)
Una de las problemáticas que Harding encuentra en los estudios feministas es el justificar equivocadamente su avance o resolución en la “suma o agregación de las mujeres” al mundo de los hombres, es decir, la inclusión de las mujeres al mundo cognoscitivo e histórico de los hombres, tratando de dar respuesta a las exigencias de los estudios feministas, de ahí que se reconozca ahora el trabajo realizado por mujeres en el ámbito científico y en la investigación, mismo que había sido ignorado durante mucho tiempo (Harding, 2002:15).
Otra de las “sumas o agregaciones” ha sido el examen de las contribuciones a la esfera pública por parte de las mujeres, mismas contribuciones que son dictaminadas por la masculinidad hegemónica, pues este grupo es el que designa cuáles han sido las contribuciones a la esfera pública de las mujeres y el impacto que se obtuvo (Harding, 2002:16). Un tercer ámbito de inclusión es la investigación sobre mujeres víctimas de violencia y crímenes cometidos en contra de ellas, principalmente actos como la violación, el incesto, la pornografía y la violencia física en el hogar, así como la explotación económica y la discriminación política, sin embargo, estas medidas no han resultado tan propositivas para mejorar la condición de las mujeres ya que se les presenta como incapaces de defenderse a sí mismas y dependientes de un sujeto que tenga el poder para defenderlas (Harding, 2002:17).
A parte de las limitaciones marcadas en el intento de incluir a las mujeres Harding menciona que los estudios feministas van más allá de estas propuestas, que en sí son valiosas, no responden a los requerimientos de las investigadoras feministas y las necesidades de las mujeres, de ahí que proponga que la investigación feminista defina su problemática desde “la perspectiva de las experiencias femeninas y que, también, emplee estas experiencias como indicador significativo de la “realidad” contra la cual se deben contrastar las hipótesis” (Harding, 2002: 21). Si la investigación parte desde lo que aparece como “problemático desde la perspectiva de las experiencias de las mujeres, la consecuencia es que la investigación tiende a diseñarse a favor de las mujeres […]” (Harding, 2002:23). “En otras palabras, los objetivos de una investigación de tal naturaleza consisten en ofrecer a las mujeres las explicaciones de los fenómenos sociales que ellas quieren y necesitan […]” (Harding, 2002:24). La investigadora o investigador debe colocarse en el mismo plano crítico que el objeto de estudio: “En otras palabras la clase, la raza, la cultura, las presuposiciones en torno al género, las creencias y los comportamientos de la investigadora, o del investigador mismo, deben ser colocados dentro del marco de la pintura que ella o él desean pintar” (Harding, 2002:25).
De tal manera que las creencias y comportamientos del investigador o la investigadora forman parte de las evidencias empíricas de los argumentos que sostienen la investigación, esta evidencia debe ser expuesta al análisis crítico al igual que los datos que se definen como evidencia relevante. A esta relación entre el investigador o investigadora y el objeto de investigación se le denomina “reflexividad de la ciencia social” (Harding, 2002:26). En resumen estas son los rasgos principales que Harding menciona que debe tener una investigación feminista, estos se pueden concebir como características epistemológicas de la investigación feminista ya que implican teorías del conocimiento diferentes a las tradicionales (Harding, 2002:26).
Lo anterior no implica que sólo las mujeres puedan hacer investigaciones feministas, si bien el estudio feminista debe surgir de las experiencias femeninas, si la investigación debe estar a favor de las mujeres y el investigador se debe colocar en el mismo plano crítico que el objeto de investigación, los hombres podrán hacer investigaciones adecuadas que simpatizan con el feminismo desde el análisis de las zonas de comportamiento que les son accesibles y fáciles de captar. Es así que, tratándose de mujeres o de hombres, para la investigación feminista la problemática radica en luchar contra el sexismo y el androcentrismo (Harding, 2002:32).
En relación con esta última tesis, Beatriz Suárez Briones señala en su texto La segunda ola feminista: teorías y críticas literarias feministas, que la crítica feminista se nutre de las problemáticas que se desarrollan en el nivel de la práctica social. Suárez retoma a Iris Zavala en el mismo texto para definir a la teoría feminista como “un programa de percepción y de interpretación encaminado a modificar la realidad social al modificar la representación que hacen los agentes” (Suárez, 2000: 25), es decir modificar y representar con un giro radical las funciones de los agentes (mujeres u hombres) a partir de prácticas feministas:
“Y es que la crítica feminista es ante todo una práctica política democratizadora que se mueve en una doble dirección, deconstruir el androcentrismo que está en la raíz de todas las prácticas sociales y culturales y reconstruir la perspectiva de las mujeres […]” (Suárez, 2000: 25)
En este caso la tarea de la investigación feminista sigue siendo luchar en contra del pensamiento androcentrista y retomar la perspectiva
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