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Cultura y economía en el desarrollo social humano


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2012  •  1.537 Palabras (7 Páginas)  •  525 Visitas

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Cultura y economía en el desarrollo social humano

Benito Payarés ComasI, Leandro Garnica MoralesII

La connotación metodológica de la instrumentación de este enfoque de las capacidades humanas, como indicadores para valorar el desarrollo personal de determinado sujeto, se infiere de cualquier análisis y se toma dicho desarrollo personal como expresión de la eficacia en el desempeño sociocultural; es decir, la falta de posibilidades reales o alternativas que aseguren la promoción y desarrollo de las capacidades apuntadas. por Sen conformarían una tendencia contramotriz del desarrollo humano que conduciría a la pobreza, la marginalidad y la exclusión en contextos concretos y, por consiguiente, a la desviación de la conducta social.12

“El primer requisito para conceptualizar la pobreza es tener un criterio que permita definir quién debe estar en el centro de nuestro interés. Especificar algunas ‘normas de consumo’ o una ‘línea de pobreza’ puede abrir parte de la tarea: los pobres son aquellos cuyos niveles de consumo caen por debajo de estas normas, o cuyos ingresos están por debajo de esa línea. Pero esto lleva a otra pregunta: ¿el concepto de pobreza debe relacionarse con los intereses de: 1) sólo los pobres; 2) sólo los que no son pobres, o 3) tanto unos como otros?”

Su preocupación por el incremento de la pobreza y sus implicaciones sociales en el planeta va más allá de la preocupación de un teórico de la economía y la sociedad. Es la denuncia ante el ascenso vertiginoso de los problemas globales que afectan la condición humana y, por ende, la capacidad y la calidad del desempeño social del hombre. Por eso, la exclusión de las oportunidades políticas, económicas y sociales del hombre actual y su inclusión en modos de actuación y convivencia en condiciones de desigualdad, reclama de una atención priorizada. En su conferencia Incluir a los excluidos advierte que la línea divisoria entre los adinerados y los desposeídos no es solamente un cliché retórico o un slogan elocuente, sino, lamentablemente, constituye un rasgo importante del mundo en el que vivimos.

“La confluencia de diversas privaciones específicas en forma de exclusiones congruentes es un rasgo envolvente, abarcador de la condición de los derechos humanos.”13 De esta manera no sólo es un problema social la exclusión con sus múltiples aristas, lo es también en las condiciones actuales del capitalismo, la inclusión en condiciones de desigualdad, orlada de calamidades que entristecen el panorama de las comunidades sociales.

Actualmente el 20 por ciento de la población más rica del mundo se apropia del 86 por ciento del consumo global.14 Esta exacerbada polarización del mundo a favor de los minoritarios adinerados ha atomizado la exclusión y la inclusión desigual en disímiles formas de existencia que estimulan las más diversas problemáticas sociales, entre ellas, la marginalidad y el delito. Hoy más que nunca se hace imprescindible actualizar el sentido de los términos equidad, sustentabilidad, productividad, potenciación, cooperación y seguridad, cuya pragmática asegure el carácter sistémico de cualquier estrategia que se adopte para tributar al desarrollo humano desde una visión multidimensional y transdisciplinaria.

El capitalismo con su consumismo alienado es excluyente. El mercado acuña las relaciones sociales, de forma que una especie de divisa –dentro del mercado, todo; fuera del mercado, nada– comienza a presidir las relaciones sociales y se extiende más allá de los tradicionales espacios del mercado público. Se considera inmoral lo que atente contra las relaciones mercantiles, las que, a su vez, son convertidas en figura ética universal.

El pragmatismo, el individualismo, la lucha por la existencia a costa de todos y de todo; el conformismo, asociado al sentimiento de impotencia ante la infalibilidad de las leyes mercantiles; y el consumismo, incitado por la publicidad y las ansias de vender y erigido en criterio de valor, se convierten en rasgos consustanciales de la cultura allí donde el mercado es el máximo protagonista de las relaciones sociales.15 Por eso se hace ineludible una nueva visión cultural del mercado en correspondencia con las necesidades del desarrollo humano. Dicha visión debe estar orientada sobre todo a dar respuesta a las situaciones de carencia, desde lo humano y no desde la plusvalía.

Semejante estado de la aldea global exige un cambio inaplazable del orden económico mundial, que facilite aumentar las capacidades de vivir una vida valiosa. Es necesario, entonces, que prevalezca el valor de uso sobre el valor de cambio, pues la anárquica proliferación de éste, en los últimos lustros, ha comenzado a provocar efectos nocivos en la vida cotidiana de las personas y en la organización de la sociedad, deteriorando la calidad de vida y llevando a formas de convivencias insatisfactorias.16

Hay aspectos sustanciales que son necesarios subrayar. Max-Neef advierte que “[…] cualquier necesidad humana fundamental que no es satisfecha adecuadamente revela una pobreza humana. La pobreza de subsistencia (debido a alimentación

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