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DESARROLLAR LA PRACTICA REFLEXIVA EN EL OFICIO DE ENSEÑAR


Enviado por   •  16 de Marzo de 2015  •  1.544 Palabras (7 Páginas)  •  409 Visitas

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Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar. Philippe Perrenoud

Diez desafíos para los formadores de enseñantes.

No se pueden pretender formar a practicantes reflexivos sin incluir este propósito en los planes de formación y sin movilizar a formadores de enseñantes con las competencias necesarias.

Se pone en entredicho la capacidad de los formadores del profesorado para formar a practicantes reflexivos. Es cierto que algunos de ellos son investigadores, que todos reflexionan sobre lo que hacen, que tienen en general un nivel alto de formación y que son todos capaces de poner en práctica el análisis y la síntesis.

Ahora bien, de ahí a concluir que son y forman sin más a practicantes reflexivos hay un salto importante.

Para que el cuerpo de formadores, en su conjunto, contribuya a formar a enseñantes reflexivos, es importante que se planteen algunos desafíos.

1- Trabajar sobre el sentido y las finalidades de la escuela sin hacer de ello una misión.

2- Trabajar sobre la identidad sin encarnar un modelo de excelencia.

Rostand describió con excelencia el desafío del formador: “Formar mentalidades sin conformarlas, enriquecerlas sin adoctrinarlas, armarlas sin alistarlas, comunicarles una fuerza, seducirlas con la verdad para conducirlas a su propia verdad, darles lo mejor de uno mismo sin esperar esa recompensa llamada descendencia”.

3- Trabajar en las dimensiones no reflexionadas de acción y sobre las rutinas sin descalificarlas.

El ser humano sólo es consciente de lo que hace cuando la realidad se resiste o cuando le pone en jaque. En un oficio complejo no es posible hacer todo explícito.

4-Trabajar sobre el enseñante y su relación con los demás sin convertirse en terapeuta. 5- Trabajar sobre lo silenciado y las contradicciones del oficio y de la escuela sin decepcionar a todo el alumnado.

Por ejemplo, es difícil hablar abiertamente de:

• El tiempo de trabajo, ausencias, retrasos, importancia real del trabajo de preparación.

• Los momentos incómodos que pueden surgir acerca de improvisación.

• Las evaluaciones apresuradas como resultado de cualquier pérdida de tiempo.

• Los alumnos que no gustan o que simplemente hacen el trabajo difícil.

• Las ocasiones que se pierde la sangre fría, y puedes caer en caos o desquicio.

• Las actividades en las que se flaquea por no poder ver los resultados.

• Los momentos de pánico, ya sea que comience por uno mismo o por ellos.

• Las fases depresivas en las que caes o te provocan sin querer.

• Los trucos inconfesables que se utilizan para tener el orden y conservar el poder.

• Las relaciones de seducción que se mantienen con algunos alumnos.

Si estos aspectos permanecen en el ámbito de los silenciado, ¿cómo se podría hacer de los objeto de formación?. En primer lugar, porque estos componentes inconfesables están, a pesar de todo, en función de las representaciones y de las competencias del enseñante más que de una falta de seriedad o de coherencia.

6- Partir de la práctica y la experiencia sin limitarse, para comparar, explicar y teorizar.

7- Ayudar a construir competencias e impulsar la movilización de los saberes.

Podemos concebir la competencia como una capacidad de movilizar todo tipo de recursos cognitivos, entre los que se encuentran informaciones y saberes.

Una competencia moviliza saberes declarativos, procedimentales y condicionales.

Un adulto puede aprender solo, probando, con la reflexión personal y la lectura. En formación, no se trata de hacerle dependiente del formador, sino de acelerar su proceso de autoformación a través de una práctica reflexiva enmarcada, un conjunto teórico y conceptual y unas propuestas más metódicas.

8- Combatir las resistencias al cambio y a la formación sin menospreciarlas.

Toda formación invita al cambio de representaciones e incluso de prácticas. Por lo tanto, suscita muy a menudo resistencias, tanto más fuertes cuanto que inciden en el núcleo duro de la identidad, de las creencias y de las competencias de los formados. Estas resistencias no son irracionales. Es importante reconocerlas, hacerlas inteligibles, legítimas y pertinentes antes de combatirlas y para superarlas mejor.

Los innovadores, los formadores, los entrenadores y los profesores tienen en común la lamentable tendencia de no lograr comprender por qué no les comprenden. En ningún caso, un formador puede esperar de sus aprendices que en tan sólo unos días recorran el camino que él ha recorrido en diez años.

9- Trabajar sobre

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