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Definición de terremotos y tsunamis


Enviado por   •  4 de Mayo de 2014  •  2.712 Palabras (11 Páginas)  •  366 Visitas

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Definición de terremotos y tsunamis

Terremotos

Los terremotos se producen cuando las tensiones acumuladas por la deformación de las capas de la Tierra se liberan bruscamente. Se rompen las masas de rocas que estaban sometidas a fuerzas gigantescas, reordenándose los materiales y liberando enormes energías que hacen temblar la Tierra. Sus focos de inicio (hipocentro) se localizan a diferentes profundidades, estando los más profundos hasta a 700 kilómetros. Son especialmente frecuentes cerca de los bordes de las placas tectónicas. Al año se producen alrededor de un millón de sismos, aunque la mayor parte de ellos son de tan pequeña intensidad que pasan desapercibidos.

Actúan de forma instantánea en un área extensa y las ondas sísmicas que provocan, especialmente las superficiales, causan formación de fallas, desprendimientos de tierra, aparición y desaparición de manantiales, daños en construcciones y muertes en las personas. Son muy difíciles de predecir y, en la actualidad, no hay sistemas eficaces para alertar a la población con tiempo de la inminencia de un sismo.

Tsunamis

Los terremotos submarinos provocan movimientos del agua del mar (maremotos o tsunamis). Los tsunamis son olas enormes con longitudes de onda de hasta 100 kilómetros y que viajan a velocidades de 700 a 1000 Km. /h. En alta mar la altura de la ola es pequeña, sin superar el metro; pero cuando llegan a la costa, al rodar sobre el fondo marino alcanzan alturas mucho mayores, de hasta 30 y más metros. El tsunami está formado por varias olas que llegan separadas entre sí por unos 15 o 20 minutos. La primera que llega no suele ser la más alta, sino que es muy parecida a las normales. Después se produce un impresionante descenso del nivel del mar seguido por la primera ola gigantesca y a continuación por varias más.

La falsa seguridad que suele dar el descenso del nivel del mar ha ocasionado muchas víctimas entre las personas que, imprudentemente, se acercan por curiosidad u otros motivos, a la línea de costa.

España puede sufrir tsunamis catastróficos, como quedó comprobado en el terremoto de Lisboa en 1755. Como consecuencia de este sismo varias grandes olas arrasaron el golfo de Cádiz causando más de 2000 muertos y muchos heridos y daños materiales. El 7 de julio de 1941 el último de los tsunamis detectados en las costas españolas afectó a las Canarias.

En 1946 se creó la red de alerta de tsunamis después del maremoto que arrasó la ciudad de Hilo (Hawaii) y varios puertos más del Pacífico. Hawaii es afectado por un tsunami catastrófico cada 25 años, aproximadamente, y EEUU, junto con otros países, han puesto estaciones de vigilancia y detectores que avisan de la aparición de olas producidas por sismos.

Terremotos en el siglo xx

En cada terremoto o tsunami, son los más pobres, los trabajadores, los que siempre resultan más damnificados, aquellos que en unos minutos de tragedia lo pierden todo. Con el tiempo, los pobres quedan más pobres que antes, expuestos a otros golpes de la naturaleza y lo peor a las embestidas de las políticas oficiales que finalmente hacen más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, gracias a la especulación.

La catástrofe que asola a nuestro país con el terremoto y tsunami del 27 de Febrero que ha sido calificado como el quinto terremoto más grande registrado con una magnitud de 8.8 y que se sintió desde Valparaíso hasta la Araucanía, con toda la secuela de muertes, heridos desaparecidos y la cuantiosa destrucción material, con la consiguiente pérdida económica para el país, nos debe hacer reflexionar sobre esta realidad de nuestro país. Somos un país sísmico, estamos expuestos a este tipo de embates de la naturaleza y debemos estar preparados para ello. Pero además, nos debe hacer reflexionar en otro sentido, en cada terremoto o tsunami, son los más pobres, los trabajadores, las personas más vulnerables los que siempre resultan más damnificados, aquellos que en unos minutos de tragedia lo pierden todo y quedan a merced de la ayuda de los gobiernos de turno, de la ayuda solidaria que no siempre es oportuna o eficaz.

Esta dolorosa realidad se ha sucedido en la larga lista de terremotos y sismos que hemos sufrido en nuestra historia. Es de esperar que en esta oportunidad el sino de desgracia de nuestro pueblo, golpeado por los terremotos, la economía y el desprecio de los poderosos cambie y pueda con su capacidad de organización y resiliencia permanente, rescatar desde los escombros su dignidad y esperanza en una vida mejor.

Valparaíso 16 de Agosto de 1906

Poco antes de las 8 de la noche, se produjo la primera sacudida de la tierra que duró, (según muchos testimonios de la época), cuatro minutos.

Todo el mundo se lanzó, a la calle o trató de guarecerse bajo los dinteles que creían menos vulnerables. De éstos, no pocos fueron aplastados al desplomarse las fachadas, ante el espanto de los que se habían quedado, paralizados por el terror, en los interiores. Otros cayeron bajo el peso de cornisas, muros y balaustradas.

Siguieron al primer sacudimiento quince minutos de alaridos, búsqueda de sobrevivientes, paroxismo, hasta producirse el segundo, más breve - se habló de un minuto - pero mucho más fuerte, que completó la destrucción de barrios enteros: el Almendral, entre las calles Errázuriz e Independencia; el Estero de las Delicias y la Plaza Aníbal Pinto con sus aledaños, todos ellos levantados en tierra de relleno.

Las casas de los alrededores del puerto, más sólidas, resistieron mejor. En ellas se refugiaron unos, mientras otros lograban llegar a los barcos o improvisaban refugios en calles y plazas para protegerse de la lluvia tenue y pertinaz, que sólo cesó a medianoche, y de la helada subsiguiente, del terror a la propagación de los incendios que se habían iniciado por todos lados, incendios que la suave llovizna apenas sofocaba, y también de la guerra campal entre la fuerza pública y salteadores, muchos de los cuales fueron fusilados in situ.

La ciudad quedó totalmente aislada, de suerte que hubo que defenderse con sus propios recursos de la propagación de los incendios, de los insensatos que rompían las cañerías de agua más cercanas para abastecerse o simplemente para satisfacer la desesperación generada por el caos, además de la necesidad urgente de enterrar los cadáveres, calculados a posteriori en más de 3.000.

La magnitud asignada para este terremoto fue 8,39 en escala Richter (en base a los antecedentes, ya que dicha escala no había sido

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