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Democracia


Enviado por   •  12 de Abril de 2014  •  4.365 Palabras (18 Páginas)  •  171 Visitas

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Una Democracia para Estos Tiempos

1.- Muchos gobiernos del mundo tienen la imperiosa necesidad de resolver las conflictivas causas de la ingobernabilidad de sus pueblos. Es imperioso rescatar los principios fundamentales de una democracia auténtica para estos tiempos.

1.1.- La interrelación del ser humano con las instituciones socio-políticas del Estado originó la existencia del ciudadano. Las relaciones entre el ciudadano y el Estado comprometen beneficios mutuos. El ciudadano se compromete a respetar las leyes y el Estado a garantizar con estas leyes los derechos del ciudadano. Si el Estado no garantiza la protección de los derechos del ciudadano, incurrirá en violación de los fundamentos esenciales de la democracia.

2.- Es el pueblo el que hace al Estado y no el Estado el que hace al pueblo. No es lo mismo entender el ideario del predominio del Estado Pueblo como el principio y el fin fundamental de la democracia; que creer que el Gobierno de turno, por haber sido elegido al amparo de las ideas de la democracia, pueda sustituir al Estado Pueblo.

2.1.- El Estado Pueblo es la comunidad de mujeres y hombres en condición de ejercer con libertad el derecho de la autodeterminación[1]. El Estado Pueblo debe garantizar el imperio de la equidad de los deberes y derechos políticos que permita ejercitar el derecho del sufragio para elegir al Gobierno que los represente y resuelva la problemática de la gobernabilidad con una coherente política tributaria y con una administración honesta de la hacienda pública, a fin de gobernar con equidad y justicia, para cumplir y hacer cumplir los deberes y los derechos contractuales de toda la ciudadanía, sin distinciones jerárquicas, ideológicas, religiosas, sociales, económicas u otras.

3.- Para ejercitar la equidad legislativa, ejecutiva y judicial es necesario que la ciudadanía aprenda a discernir y entender los fundamentos auténticos de la democracia, para no ser adoctrinada con sofismas demagógicos, que han ocasionado la corrupción de los poderes del Estado. Es imperiosa la concienciación plena de la soberanía del Estado Pueblo sobre el Gobierno elegido, porque sólo garantizándose esta soberanía del Estado Pueblo podrá consolidarse la auténtica democracia que los pueblos del presente reclaman.

3.1- Para gobernar con equidad y justicia es necesario que el Ejecutivo y el Legislativo elegidos respeten la autonomía e independencia del Poder Judicial, y que hagan respetar los deberes y derechos de la ciudadanía. Para garantizar la justicia de los derechos ciudadanos es imprescindible definir con precisión qué es lo justo y qué no es justo.

3.2.- Conscientes de la falibilidad del juicio humano, ilustres y esclarecidos pensadores de la antigüedad consagraron el argumento de que: "Algo es justo cuando se acuerda que es justo e injusto, cuando se acuerda que es injusto". Es decir, por convención decidieron que, de común acuerdo, debe resolverse el antagonismo de los argumentos de quienes -por si mismos- no pueden deslindar sus desavenencias y conflictos. En tanto los pueblos estuvieron dirigidos por personas ilustres, de intachable honradez, lealtad, veracidad, sensatez y respeto por los derechos del pueblo, lo que se acordaba era realmente lo justo o injusto.

4.- Conscientes de que el respeto de las interrelaciones humanas sólo se puede sustentar en un contrato que equitativamente determine los deberes y derechos contractuales, los revolucionarios franceses, haciendo suyos los pensamientos de Voltaire y de Rousseau, propusieron la conveniencia de un contrato social que resolviera las exigencias políticas de la vida en sociedad, y acordaron lo que en ese contexto revolucionario parecía justo, y de común acuerdo decidieron que: "Cada uno de nosotros pone en común su persona y toda su potencia bajo la suprema dirección de la voluntad general; y recibimos toda la corporación reunida a cada miembro como parte indivisible del todo gobierno"[2].

4.1.- Al amparo de este infortunado argumento revolucionario, no se respetó el derecho de las minorías monárquicas. Los políticos, politiqueros y politicastros han venido adoctrinando a los aprehendientes de la democracia, haciéndoles creer que: "La voluntad de la mayoría, anula y priva a la minoría, de sus inalienables derechos de autodeterminación y de disidencia, por tanto, deben someterse al acuerdo de las mayorías".

4.2.- Inmersos en la resistencia y oposición al monarquismo de esos tiempos, los revolucionarios argumentaron que el acuerdo de un orden social no se fundaba sólo en el retorno a los deberes y derechos naturales, sino en las conveniencias de un contrato social que consolidara la voluntad de la mayoría republicana, superponiéndose sobre las aspiraciones de la minoría monárquica.

4.3.- Para asegurarse que la voluntad de la mayoría republicana se impusiese sobre las aspiraciones de la minoría monárquica, se prometió el célebre contrato social que garantizara que los acuerdos fueran justos. El contrato social establecería los deberes y los derechos contractuales de toda relación privada como jurídica. En realidad, el mentado contrato social, jamás fue instituido ni practicado.

4.3.1.- Imbuidos de los principios republicanos de los griegos, adoptaron también los fundamentos de su justicia que sostenía que: "dado un orden social aceptado, cualquier alteración del mismo, era injusta, y que todo desequilibrio del orden merece una compensación justa". En oposición a la minoría monarquía, la mayoría revolucionaria reclamaba un nuevo orden social: el de la República, cuyas autoridades debían ser elegidas por un período determinado y no de por vida. Los revolucionarios tenían el convencimiento de que la soberanía nacional reside en la totalidad del pueblo y no en la voluntad de un monarca.

4.4.- Por entonces predominaban las ideas tomistas, y, basados en el equivocado criterio de que el átomo era indivisible, no dudaron en proponer la falaz consigna de que el todo era indivisible, y con este sesgado razonamiento -los revolucionarios- defendieron la idea de la indivisibilidad del todo-sociedad. Enajenados por esta falacia monista, los demócratas del presente aún pretenden mantener la idea de que la voluntad de las mayorías prima sobre el de las minorías. Es decir, persisten en afirmar que el átomo es indivisible, en circunstancias que se ha demostrado hasta la saciedad que el átomo sí es divisible.

4.4.1.- Desde ese entonces, los pueblos oprimidos se contagiaron del éxito revolucionario, y al amparo de los ambiguos fundamentos republicanos, los politiqueros y politicastros han venido politizando y adoctrinando a los ciudadanos,

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