ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Desarrollo en las capitales del mundo

Enyelisj26 de Mayo de 2015

3.717 Palabras (15 Páginas)278 Visitas

Página 1 de 15

República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

San Félix – Edo. Bolívar

Misión Sucre

Desarrollo en las capitales del mundo

Jiménez Jorge

Febrero, 2015

Introducción

La urbanización, considerada como proceso de concentración de la población en un número reducido de núcleos, es, junto a la modernización dela sociedad y la industrialización, uno de los fenómenos sociales más característicos del siglo XX. Especialmente la urbanización a gran escala que, en la segunda mitad de éste, se expandió por todos los continentes a un ritmo desconocido hasta entonces. El vivo desarrollo urbano se había producido primero en los países industrializados y, en esta etapa, se extendió también por los del Tercer Mundo, impulsando la polarización de sus recursos en unos enclaves privilegiados y, al mismo tiempo, el desarrollo desigual y la diferenciación interna de sus territorios y sociedades, pero esta situación se reprodujo en América Latina con caracteres más acusados que en las demás regiones del mundo. El presente trabajo escrito reflejara varios aspectos relacionados con el desarrollo en las Capitales del mundo:

Continente Europeo

Continente Americano

Continente Asiático

Continente de Oceanía

Continente Africano

Desarrollo en las capitales del mundo

Europa es, con un 75% de su población viviendo en ciudades, una de las regiones más urbanizadas del planeta. Sin embargo, aunque en algunos estados la tasa de urbanización excede el 80% (Suecia, Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Reino Unido, Bélgica, etc.), y las proyecciones señalan que para el año 2025 un 83% de la población europea residirá en ciudades, esta región posee una tasa de crecimiento urbano del 0,5% anual, cuando para el conjunto del planeta es del 2,5%. Aunque hubo asentamientos permanentes en épocas prehistóricas, las primeras proto ciudades europeas aparecen hacia el año 800 a.C. En Creta, relacionadas con la cultura micénica, extendiéndose posteriormente por diferentes islas del mar Egeo y el continente. Para proteger las ciudades del asalto de los piratas, se construían en alto y con una acrópolis. Del Egeo, la cultura urbana pasó al mar Negro y al Mediterráneo Occidental, construyéndose en plano ortogonal y con un tamaño medio que raramente superaba los 15.000 habitantes. La ciudad más importante de este período es Atenas, a la que se le atribuyen 150.000 habitantes. La totalidad del territorio romano en Europa estuvo colonizado mediante ciudades, estableciendo la estructura urbana que conocemos actualmente, ya que prácticamente todas las urbes europeas actuales tiene su origen en las ciudades romanas o incluso anteriores.

Durante la Baja Edad Media el comercio favoreció el resurgimiento de algunas ciudades, mientras que las sedes episcopales, en torno a las catedrales, y en colaboración con los poderes locales, organizaron la vida urbana. En este período surgen ciudades en la zona central y oriental de Alemania, en Hungría, Polonia, Austria, y en la República Checa, en una ancha franja comprendida entre las Frankfurt y Kiev. Son núcleos urbanos caracterizados por el desarrollo del artesanado industrial y los servicios, convirtiéndose en centros de innovación, con recursos humanos especializados y con libertades cívicas. Estas ciudades se desarrollaron bajo una cierta planificación, estructurándose en torno a la plaza del mercado. Los alemanes fueron atraídos como colonizadores a estas nuevas ciudades, ya que en ellas encontraban una libertad económica y social desconocida en el mundo rural, dominado por el feudalismo. El comercio fue entonces un motor esencial para el desarrollo de las ciudades. Muchas de ellas se desarrollaron en las rutas centroeuropeas que unían Dordrecht, en los Países Bajos, con Venecia, o Frankfurt y Kiev, a través de Praga y Cracovia.

Las ciudades europeas, y en especial las portuarias, pasaron a convertirse en núcleos de tránsito de productos, generando una actividad que atrajo a miles de personas procedentes del medio rural. Esta expansión urbana obligó a extender las ciudades más allá de los límites de las murallas, formando nuevos barrios con un trazado más regular y aprovechando estos cambios para reorganizar los espacios internos. Simultáneamente al crecimiento de las ciudades en los centros portuarios y los ejes comerciales continentales, entre los siglos XVI y XVIII se produce la formación y consolidación de los estados, de forma que algunas ciudades empiezan a basar su crecimiento en torno a la capitalidad, ejerciendo una función de organización y control territorial. En este período el sistema urbano se jerarquiza, produciéndose un desplazamiento del espacio central de crecimiento desde el Mediterráneo hacia el mar del Norte, configurando la organización del espacio europeo que todavía prevalece en la actualidad, con un eje urbano de gran dinamismo entre Milán y Londres. Durante el siglo XIX la industrialización refuerza el crecimiento de las ciudades portuarias y los núcleos urbanos de carácter comercial, favoreciendo además el desarrollo de algunas ciudades nuevas de tamaño medio en torno a los yacimientos de carbón y mineral de hierro. La expansión del ferrocarril no sólo actuó como medio de comunicación para abastecer de materias primas a las industrias y de productos manufacturados a los grandes centros de mercado, sino que también favoreció el trasvase de población desde el medio rural hacia los centros industriales urbanos, necesitados de mano de obra.

A comienzos del siglo XX Londres (6,5 millones de habitantes) y París (3,3 millones) se habían consolidado como los núcleos urbanos más importantes de Europa, mientras que el desarrollo experimentado desde finales del XVIII en Liverpool, Birmingham, Manchester o Glasgow, permitió situar a estas ciudades industriales en un nivel de importancia similar al de capitales como Berlín, San Petersburgo, Viena o Moscú. Durante la segunda mitad del siglo XX el desarrollo urbano europeo ha estado dominado por el auge de las actividades de servicios, favoreciendo la formación de aglomeraciones urbanas con una morfología y una distribución de funciones diferentes a las de las áreas metropolitanas tradicionales, ejemplificadas en el año 2001 por Moscú (13,2 millones de habitantes), Londres (11,8 millones), y París (9,7 millones). Este es el caso de la aglomeración polinuclear del Rin Ruhr en Alemania, con 12 millones de habitantes, y ciudades tan importantes como Essen, Dortmund, Colonia y Dusseldorf, la del Randstad en los Países Bajos, con cinco millones de habitantes y núcleos como Ámsterdam, La Haya, Utrecht y Rótterdam, o el corredor bipolar Manchester-Liverpool, con cuatro millones de habitantes.

En Europa, a diferencia de otras regiones altamente urbanizadas como Estados Unidos y Japón, posee una estructura urbana dominada por ciudades pequeñas y medianas (capitales de estado, capitales regionales, etc.), mientras que el número de grandes urbes es comparativamente menor. Las ciudades europeas forman un sistema que, en función de su tamaño, función y área de influencia, se estructura con la siguiente jerarquía:

a) Grandes megalópolis mundiales. Son ciudades donde predominan las actividades de servicios (banca, aseguradoras, empresas mercantiles), que se encuentran bien dotadas de infraestructuras (transportes, telecomunicaciones, etc.), servicios a empresas, o centros de I+D.

b) Megalópolis regionales o estatales. Aunque también puedan poseer factores de atracción, su área de influencia está limitada al ámbito estatal, como es el caso de capitales de estado (Madrid, Moscú, Roma, Atenas, Estocolmo, Oslo, Viena, Lisboa, etc.), o regional, comprendiendo tanto regiones supraestatales, principalmente asociadas a la localización de sedes de organismos internacionales (Bruselas), como subestatales (Barcelona, Milán, Hamburgo, Münich, etc.).

c) Ciudades medias. Pese a que concentran un menor número de actividades económicas o culturales que las grandes aglomeraciones, ciudades medias como Liverpool, Lyón, Toulouse, Marsella, Valencia, Zaragoza, Nápoles, Salónica, Colonia, Bolonia o Salzburgo juegan un papel muy importante en la organización del sistema urbano europeo, contribuyendo al equilibrio demográfico y auna mejor distribución de la actividad económica sobre el territorio. Entre las ciudades que integran esta categoría se encuentran aquellas localizadas en las proximidades de las grandes aglomeraciones que han experimentado un notable desarrollo por los procesos de deslocalización de las ciudades centrales, y las que se han especializado en determinadas actividades, servicios o equipamientos, como las tecnópolis de Cambridge, Heidelberg y Montpellier.

d) Ciudades menores. Se caracterizan por una situación periférica o una débil proyección internacional, aunque poseen un peso económico y una estructura social suficientemente importantes y consolidadas como para extender su área de influencia sobre su entorno geográfico más inmediato (Dover, Grenoble, Lieja, Bari, Kiel, etc.). Al igual

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (24 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com