Dignidad Humana

Los derechos humanos están íntimamente relacionados con la noción de dignidad humana. Ambas nociones están conectadas de tal manera que uno no puede ser entendido sin el otro. La importancia de los derechos humanos y el requisito de respetar los derechos de todos se basa en la noción de la dignidad humana. En ese sentido, la dignidad humana se considera la base de los derechos humanos. Los defensores de los derechos humanos y los diferentes movimientos sociales recurren a la dignidad humana para justificar sus reclamos y sus acciones. El ataque contra la pobreza mundial, la lucha contra la discriminación, la tortura y los tratos inhumanos, y la condena de la injusticia, se basan en la noción de la dignidad humana. Este papel central de la dignidad humana lleva a la cuestión de su justificación: ¿de dónde proviene el poder de la dignidad humana? O mejor, ¿por qué una persona tiene la dignidad que justifica el requisito de respetar sus derechos? La respuesta a esta pregunta depende de la perspectiva desde la cual uno está hablando. Es decir, desde un punto de vista religioso, desde un punto de vista filosófico o desde un punto de vista experimental. Este capítulo explorará estas diferentes perspectivas. Entender la relación entre los derechos humanos y la dignidad humana nos permite comprender que los derechos humanos tienen que ver más con el tipo de mundo racional y razonable en el que los seres querrían vivir.

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¿Por qué deberían todos los seres humanos tener ciertos derechos simplemente por el hecho de ser humanos? Una justificación es una apelación a la autoridad religiosa. Sin embargo, en sociedades cada vez más seculares, este enfoque tiene sus límites. Una respuesta alternativa es que los derechos humanos se justifican a través de la dignidad humana. Este documento argumenta que los derechos humanos y la dignidad humana están mejor separados por tres razones. Primero, la paradoja de la justificación: el concepto de dignidad humana no resuelve el problema de justificación de los derechos humanos, sino que lo agrava en las sociedades seculares. En segundo lugar, el callejón sin salida de Kant: si los derechos humanos se basaran en el concepto de dignidad de Kant en lugar de en el de los teístas, tales derechos perderían su validez universal. En tercer lugar, riesgo por asociación: la dignidad humana es hoy en día más controvertida que el concepto de los derechos humanos, especialmente dadas las tensiones no resueltas entre la dignidad aspiracional y la dignidad inviolable. En conclusión, a los defensores de los derechos humanos universales les irá mejor con marcos alternativos para justificar los derechos humanos en lugar de basarse en el concepto de dignidad.

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Desde un punto de vista teórico, las tres tensiones conceptuales sobre la dignidad humana parecen irresolubles frente a la dificultad de los problemas que presentan. De hecho, la dignidad es natural para los seres humanos, por lo tanto, es anterior a todo acto social, legal o político, o, a la inversa, es un atributo creado por la dinámica de los sistemas jurídico-políticos de las sociedades modernas. Por otro lado, el derecho a la dignidad humana es un valor abstracto definido en términos formales y, por lo tanto, ambiguo, o es un valor específico que se materializa en varias esferas de la vida humana, como el derecho a la propiedad, personal integridad, seguridad social, etc. Finalmente, o solo hay una noción de dignidad humana que se aplica a todas las personas sin distinción de cultura, clase, género u otros atributos "accidentales" o, por el contrario, la dignidad humana es un concepto que es necesariamente calificado por esta participación individual en varios grupos sociales diferentes.

Además, una lectura sistemática de los diversos tratados internacionales de derechos humanos no parece sugerir una respuesta a las preguntas anteriores, ya que, por el contrario, tal lectura prueba la existencia de estas tensiones en los documentos internacionales. En este sentido, el problema teórico persiste e incluso se intensifica porque cada día aparecen nuevos documentos internacionales (resoluciones, tratados, convenciones, declaraciones, etc.) que pretenden reconocer la existencia de ciertos grupos sociales que. de una forma u otra, se había vuelto invisible debido a la generalidad de los documentos existentes hasta la fecha. Los casos recientes de los derechos de los pueblos indígenas e incluso grupos religiosos ilustran esta afirmación.

Pero en medio de estas incertidumbres conceptuales, hay una constante segura: la decisión judicial. De hecho, independientemente del nivel de dificultad que presente un caso, o si existen o no dudas teóricas sobre el alcance de ciertos conceptos, como la dignidad humana, el juez siempre tiene la obligación absoluta de tomar una decisión.

Por lo tanto, como se muestra, la jurisprudencia analizada participa en otro nivel en el debate teórico sobre las tensiones de la dignidad humana. Para este propósito, el valor principal de los fallos judiciales es que a través de ellos, implícita o explícitamente, los jueces están definiendo el alcance y el significado de ciertos términos y, especialmente, están concretando aquello que, en principio, parece sin esperanza abstractamente.

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