Discurso Graduación

Crepúsculo inmarcesible.

Primeramente, para comenzar con estos agradecimientos, quisiera dar mis más sinceras reverencias a mis padres. Ellos, Mauricio León y Olga contreras, han jugado el papel más importante en mi educación hasta lo hecho hoy en día, enseñándome infinidad de aspectos importantes que me hacen lo que hemos construido juntos. Igualmente, apoyándome en mi vida diaria desde lo “menos importante”, lo económico, hasta lo que más aprecio, su amor y cariño.

Por otro lado, ya refiriéndome más a mi etapa de estudios, el crepúsculo inmarcesible, que termina el primero de Diciembre con el recibimiento del grado de bachiller, o mejor dicho ¿comienza? Sí, tal cual como el crepúsculo. En una parte de la tierra “se acaba” ese sol, pero al otro lado del mundo apenas comienza. A eso quiero hacer referencia con mis estudios, al fin culmina esta etapa del colegio. Ahora bien, comienza otro mundo, la Universidad, donde no tenemos profesores que “estén a la pata de nosotros” (así como exageran algunos de los míos).

Siguiendo esta idea, entristece un poco dejar a mi “colegio de La Salle tan querido”. Sí, ese mismo que “aquí nos tiene hoy, pagando la pensión”, comiendo salchichón, etcétera. Suspirando con esos recuerdos de la infancia, dándole “retoques” al himno del colegio con mis compañeros de ese tiempo, que ahora son mis amigos con los que cursé todo mi bachillerato, tales como: Wilson Meza o Carlos Varón. Increíbles tiempos, que serán mejores aún para los más pequeños del colegio con tantas reformas y proyectos que se han puesto en marcha gracias a nuestro incansable y trabajador rector: Alexander Santafé.

Para ilustrar el éxito alcanzado en este espacio que me brinda la historia, me harían falta cientos de hojas para nombrar a cada una de las personas que hicieron esto posible. Desde los trabajadores de servicios generales que me acompañaron toda mi infancia: “Don Edgar” o “Doña Ligia”, pasando por profesores que instruyeron académicamente mis estudios: Elkyn Martinez o Alexandra Villareal, y mis compañeros que me hacían reír con sus tonterías diarias.

Para concluir, quisiera agregar y hablar para toda la comunidad, es un honor ser Lasallista, pertenecer a esta familia mundial. Gracias a ella, que me ha dado una educación académica y humana de calidad. En otras palabras: “todo Lasallista es mi hermano”.

¡LASALLISTAS! ¡PRESENTES! (este paréntesis es solo para el nombre: Gopal L)

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