Diversidad funcional Pac 3 Nota B

Aún recuerdo como conocí a Jaime una mañana de domingo en un partido de fútbol sala. Le saludé como a cualquier otro amigo, jugamos juntos como con cualquier otro compañero de equipo. Llevaba colgada a la espalda la etiqueta de fanático del heavy metal y culé a muerte. Al finalizar el partido, le comenté a mi hermano si jugaba en algún equipo porque me sorprendió su forma de jugar. Cuando me respondió que jugaba en un equipo de fútbol para discapacitados intelectuales no me lo podía creer pues yo solo vi un chico con capacidades y no a una persona incapacitada. Considero por tanto, que Jaime, es una persona íntegra y capaz; capaz no solo de participar en su propia vida, sino de construirla desde sus cimientos.

Teniendo en cuenta el análisis realizado por Climent Giné (2006) citado por Martínez (2012) respecto al modelo propuesto por la AAMR que hace referencia a los puntos básicos que debemos tener en cuenta como profesionales respecto a la definición de retraso mental, he podido observar como el retraso intelectual, no depende solo de sus características internas, sino de las oportunidades que su entorno más cercano le va facilitando. El apoyo incondicional, des del punto de vista tanto emocional como relacional e instrumental recibido por parte de su familia, amigos, la escuela, el lugar de trabajo, etc., ha sido vital en su desarrollo. Por otro lado, se le diagnosticó una discapacidad de un 33%, pero no debemos de olvidar que se trata tan solo de un número, una categoría que realmente es relativa, puesto que yo veo en Jaime una persona sin limitaciones. Además, es capaz de afrontar perfectamente las exigencias impuestas por su entorno. Va a trabajar cada día, se relaciona perfectamente con sus amistades, que son muchas; juega en un equipo de fútbol, va a conciertos y siempre tiene algo que hacer. Tal como afirma Giné, citado por Martínez (2012), una persona sufrirá más o menos discapacidad dependiendo de las situaciones que tenga que afrontar y del apoyo que se le pueda dar para encararlas y en su caso es una persona que se adapta perfectamente a su entorno y tiene el apoyo de todos sus familiares y amigos.

Como educadores, debemos tener en cuenta que nos somos los dueños y señores de las personas a las que debemos acompañar. No debemos cometer el error de anular a la persona al creer que se encuentra en una situación de incapacidad por sufrir algún tipo de de diversidad funcional. En el caso de Jaime, tanto en la escuela de educación especial, como en casa, siempre le han apoyado y acompañado en su desarrollo, pero siempre desde sus capacidades, ofreciéndole autonomía y poder de decisión, oponiéndose a un modelo paternalista en el que no hubiera podido participar activamente en las decisiones de su vida. Esta circunstancia la podemos ver en su día a día, siendo dueño de su destino que no tiene límites. Decidió en su momento estudiar Garantía Social en “L'escola d'aprenents” en Barcelona y ahora ya lleva ocho años trabajando en el Puerto de Barcelona, donde también tienen en cuenta sus particularidades.

A pesar que lo más probable sea que fuera de su entorno se pueda encontrar con gente que tenga una visión discapacitadora de su persona, el hecho de visualizarle desde la discapacidad, sería un error, pues le ofreceríamos una sensación limitadora que provocaría que él mismo se viera como una persona incapacitada. De este modo, si realizáramos un acompañamiento meramente asistencial de la persona con diversidad funcional dificultaríamos no solo su desarrollo hacia la normalización, sino que además, potenciaríamos una óptica limitadora de la persona. Debemos de tener en cuenta, que cada persona es única, por lo que todos tenemos necesidades diferentes. Por consiguiente, a la hora de acompañar a una persona, no debemos limitarnos a cubrir únicamente las necesidades básicas de esa persona , sino tener en cuenta su pluridimensionalidad, ver al sujeto desde una perspectiva global, para poder así, desarrollar sus potencialidades. Teniendo en cuenta las premisas planteadas por Chalifour, citado por Martínez (2012), el ser humano sería un ser indisociable, y por tanto, tal como sugiere Rogers, citado por Martínez (2012) , “todo organismo está animado por una tendencia inherente a desarrollar todas las potencialidades [...]”. Por ende, un educador

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