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E. KANT

the_king2010Ensayo27 de Julio de 2014

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Hoy vamos a hablar de Kant. Kant es una de las más grandes figuras de la Historia de la Filosofía, pero además representa algo muy particular en este curso, cuyo tema es "Los estilos de la Filosofía". Como verán ustedes enseguida, él no solamente significa un estilo nuevo, sino que tiene una particular conciencia de ello.

Kant, Immannuel Kant, nació en 1724 y murió en 1804. Nació, vivió y murió en Königsberg, no se movió de su ciudad natal. Era un hombre metódico, la gente ponía su reloj cuando paseaba el señor Kant, porque sabía que hora pasaba. Hay unos ligeros versos de Antonio Machado que dicen:

¡Tartarín en Königsberg!

Con el puño en la mejilla,

todo lo llegó a saber.

Era de una familia modesta, muy religiosa, protestante, pietista, tuvo una vida de profesor, solitario, una vida enormemente sencilla y simple. Es curioso el hecho de que tenía buena imaginación: daba cursos de geografía y parece que presentaba países que no conocía, que no había visitado nunca, con gran imaginación.

Su pensamiento filosófico empezó pronto, sin gran precocidad, pero hay una larga época de su vida -que es lo que se ha llamado después "el periodo precrítico"- en la cual -más o menos- sigue las huellas del pensamiento dominante en los primeros y medios decenios del siglo XVIII. Hay después una época bastante larga en que no escribe, medita, piensa... y entonces empieza el periodo crítico: el año 1781 publica su libro capital, Crítica de la razón pura, Kritik der reinen Vernunft, que después volvió a publicar -una edición bastante modificada- en 1787. Justamente la palabra "crítica" es esencial en ese periodo; él publica otros libros importantes: Crítica de la razón práctica, Crítica del juicio, Fundamentación de la metafísica de las costumbres...

Lo interesante es que en esas obras de madurez, ya más propiamente personales, que marcan un estilo nuevo, él tiene conciencia de esto y dice que se trata de "un giro copernicano". Él piensa en la inversión de la concepción astronómica de Ptolomeo en manos de Copérnico y presenta su filosofía como "un giro copernicano", eine kopernikanische Wendung.

Es decir, él tiene perfecta conciencia de un estilo nuevo. Este estilo tiene que ver, evidentemente, con la tendencia que ya hemos advertido (y la hemos visto claramente en Descartes): la tendencia a evitar el error. Más que el descubrimiento de la verdad, con más fuerza todavía, se busca evitar el error.

Recuerden ustedes cómo Descartes pone en duda muchas posibilidades de conocimiento, él cree que no son seguras y busca evitar el engaño, y busca un fundamento indubitable, que va a ser el cogito, la mente que piensa: algo de lo cual no se pueda dudar. Esto aparece también en manos del empirismo, especialmente en Locke, hay también una especie de renuncia a muchos problemas -ya lo vimos el otro día- porque justamente se trata de poder estar seguro mediante la experiencia.

Pues bien, esto es capital. No olvidemos que Kant recibe un influjo poderoso no solamente de Locke, sino también de Hume, a quien llama "ese hombre adulto", que llega a una forma incluso casi escéptica del empirismo de Locke y pone en cuestión una serie de posibilidades de conocimiento: esto pone en alerta a Kant, él cual se va a concentrar sobre los objetos de razón y sus límites, sus posibilidades. Es la crítica de la razón.

Por cierto hay una aclaración terminológica que conviene tener presente: la palabra "puro" en Kant quiere decir: independiente de la experiencia. Kant dirá en algún lugar: "Todo conocimiento empieza con la experiencia pero no todo conocimiento se funda en la experiencia". Hay conocimientos que no se fundan en la experiencia, esto quiere decir "puro" o también, con otro término que él usa mucho, "a priori". "A priori" o "puro" quiere decir independiente de la experiencia, frente a "a posteriori", que es lo fundado en la experiencia.

En segundo lugar, otra aclaración terminológica, cuando Kant habla de crítica de la razón pura y de crítica de la razón práctica el lector no filósofo supone que se contrapone puro a práctico. Y no: la razón pura es toda ella; es la razón pura teórica y la razón pura práctica. Es decir, el adjetivo "puro" corresponde a las dos; la diferencia está en que sea una teórica y la otra práctica.

Kant va a acometer la empresa de la crítica de la razón, de establecer los límites de la razón, sus posibilidades, su justificación y eso justamente en el momento en que tiene un enorme prestigio la Física de Newton.

Las tres preguntas fundamentales que se plantea Kant en la Crítica de la Razón Pura son: ¿Cómo es posible la matemática pura? ¿Cómo es posible la física pura? ¿Es posible la metafísica?

Vean ustedes la diferencia entre las preguntas: da por supuesto que son posibles la matemática y la física puras y se pregunta si es posible la metafísica. Y dice que no se ha encontrado todavía el seguro camino de la filosofía: mientras las matemáticas y las ciencias han encontrado un seguro camino y progresan, avanzan, se consolidan; en filosofía, en metafísica no se ha llegado a tener el seguro camino de la ciencia " kein sicherer Weg der Wissenschaft" el seguro camino de la ciencia y esto es justamente lo que él va a buscar, lo que va a determinar la obra de Kant.

Esto lo va a llevar a una reflexión muy profunda. Normalmente se ha pensado que el pensamiento conoce las cosas; conoce las cosas tal como son. Y Kant dice: no, esto no es posible. Lo que llama "la cosa en sí", "das Ding an sich" no se puede conocer; porque yo conozco "la cosa en mí". Lo que yo conozco, lo conozco sometido a mí; sometido a mi espacio, a mi tiempo, a mis categorías, esto es la "cosa en mí", que él llamará "fenómeno", oponiéndolo al "noumeno", la cosa en sí.

Cuando yo conozco algo, transformo, modifico la cosa en sí, que, como tal, es inadmisible. Es contradictorio que yo conozca la cosa en sí porque cuando la conozco está en mí, ingresa en mi subjetividad, que la modifica.

Es algo capital, decisivo, que va a iniciar una manera nueva de plantear los problemas filosóficos y esto es justamente lo que va a explorar en la Crítica de la Razón Pura.

Entonces hace una crítica muy profunda de la cual, naturalmente, no podemos más que dar algún ejemplo. Por ejemplo, recuerden ustedes, como ese famoso problema de la comunicación de las substancias se había resuelto en la filosofía del siglo XVII mediante Dios (Dios como garante de la evidencia en Descartes: no hay un genio maligno que nos engañe etc.). El planteamiento de Kant es distinto: se habla de la existencia como si fuera una cualidad de las cosas y ¡no! Sein ist keine reales Prädikat, el ser no es un predicado real. ¿Qué quiere decir esto? No es que una cosa sea lo que es y además exista; ¡no! La existencia no es un predicado real. Él dice "Cien táleros -la moneda dominante en la época- pensados tienen lo mismo que cien táleros reales" (bueno, en mi bolsillo, no, no es lo mismo... - si tengo mil pesetas posibles o si tengo mil pesetas reales, hay una pequeña diferencia... <risas>). Pero, ¿en qué consiste la diferencia? No en el contenido, sino en la conexión con la experiencia. Diríamos: los cien táleros reales están aquí, los tengo en la mano, están en esta mesa, están en conexión con la experiencia; los otros, no. Por tanto es un carácter que no es intrínseco a la cosa misma: la existencia es algo que justamente es la conexión de algo con el conjunto de la experiencia: es lo que llamarán los filósofos de esa época, Kant primero, "la posición", está puesto: el ser no es un predicado real. Por ejemplo, Fichte, el discípulo más próximo de Kant, en su forma de idealismo dirá: el yo se pone y pone el no-yo; el no-yo, el mundo, es puesto por el yo - por esto es idealismo. Hay un acto de posición: esto es muy importante en el pensamiento postkantiano.

Esto lleva a una idea que es lo que se va a llamar el ser trascendental. Es una idea capital y por eso se llama idealismo trascendental al idealismo de Kant. La escolástica ya usaba los conceptos de inmanente y trascendente. Lo inmanente es lo que permanece en el sujeto; lo trascendente es lo que está más allá. Kant dirá: no se trata ni de inmanente ni de trascendente, se trata de lo trascendental. Lo trascendental es el resultado de la inserción, diríamos, de lo real en sí -que no es accesible, que no se puede conocer directamente como tal- en mi sensibilidad: el espacio, el tiempo y las categorías son las que ordenan lo que, por lo pronto, es simplemente un caos de sensaciones. Lo que yo veo, lo que yo percibo está ordenado según el espacio, el tiempo y las categorías y eso son no las cosas, sino los fenómenos, que es lo que yo conozco.

Este es el punto de vista de la visión kantiana de lo real, que lleva naturalmente consigo una visión del conocimiento. Una visión que es -y esto tendrá consecuencias- una transformación de lo real: al conocer yo transformo; el noumenon, la cosa en sí no es accesible, no es conocible, porque conocer quiere decir transformar el noumenon en fenómeno, que es lo que yo conozco. Por tanto el conocimiento es, en cierto modo, una transformación de lo real. Es interesante como, por ejemplo, se ha llegado en épocas muy recientes a una visión incluso física,

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