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EL GATO


Enviado por   •  13 de Mayo de 2014  •  1.752 Palabras (8 Páginas)  •  159 Visitas

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EL GATO

Era una noche calmada donde Juan dormía plácidamente, soñando con el encuentro con su padre quien llegaría por la mañana de un largo viaje que hizo a Egipto. De repente tanto silencio y la densa oscuridad de la noche interrumpió la tranquilidad de sus fantasías nocturnas.

Sucedió que, de repente, Juan se despertó asustado pues no era común que por su casa no se escuchara ningún ruido, ya que vivía por una calle transitada y aún en la noche se escuchaba un camión o un auto cada momento. Se asomo por la ventana y alcanzó a ver la silueta de un gato negro o por lo menos eso parecía más oscuro que la propia noche sin luna. Esa silueta de gato caminaba tan rápido que daba la impresión de deslizarse sin patas, como si flotara. Juan se estremeció, pues nada en el aspecto del animal parecía de este mundo.

Mas de repente, dicho animal comenzó a maullar y parecía como un recién nacido gritando de dolor, o una ambulancia o cualquier otra cosa que no fuera un gato; en la recamara de Juan se escuchaban esos ruidos y hacían eco en sus oídos. El niño quiso correr pero el miedo lo paralizo y eso que Juan no es un niño miedoso; jamás ha tenido miedo a la oscuridad, ni a los cuentos de terror o películas y mucho menos a los gatos que por la noche aúllan cuando están en celo, pero eso era algo que salía de toda comprensión.

Pasaron algunos minutos y Juan no lograba atinar qué hacer, cuando vio que el gato entro a su recamara, efectivamente era un gato negro y de sus ojos salían chispazos negros como llamaradas y no estaba en el piso sino que volaba, asustado el pobre chico que estaba a punto de desmallarse.

En eso oyó sonar once campanadas, y para colmo apareció la figura de un hombre hincado que hacia reverencia al gato; luego vio como claramente se abrió un túnel entre tinieblas húmedas y frías y, el gato y el hombre, se fueron por aquel pasadizo. En medio de la oscuridad del pasillo solo se alcanzaba a ver una lucecita a lo lejos, el olor a fango era muy fuerte, alguien gritaba ¡devuélvelo, devuélvelo!, y la luz fue creciendo hasta convertirse en una especie de pantalla de cine donde Juan vio colgado a su padre de un árbol, su medre lloraba desesperada y había perdido la razón. Después vio como a él lo llevaban a un orfanato de lo más deplorable y toda su vida estaba hecha añicos en un instante. Juan no resistió más y se desmayo.

A la mañana siguiente lo despertó su padre, pensó que había tenido un terrible sueño y se alegro, se alegro de que aquello solo había sido una pesadilla de esas que alguna vez todos llegamos a tener, pero por su sorpresa fue grande cuando de la bolsa de viaje su papa saco un regalo.

-Juan, mira lo que te traje, Juan volteo a ver y se paralizo de miedo.

-Es una figurilla que compre en un mercado muy antiguo, es precioso.

Juan se quedo mudo al ver la estatuilla de un gato negro con dos piedras rojas en los ojos que simulaban fuego, y a su lado estaba la estatuilla más pequeña de un hombre, como si quien lo adoraba fuera mucho menor en tamaño que el propio gato.

-Es muy bonita… pero no me agradaría tenerla.

-Hijo, en cuanto la vi supe que debía de ser tuya, es perfecta,

Juan no pudo rechazar el regalo y lo llevo a su recamara. Paso el día muy nervioso y se dio cuenta que muy pronto caería la noche y no savia qué hacer. Se quiso consolar pensando que todo era una coincidencia, que el sueño que tuvo con el gato y el hombre no podían ser mas que su imaginación de niño.

Llego la hora de dormir y de nuevo, como la noche anterior, despertó, y lo único que alcanzo a ver fue el túnel donde se veía la imagen colgado del árbol. A lo lejos, alcanzo a ver la imagen de una mujer que decía: ¡devuélvelo! Entonces Juan comprendió lo que le pedían era la estatuilla, sin dudar la tomo en sus manos, la aventó por el túnel, sin embargo, no fue suficiente pues no la pudo soltar y al momento de aventarla se fue junto con la estatuilla por el hueco que lo condujo a un lugar muy extraño. Se encontró con una mujer que le dijo que era importante entregar la estatuilla del gato y al esclavo que lo acompañaba.

-No tengo ningún interés en conservarlo

-Me alegra, solo que no es tan fácil, tu familia tiene que pagar el precio por haberlo sacado de Egipto; caerá sobre ti y los tuyos la maldición.

-Pero nosotros no hemos hecho nada malo, mi padre la encontró en un mercado y me lo llevo como un regalo.

-Es que ustedes no respetan nada, todo les parece fácil y saquean y se llevan los tesoros como si fueran baratijas.

-Esta bien, pido una disculpa – e hizo una reverencia que la mujer agradeció.

-Veo que eres un esclavo arrepentido, te daré una oportunidad pero tendrás que aprenderte la siguiente oración y decirla para que quedes libre de la maldición:

“¡Apártate! Retrocede, ¡oh, tu, demonio gato!

Tú no puedes tener poder sobre mí, ya que, Espíritu santificado, existo por el magnífico poder que en mi vive.

Pronúncialo

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