ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL LIBRO DEL DESTINO


Enviado por   •  20 de Febrero de 2017  •  Informes  •  9.641 Palabras (39 Páginas)  •  116 Visitas

Página 1 de 39

  1. Acoso sexual.

En el año 2000 una ex novia tuvo problemas con un hombre que la acosaba sexualmente. El nombre del acosador es Ricardo. Claudia es el nombre de mi ex novia. Claudia trabajaba en un periódico en la sección de anuncios clasificados mientras estudiaba en la Facultad de Publicidad en la noche. Yo me gradué del Colegio en aquél mismo año y para entonces no podía imaginarme que algún día la conocería y me enamoraría de ella. Claudia me llevaba seis años. Ricardo  Claudia dejo la facultad de publicidad y dos años más tarde nos conocimos en la facultad de Literatura, en 2002. No me caía bien al principio, y diga lo que diga, fue ella quien hizo pinos para hablarme. Me parecía antipática y superficial. Con el tiempo comencé a fijarme en sus bellos ojos cafés y en su cabello largo y ondulado, pero a primera vista no me pareció muy bonita, aunque sé muy bien que hay mucha gente que comenta a mis espaldas exactamente lo contrario, por dar ejemplos, ciertas personas que conocí en aquella época y algunos miembros de mi familia. Fue a través de otro compañero de clase que Claudia y yo comenzamos a intimar. El compañero de clases que hizo de puente entre los dos se llamaba Juan Carlos y jamás he vuelto a verlo. Seis semanas después de empezar clases Juan Carlos dejó la universidad, se casó y se convirtió en pastor Evangélico. Antes de abandonar el barco, un día cualquiera después de las clases,  Juan Carlos y yo, fuimos a ver La naranja mecánica, una película que habían censurado en 1968 en Inglaterra por exceso de violencia y que volvieron a reestrenar ese Febrero soleado de 2002, el de mi primer mes como estudiante universitario. Mientras hacíamos fila para entrar al cine, y sin venir a cuento, Juan Carlos me preguntó si estaba interesado en Claudia, atine a responder que me parecía guapa y me reserve lo demás. Al salir de la película seguimos hablando de Claudia y de otras compañeras de la facultad, habían algunas chicas realmente muy guapas y en primera instancia, yo me inclinaba hacia Z, que tenía unos preciosos ojos miel, el cabello corto y castaño, y la piel blanquísima, pero era alta, muy alta, y yo no lo soy.  Aunque Z y yo entablamos una amistad casi instantánea, y fue ella una de las personas con quien mejor me entendía en la facultad. Juan Carlos al escucharme soltó de pronto un: no debería albergar esperanzas con Z, en cambio Claudia no es tan alta como Z, y además creo que ustedes dos harían una buena pareja. Y luego dijo un Claudia aquello. Y después dijo un Claudia lo otro. Luego dijo que yo era un tipo superficial y que la belleza más importante es esa que es invisible a los ojos. Como ya he dicho no he vuelto a ver a Juan Carlos, Claudia y yo nos hicimos novios en Octubre de ese año luego de tratarnos por varios meses en los cuales me siguió pareciendo una mujer antipática y vanidosa, como realmente lo era, pero también endiabladamente atractiva, y con un carácter fuerte como no había conocido ninguna otra mujer.

Z no me volvió a dirigirme la palabra. Y Claudia odiaba a Z.

El padre de Claudia tomo el toro por los cuernos: busco un abogado y realizó una serie de acusaciones lo suficientemente serias como para que la contraparte contratara un abogado. El padre de Claudia interpuso una demanda por acoso, y al supuesto acosador se le prohibió llamar a Claudia, y estar cerca de ella. Para cuando Claudia me presentó a su familia como novio, la demanda seguía en pie, y el asunto era un plato caliente del que no se hablaba en la familia de Claudia, aunque yo me enteré de todo aquello varios meses después.

Así, Claudia y yo pasamos los días sin hacerle mucho caso a nada, enredados el uno en el otro, sin imaginar en que terminaría todo aquello.

  1. Dos amantes

Al año siguiente, en Diciembre de 2003,  conseguí un trabajo como mesero en un restaurante llamado Boston, el típico empelo de estudiante Universitario. Allí conocí a Johanna. Claudia y yo seguíamos de novios y hasta el día que vi a Johanna, ninguna otra mujer me había llamado la atención. Johanna era más guapa que Claudia, pero no era eso lo que me llamaba la atención de ella. Más alta que yo, Johanna me invito a bailar a Míster Babilla, una Discoteca en la que Claudia había trabajado como mesera unos tres años atrás. Johanna llevaba las mesas en Boston con trajecito de patinadora, tenía unas piernas preciosas, y en aquél momento yo no entendía porque precisamente yo resultaba el motivo de sus atenciones. Aquella noche en Míster Babilla bailamos juntos, pero el resto de la madrugada lo pasamos juntos en el apartamento donde vivía sola. Días después volvería a vivir con su mamá. Johanna tenía una personalidad distinta a la de Claudia, distinta como son distintas las rosas de los jazmines. Tuvimos un noviazgo intermitente durante dos años, y de muchas formas me sentía más enamorado con Johanna que con Claudia.  Y aunque Johanna sabía que Claudia era mi novia de la Universidad no le importaba, o por lo menos no parecía importarle.

Dejé el trabajo en Boston al cabo de unos meses, y sin embargo seguí viéndome con Johanna a espaldas de Claudia. Con el tiempo Johanna y Claudia, y la universidad ocuparon toda mi vida. Yo recogía a Johanna los días en que no tenía turno íbamos a bailar, los demás días los pasaba estudiando con Claudia.

Durante los meses que trabaje en Boston el problema con Juan Carlos pareció desvanecerse, don Fernando, ese era el nombre del padre de Claudia y el título con el que yo lo saludaba, decidió dejar el proceso penal a un lado, con lo cual el asunto del acoso era agua pasada. Don Fernando y yo sosteníamos largas  conversaciones cuando nos veíamos, mi tío estuvo en la guerra de Corea, me contó un día don Fernando, y en éste país lo que está  buscando es una guerra como la de Corea o como la de Vietnam. Por aquel entonces el conflicto con los paramilitares y las guerrillas comunistas se habían recrudecido y parecíamos destinados a una guerra civil. Una guerra con agentes internacionales, con la ONU y los cascos azules, en eso va acabar Colombia, repetía mi suegro mientras nos tomábamos un café y me seguía contando las historias de la guerra de Corea que vivió su tío Fernando,  porque a mi suegro lo bautizaron Fernando, como Fernando se llamaba el tío que fue a luchar por Colombia en la lejana Corea en 1950, y que sobrevivió para contarle las tristes hazañas, a su sobrino y tocayo, en las que se vieron metidos él y sus compañeros de tropa en aquellos terribles días.

Un día mientras hablaba con Johanna, le pregunté acerca de su padre, mi otro suegro. Johanna me miró detenidamente, ya me habías preguntado por él, me respondió, se llama Fernando como el padre de tu novia Claudia, respondió resentida. Y luego me dedico una larga mirada de un odio sincero y profundo. Era cierto, Johanna ya me había contado esa historia, el padre de Johanna se llamaba Fernando y las había abandonado, a ella y a su mamá, cuando Johanna tenía ocho años. No recordaba cuando le había contado que el padre de Claudia también se llamaba Fernando, como su padre.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (61 Kb) pdf (262 Kb) docx (43 Kb)
Leer 38 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com