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EL PROFESOR COMO APRENDIZ Y ENSEÑANTE DE SU MATERIA


Enviado por   •  8 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  3.338 Palabras (14 Páginas)  •  1.131 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El presente ensayo, tiene como como propósito elaborar un conjunto de reflexiones sobre aspectos relacionados con el docente. A objeto de alcanzar ese propósito, se ejecutó una profunda revisión bibliográfica, seleccionando aquellos autores e investigadores que a su juicio han contribuido significativamente, en el enriquecimiento de las estrategias de enseñanza implementadas por el docente y su influencia en las estrategias de aprendizaje de los estudiantes.

Una de las tareas más importantes del educador, es enseñar, y además, renovar constantemente sus estrategias para el aprendizaje de sus estudiantes; de manera tal, que se haga versátil, ameno y acumulador de experiencias para logros significativos en su área. Ello implica, que debe conocer los factores intervinientes en la enseñanza-aprendizaje de estrategias en el aula, además de una adecuada evaluación.

De ahí, que revisar diversas teorías se hace una labor inherente a la condición docente para tomar aquellas que le permitan alcanzar los propósitos de su ejercicio profesional, haciendo de él un docente más humano conocedor de estrategias adecuadas para la enseñanza y aprendizaje.

Por tanto, se tratará en el siguiente ensayo, aspectos relacionados con el profesor como aprendiz y enseñante de su materia, factores que intervienen en la enseñanza-aprendizaje de estrategias en el aula y la evaluación de las estrategias de aprendizaje de los alumnos.

ASPECTOS RELACIONADOS AL DOCENTE

Hoy más que nunca la profesión docente enfrenta diversos retos y demandas. Para Moreneo, Monserrat, Merce y Pérez (1999) es un clamor social que la tarea docente no se debe restringir a una mera transmisión de información, que no es suficiente dominar una materia o disciplina. El acto de educar implica interacciones muy complejas, las cuales involucran cuestiones simbólicas, afectivas, comunicativas, sociales, de valores, entre otras. De manera, que un profesional de la docencia debe ser capaz de ayudar propositivamente a otros a aprender, pensar, sentir, actuar y desarrollarse como personas.

Aunque es innegable el carácter individual y endógeno del aprendizaje escolar, éste no solo se compone de representaciones personales, sino que se sitúa asimismo en el plano de la actividad social y la experiencia compartida. Es evidente que el estudiante no construye el conocimiento en solitario, sino gracias a la mediación de los otros y en un momento y contexto cultural particular. En el ámbito de la institución educativa, esos “otros” son, de manera sobresaliente, el docente y los compañeros de aula.

Desde diferentes perspectivas pedagógicas, al docente se le han asignado diversos roles: el de transmisor de conocimientos, el de animador, el de supervisor o guía del proceso de aprendizaje, e incluso el de investigador educativo. Sin embargo, la función del maestro no puede reducirse a la de simple transmisor de la información ni a la de facilitador del aprendizaje, en el sentido de concretarse tan sólo a arreglar un ambiente educativo enriquecido, esperando que los alumnos por sí solo manifiesten una actividad constructiva.

El docente se constituye en un organizador y mediador en el encuentro del alumno con el conocimiento. Es difícil llegar a un consenso acerca de cuáles son los conocimientos y habilidades que un “buen profesor” debe poseer, de acuerdo a la opción teórica y pedagógica que se tome, la visión filosófica, los valores y los fines de la educación con los que se asuma el compromiso.

Un ejemplo del profesor como aprendiz y enseñante de su materia, lo constituye el siguiente ejemplo, dado por Moreneo y otros (1999): Supongamos que en tres aulas de clases, se está desarrollando una unidad didáctica relativa a la representación del entorno mediante la realización de planos. En la primera de dichas aulas, el profesor pretende que los alumnos realicen el plano de su clase; para ello, primero les enseña cómo puede hacerse un plano parecido: el del patio de recreo. Delante de los alumnos dibuja un rectángulo (ésta es la forma del patio) y explica que utilizará unos símbolos para representar todos sus elementos.

Después de situar los símbolos en su lugar sugiere a sus alumnos que ellos hagan el plano de su clase de la misma manera. Se trata -les dice- de que hagan lo mismo, pero con la clase. Recordando todo lo que se hizo, utilizando los símbolos apropiados. A continuación, se apunta en la pizarra los símbolos que representan las ventanas, mesas, sillas, armarios y demás materiales del aula, y reparte a sus alumnos unas hojas cuadriculadas en las que ellos realizan su plano.

En la segunda de las aulas, nos encontramos con una profesora que pretende que sus alumnos aprendan a realizar el plano de su clase teniendo en cuenta la necesidad de representar simbólicamente los diferentes elementos de éste y considerando las proporciones del plano. Antes de empezar sugiere a sus alumnos que hagan un listado de todos los elementos que debe contener el plano. “Vamos a hacer el plano de la clase; primero anotaremos todos los elementos que debemos incluir en este plano”.

Una vez completado este listado, se discute entre toda la clase cómo deben representarse estos elementos; la profesora especifica los criterios que hay que tener en cuenta: “Los símbolos deben ser simples, representativos y de fácil interpretación”. Durante diez o doce minutos los alumnos piensan posibles símbolos que cumplan los criterios comentados para representar los elementos que debe contener el plano. Se presentan las diferentes propuestas y, después de analizar su pertinencia con cada uno de los tres criterios que debían respetar, se escogen los símbolos que parecen más adecuados.

También hay que pensar en cómo calcular las medidas de nuestro plano- comenta a continuación la profesora. Para facilitar esta cuestión y respetar la proporción con las medidas reales, les propone entonces la posibilidad de utilizar dos procedimientos diferentes: Podemos medir la clase y sus elementos en palmos y después, en el papel, cada palmo será un centímetro de nuestra regla-; y, para asegurarse de que entienden cómo hacerlo, ella misma les pone un ejemplo de cómo utilizar este procedimiento dibujando y midiendo una ventana en la pizarra.

Otra manera de hacerlo puede consistir en imaginar unas medidas para la clase y para los elementos que hay en ella y poner en el plano estas medidas-. Y añade: “¡Pero deben tener cuidado, no vale cualquier medida que imaginen! Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que una ventana de nuestra clase es más pequeña que la pizarra y que el armario debe resultar mayor que las mesas. ¿De acuerdo?”

A

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