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EL TORO Y LAS CABRAS AMIGAS

Ysss123Síntesis29 de Septiembre de 2014

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EL TORO Y LAS CABRAS AMIGAS

Un día en un hermoso prado, un Toro y Tres Cabras jugaban muy contentos. Con el pasar de los días, se hicieron buenos amigos. A lo lejos, un Perro vagabundo los observaba pero a la vez, no comprendía que hacían juntos aquellos animales. Luego, se dijo:

"¿Pero que hace un Toro grande y robusto conviviendo con aquellas Cabras escuálidas y feítas?"

Al día siguiente, el Toro se encontraba solo, así que el Perro se acercó a el y le dijo:

"Estimado Toro, usted que es tan fuerte y grande, ¿qué hace al lado de aquellas flacas y desagradables Cabras?. Todo el mundo creerá que eres un Toro débil."

El Toro, pensó sobre lo dicho por el Perro, así que se alejó de sus amigas Cabras. Mientras seguía sin rumbo, pensativo se dijo:

"Ellas eran buenas y también divertía mucho. ¿Por qué me aleje de ellas e hice caso a un Perro vagabundo a quien no conocía?" Tras esto, el Toro regresó con sus Amigas para disculpase, y les prometió una gran y bonita amistad eterna.

Moraleja: A la amistad la aleja quien con envidia aconseja.

LA HECHICERA

Una vez, en una comarca vivía una muy flaca Hechicera que había aprendido el arte de su madre y esta a su vez, la de la Abuela. Gracias a esto, ella ganaba mucho dinero engatusando a varios inocentes diciendo:

"Damas y caballeros, tengo el poder de alejar la mala ventura de los hombres y de sus hogares. Yo los salvaré, a un precio muy módico."

Con el pasar del tiempo, fue acusada por Brujería y un Tribunal, la condenó a perecer. La Hechicera suplico a un Juez tenga piedad de ella, pero este le dijo:

"Decías poder alejar la ira de los dioses, si era cierto, ¿por qué no alejaste de ti la ira de los Jueces?"

La Hechicera respondió:

"Es que los jueces no son tontos Señor."

Moraleja: Por más que uses las mañas, al inteligente no engañas.

EL ASNO, EL PERRO, Y EL LOBO

Un día, caminaban muy cansados bajo el Sol un Asno con su carga, su Amo y el Perro. Cuando llegaron a la pradera, el Amo muy cansado se echó a dormir. El Burro se alejó un poco y se puso a pastar tranquilamente, por otro lado, el Perro que estaba muy cansado y hambriento, le dijo al Asno:

"Amigo Asno, ¿me darías un poco de comida que hay en la cesta por favor?" El Burro le respondió:

"Mejor, ¿por qué no esperas un poco más hasta que despierte el Amo, y te dé de comer?"

El Perro, no dijo nada más tras esto.

Mientras el Asno seguía en lo suyo, la situación se puso seria cuando de repente apareció un Lobo, y se abalanzó sobre el Asno para devorarlo. Viéndose en gran lio, el Asno dijo al Perro:

"¡Sálvame amigo Perro!"

El Perro, respondió: "Mejor, ¿por qué no esperas un poco más hasta que despierte el Amo, y te salve?"

Moraleja: Si no das oportuna ayuda, no esperes que ésta a ti acuda.

El León y la Zorra

Un día en el bosque un viejoLeón hambriento y sin mucha fuerza para cazar animales, decidió usar su astucia para poder conseguir comidafingiendo estar muy enfermo. Entró en una cueva y se echó en el suelo para esperar que los animales que pasaban por la cueva lo visiten, para luego él de un zarpazo los atrapara y los devoraba en el acto.

Fueron muchos los animales que fueron a visitarlo y acabaron en la barriga del León, pero fué la astucia de laZorra, que descubrió el engaño del León. Así que llego a la entrada de su cueva, y a una distancia segura le dijo al León que sentía mucho su enfermedad, a lo que este al ver que no entraba le respondió:

-¿Por qué no entras? ¿Tienes temor de mí, si estoy tan débil que aunque quisiera, no me sería posible hacerte daño? Entra a la cueva, como los demás, le dijo el León.

-Esto es lo que me infunde mucho desconfianza, le respondió la Zorra, mientras miraba la entrada de la cueva;

-Es que veo aquí las huellas de los animales que han entrado, pero no veo las huellas de los que han salido.

Moraleja:

La persona prudente No confía ciegamente en aquello que le dicen. La persona prudente advierte el peligro de las palabras de quien las pronuncia y evita caer en la mentira ó el engaño con inteligencia.

La Gallina de los Huevos de Oro

Un día un granjero caminaba por el bosque, cuando de pronto encontró a una gallina perdida al lado del camino, la cual llevó a su casa para mostrárselo a su esposa. Luego de unos días el granjero y su esposa se dieron con la sorpresa que la gallina había puesto un huevo de oro. Ambos se frotaron los ojos, sin creer lo que veían.

- Es cierto, es cierto! - dijeron ambos muy contentos.

- Tenemos una gallina que pone huevos de oro ¡Imagínate lo ricos que seríamos si pone un huevo todos los días! Debemos cuidar y alimentar muy bien a la gallina!

Al día siguiente, sucedió lo mismo, la gallina puso de nuevo un huevo de oro y el granjero y su esposa lo pusieron de inmediato en una cesta para llevarlos a la ciudad y venderlos por un alto precio.

Sin embargo, la avaricia se apoderó de los dos y les hizo creer que dentro del estómago de la gallina habría mucho oro para hacerse muy rico rápidamente.

- ¿Por qué esperar cada día, para que la gallina ponga un huevo de oro? - dijo el granjero.

- Mejor la mato y descubriremos la mina de oro que lleva dentro”.

Y así lo hizo, pero se sorprendió al ver que en el interior de la gallina no encontró ninguna mina de oro.

- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos - Finalizó diciendo el granjero con mucha tristeza a su esposa.

A causa de la avaricia, de querer ser más ricos de una sola vez abriendo a la gallina, perdieron los huevos de oro que día a día la gallina ponía.

Moraleja:

Nunca debemos dejarnos llevar por la codicia y la ambición, destruyendo tontamente lo que la fortuna nos brindó. La avaricia solamente lleva a que uno en sus afán de conseguir grandezas ó dinero, logre poner en peligro no sólo nuestro trabajo sino también nuestra libertad.

El Gato y el Ratón

Una vez un gato muy hambriento vió entrar a su casa a unratoncito. El felino con muchas intenciones de agarrarlo y luego comérselo se acercó a la ratonera para decirle:

- "¡Qué guapo y lindo estas ratoncito! Ven conmigo, pequeñito, ven..." - repitó con dulce voz el gato.

La mamá del ratoncito escuchó las intenciones que tenía el hábil Gato, y le advirtió a su hijo diciendo:

- "No vayas hijito, tú no conoces los trucos de ese bribón !"

El gato insistente le dijo nuevamente al ratón:

- "Ven, pequeñito ven. ¡Mira este queso y estas nueces! ¡Todo eso será para ti!"

El inocente ratoncito le preguntó de nuevo a su madre:

- ¿Voy mamá?... ¿voy?

- "No hijito, ni se te ocurra ir, sé obediente." le dijo nuevamente su madre.

El gato nuevamente volvió a engañarlo diciendo:

- "Ven, te daré este sabroso bizcocho y muchas cosas más..."

- "Puedo ir mamá, por favor si te lo suplico." - dijo el ratoncito.

- "Que no, tontuelo!. No vayas." - Insistió la mamá ratona.

- "No me hará nada mamá. Sólo quiero probar un pedacito..." - dijo por última vez el ratoncito, y sin que su madre pudiera detenerlo, salió rápidamente de su agujero.

A los pocos instantes, se oyeron unos gritos que decían:

- "¡Socorro, mamá, socorro! ¡Me come el gato!"

La mamá ratona no pudo hacer nada para salvar a su ratoncito que murió devorado por el gato.

Moraleja:

Siempre obedece a tu padre y a tu madre, respeta lo que ellos te dicen. Ellos no te engañarán ni pondrán en peligro tu vida. Las malas compañías no llevan a nada bueno en tu vida.

La Liebre y la Tortuga

Una vez en el bosque había una liebre muy vanidosa, que se burlaba de las patas cortas y de la lentitud que tenía al caminar una tortuga. Al ver la tortuga que se burlaba de ella le respondió desafiante a la liebre diciendo:

- Puede que seas muy veloz como el viento amiga liebre, pero, estoy más que segura poderte ganar una carrera.Sentenció la tortuga.

- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.

- Sí, a ti, dijo nuevamente la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.

La liebre, al verse sorprendida por tamaña respuesta, aceptó el reto sin dudarlo, ella estaba muy segura de que ganaría a la Tortuga. Luego del trato ambos propusieron a que una zorra, señale el camino y la meta para la carrera. Llegado el momento de la carrera, ambos a la cuenta de tres iniciaron esta desigual carrera.

La tortuga no dejaba de caminar y caminar, tranquila siempre a paso lento hasta llegar a la meta, en cambio la liebre, burlándose de se su rival corrió

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