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ENSAYO LA GLOBALIZACION CONSECUENCIAS HUMANAS


Enviado por   •  27 de Abril de 2015  •  1.479 Palabras (6 Páginas)  •  401 Visitas

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UNIVERSIDAD LA SALLE

ESPECIALIZACION EN GERENCIA DE PROYECTOS DE INGENIERIA CIVIL

ENSAYO

“LA GLOBALIZACION CONSECUENCIAS HUMANAS”

AUTOR- BAUMAN, ZYGMUNT.

CAP 4, Pág. 103-113.

PRESENTADO POR:

MARLO WALDIR SANTAMARIA SANCHEZ

FECHA:

18 DE MARZO DE 2015

Capítulo 4: Turistas y Vagabundos

En la actualidad, todos vivimos en movimiento. Muchos cambiamos de lugar: nos mudamos de casa o viajamos entre lugares que no son nuestro hogar. Algunos no necesitamos viajar: podemos disparar, correr o revolotear por la Web, recibir y mezclar en la pantalla los mensajes que vienen de rincones opuestos del globo. Pero la mayoría estamos en movimiento aunque físicamente permanezcamos en reposo. Es el caso del que permanece sentado y recorre los canales de televisión satelital o por cable, entra y sale de espacios extranjeros con una velocidad muy superior a la de los jets supersónicos y los cohetes cósmicos, pero jamás permanece en un lugar el tiempo suficiente. Para ser algo más que un transeúnte, para sentirse chez soi. En el mundo que habitamos, la distancia no parece ser demasiado importante. A veces, da la impresión de que sólo existe para ser cancelada; como si el espacio fuese una invitación constante al desdén, el rechazo y la negación. Dejó de ser un obstáculo desde que se necesita menos de un segundo para conquistarlo. Ya no existen "fronteras naturales" ni lugares evidentes que uno debe ocupar. Donde quiera que nos encontremos en un momento dado, no es posible ignorar que podríamos estar en otra parte, de manera que hay cada vez menos razones para hallarnos en un lugar en particular (y de ahí que a veces sentimos un ansia abrumadora- de encontrar -de inventar- esa razón).

Todos somos viajero~, al menos en un sentido espiritual. O, como dice Michael Benedikt, "la importancia misma de la situación geográfica en todas las escalas está en tela de juicio. Nos volvemos nómadas... siempre conectados:" 1 Pero también, nos guste o no, estamos en movimiento en un sentido distinto más profundo, aunque no tomemos las rutas ni crucemos los canales.

La globalización arrastra las economías a la producción de lo efímero, lo volátil (mediante una reducción masiva y generalizada del tiempo de vida útil de productos y servicios) y lo precario (trabajos temporarios, flexibles, de tiempo parcial).

La industria actual está montada para producir atracciones y tentaciones. La naturaleza propia de las atracciones consiste en que tientan y seducen sólo en tanto nos hacen señas desde esa lejanía que llamamos futuro; por su parte, la tentación no sobrevive mucho tiempo a la rendición del tentado, así como el deseo jamás sobrevive a su satisfacción.

Nuestra sociedad es una sociedad de consumo. Al emplear esta expresión nos referimos a algo más que la observación trivial de que todos los miembros de la sociedad consumen; todos los seres humanos en realidad todos los seres vivos, "consumen" desde tiempos inmemoriales. Lo decimos en el sentido profundo y fundamental de que la sociedad de nuestros antecesores, los que sentaron sus bases en la etapa industrial era una "sociedad de producción".

Desde luego que la diferencia entre vivir en nuestra sociedad y en su inmediata anterior no es tan drástica como la de abandonar una función y asumir otra. En ninguna etapa la sociedad moderna pudo prescindir que sus miembros produjeran cosas para consumo… y desde luego, en ambas sociedades se consume. La diferencia entre las dos etapas de la modernidad es "sólo" de énfasis y prioridades, pero esa transición introdujo diferencias enormes en casi todos los aspectos de la sociedad, la cultura y la vida individual.

Si los filósofos, poetas y predicadores de la moral entre nuestros antepasados se preguntaban si uno trabaja para vivir o vive para trabajar, el interrogante sobre el cual se medita en la actualidad es si uno debe consumir para vivir o vive para consumir. Es decir, si somos capaces y sentimos la necesidad de separar los actos de vivir y consumir.

Sería igualmente ideal que el consumidor no abrazara nada con firmeza, no aceptara ningún compromiso hasta que la muerte nos separe, no considerara necesidad alguna plenamente satisfecha ni deseo alguno consumado.

La plaga de la sociedad de consumo -y la gran preocupación de los mercaderes de bienes de consumo- es que para consumir se necesita tiempo. Existe una resonancia natural entre la carrera espectacular del "ahora", impulsada

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