Economia Politica
ilyeh14 de Abril de 2014
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Definición de Economía Política
La teoría económica del mercado cuenta entre sus primeros estudiosos a Sismonde de Sismondi. Cuando se produjo la discusión sobre el mercado interno en la Rusia de finales del siglo XIX, se recapitularon algunos fundamentos teóricos y se llegó a sostener que los denominados populistas en esta época apoyaban su teoría de la insuficiencia y falta de desarrollo del mercado en la teoría de Sismonde de Sismondi.
Sismonde de Sismondi entra en la historia de los grandes pensadores de la Economía Política también por trabajos como éste, en el que refleja con claridad los nexos de la Economía con la Política.
Las negrillas son nuestras, para destacar lo que nos parecen afirmaciones relevantes y puntos de reflexión para nuestras investigaciones.
El texto, en la fuente de información que recogimos, puede verse haciendo clic en el vínculo que presentamos a continuación:
http://www.eumed.net/cursecon/economistas/textos/sismondi-origen%20de%20la%20ciencia.htm
Objeto y origen de la ciencia
Simonde de Sismondi
“Economía Política” es el nombre dado a una parte importante de la ciencia política. El objetivo del Estado es, o debería ser, la felicidad de los hombres, unidos en sociedad; busca el modo de asegurarles el mayor grado de felicidad compatible con su naturaleza, y al mismo tiempo permitir que el mayor número posible de individuos participen de esa felicidad. Pero el hombre es un ser complejo; experimenta necesidades morales y físicas; por ello, su felicidad guarda relación con su condición moral y física. La felicidad moral del hombre, en tanto depende de su Gobierno, está íntimamente ligada a la perfección de ese Gobierno y constituye el objetivo de la política, que debería difundir por todas las clases sociales la benéfica influencia de la libertad, la cultura, la virtud y la esperanza. La política debe señalar los medios de dar a las naciones una Constitución cuya libertad eleve el espíritu de los ciudadanos; una educación que forme sus corazones en la virtud y abra sus mentes al conocimiento; una religión que pueda darles a conocer la esperanza de otra vida que compense los sufrimientos de ésta. Debe buscar, no lo que conviene a un individuo o a una clase de individuos, sino lo que pueda proporcionar más felicidad, por enriquecerlos espiritualmente, a todos los hombres que viven bajo sus leyes.
El bienestar físico del hombre, en tanto en cuanto pueda ser producido por el Gobierno, es el objeto de la Economía Política.
Todas las necesidades físicas del hombre, para las cuales depende de sus semejantes, son satisfechas por medio de la riqueza. Esta es la que dirige la mano de obra, la que remunera los servicios calificados, la que facilita todo lo que el hombre ha acumulado para el uso o el placer. Por medio de ella se protege la salud y se mantiene la vida; se atienden las necesidades de la infancia y la vejez; la alimentación, el vestido y la vivienda se colocan al alcance de todos. Por lo tanto la riqueza puede ser considerada como la presentación de todo lo que los hombres pueden hacer por el bienestar físico de cada uno de los de más; y la ciencia que enseña a los Gobiernos el verdadero sistema de administrar la riqueza nacional es una rama importante de la ciencia de la felicidad nacional. El Estado es instituido en beneficio de todas las personas sometidas a él; por esto debería tener siempre presente el interés de la comunidad.
Y así como el campo de la Política debe hacer llegar a cada ciudadano los beneficios de la libertad, la virtud y la cultura, de la misma manera, en orden a la economía política, debe fomentar todos los beneficios de la riqueza nacional.
Considerada en abstracto, la finalidad del Gobierno no es acumular la riqueza en el Estado, sino hacer participar a todos y cada uno de los ciudadanos en aquellas satisfacciones de la vida material que la riqueza encierra. El Gobierno está llamado a secundar la obra de la Providencia, a aumentar la cantidad de la felicidad sobré la tierra y no a multiplicar a los seres que viven bajo sus leyes más deprisa de lo que pueda multiplicar sus posibilidades de felicidad.
La riqueza y la población no son realmente signos absolutos de prosperidad en un Estado; sólo lo son si se las relaciona entre sí. La riqueza es una bendición cuando esparce bienestar sobre todas las clases sociales; la población es una ventaja cuando cada individuo tiene la seguridad de ganarse una subsistencia honesta con su trabajo. Pero un país puede arruinarse aun cuando algunos de sus individuos estén amasando fortunas colosales; y si su población, como en China, es siempre superior a sus medios de subsistencia, si se contenta con vivir de lo que los animales desechan, si está siempre amenazada por el hambre, esta numerosa población, lejos de ser motivo de envidia, es una calamidad.
La mejora del orden social es generalmente ventajosa tanto para los pobres como para los ricos, y la Economía Política indica los medios de conservar este orden corrigiéndolo pero no de trastocarlo.
Fue beneficioso el mandato de la Providencia que impuso necesidades y sufrimientos a la especie humana, pues de éstos han surgido los estímulos que deben despertar nuestra actividad y empujarnos hacía adelante para desarrollar todo nuestro ser. Si pudiéramos conseguir desterrar el dolor del mundo tendríamos también que excluir la virtud; si pudiéramos desterrar las necesidades también tendríamos que eliminar la laboriosidad.
Por esto, lo que el legislador debe tener presente no es la igualdad de clases, sino la felicidad en todas ellas; no procurará la felicidad mediante el reparto de la propiedad, sino mediante el trabajo y su remuneración.
Y esto se consigue manteniendo la actividad y la esperanza en las mentes, asegurando tanto a los pobres como a los ricos, merced a la realización de sus tareas, una subsistencia normal y el disfrute de los deleites de la vida.
El titulo dado por Adam Smith a su obra inmortal sobre la ciencia que estamos tratando nosotros ahora, La naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, constituye al mismo tiempo la definición más precisa de esta ciencia.
Da una idea mucho más exacta que el término Economía Política, adoptado posteriormente. La última designación requiere al menos ser entendida de acuerdo con la aceptación moderna de la palabra economía, no con su etimología. En su sentido actual la economía denota el mantenimiento, administración y gestión de la propiedad; y esto se debe a que usamos la frase un tanto tautológica economía doméstica para la gestión de una fortuna privada, y a la que hemos venido a utilizar la frase economía política para designar la gestión de la riqueza nacional.
Desde los tiempos en que los hombres formaron por primera vez un grupo social, han tenido que ocuparse de los intereses comunes originados por la riqueza. Desde que nacieron las comunidades humanas se separó una parte de la riqueza para atender a las necesidades públicas. La recaudación y administración de estos recursos nacionales, que dejaron de pertenecer a cada uno de los individuos, formaron una parte importante de la ciencia de la política. Es lo que nosotros llamamos Hacienda.
Por otra parte, las fortunas privadas hicieron más complejos los intereses de cada ciudadano; estando expuestos a los ataques de la codicia y del fraude, su riqueza requería ser definida por la autoridad pública, de acuerdo con el artículo principal del contrato social, que había fundido las fuerzas de los individuos para proteger a cada uno con el poder de todos. Los derechos sobre la propiedad, sus divisiones, los medios de transmitirla, se convirtieron en una de las ramas más importantes del derecho civil; y la aplicación de la justicia a la distribución de la propiedad nacional constituyo una función esencial del legislador.
Pero la investigación acerca de la naturaleza y las causas de la riqueza nacional nunca ocupó las especulaciones de nuestros antepasados. No llegaron a los principios de la Economía Política a fin de deducir de esa fuente sus sistemas de Haciendo y Derecho civil que, sin embargo, no debieran ser sino corolarios de esos principios. Abandonaron el desarrollo de la riqueza pública al esfuerzo individual, sin examinar su naturaleza; y así, la propiedad se acumuló silenciosamente, en cada sociedad, por el trabajo de cada artesano para procurarse su propia subsistencia y más tarde su propio bienestar, antes de que la forma de adquirirla y conservarla llegase a ser objeto de una investigación científica. Los filósofos de la Antigüedad se preocuparon de demostrar a sus discípulos que las riquezas no acarrean la felicidad, pero no de indicar a los Gobiernos las leyes por las cuales el aumento de esas riquezas puede ser favorecido o retardado. La atención de los pensadores acabó dirigiéndose a la riqueza nacional a causa de las demandas de los Estados y de la pobreza de las gentes. Un cambio importante acontecido en la política general de Europa, durante el siglo XIV, trastocó casi en todas partes la libertad política; oprimió a los Estados pequeños; destruyó los privilegios de las ciudades y provincias y confirió el derecho a disponer de los patrimonios nacionales a un pequeño número de soberanos, que ignoraban por completo cómo se acula y conserva la riqueza. Antes del reinado de Carlos V, media Europa, que estaba sometida al sistema feudal, no tenía libertad, ni cultura, ni hacienda. Pero la otra mitad, que había alcanzado ya un alto grado
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