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El Burlador De Sevilla


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  2.140 Palabras (9 Páginas)  •  372 Visitas

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En la búsqueda de su satisfacción vital realiza don Juan dos cosas: primero, el placer sexual, que también busca y segundo, y fundamental, la burla. En ambos, conquista y engaño expresa una energía vital una apetencia de posesión y dominio, de apurar el presente sin referencias a un más allá eterno, que le hace prescindir de cualquier norma que no sea su apetito. Don Juan es el burlador; su placer sexual va siempre acompañado de la burla, e implica un aspecto cruel, destructivo, sádico, un malicioso placer en el engaño, una búsqueda obsesiva del renombre, de la fama. El término BURLA y derivados constituyen un campo semántico central en la obra:

Si burlar/ en hámbito antiguo mío/ ¿qué me preguntas, sabiendo / mi condición? / No prosigas, que te engaña / el gran burlador de España / Sevilla a voces me llama / el burlador, y el mayor / gusto que en mí puede haber / es burlar una mujer / y dejalla sin honor / ya de la burla me río / ha de ser burla de fama / Guárdense todos de un hombre / que a las mujeres, engaña / y es el burlador de España / - Tú me has dado gentil nombre.

La complicación de la trama y su dinamismo, son propios de la Comedia nueva. Hay que destacar la sensación de variedad y movimiento que producen los frecuentes cambios de escenario (Nápoles, Tarragona, Sevilla, Dos Hermanas) y los diferentes cambios de tono en las diferentes burlas de don Juan, que también varía en las clases sociales y condición de las mujeres seducidas, buscando siempre el más difícil todavía:

Tono dramático con Isabela, noble dama comprometida con Octavio, que intenta esconder su deshonra. Tono lírico con Tisbea, humilde pescadora que intenta vivir libre de amores, sin depender de los hombres. Tono trágico con Ana de Ulloa, noble también, enamorada del marqués de la Mota. Tono cómico con Aminta, humilde pastora que el mismo día que se casa con un pastor se deja deslumbrar por las falsas promesas de don Juan.

Los personajes de la comedia del siglo XVII reflejan y defienden con su modo de actuar la estructura jerárquica de la sociedad del momento, según la cual el Rey ocupa la cima del poder político-social, rodeado de los Nobles en un rangode bajo de él, muy por encima del bajo nivel que correspondía al pueblo (campesinos, villanos, criados...). Estos dos planos sociales, el de los Nobles y el de los Rústicos o plebeyos, intervienen en la obra en intrigas paralelas que, llegado un punto, se entrecruzan y complican en torno a un mismo conflicto.

Los Nobles: El rey de Nápoles y el rey Alfonso, desde su función dominadora tienen la función de restablecer el orden justo, destruido por la acción de don Juan. Isabela y doña Ana, las damas, víctimas nobles de don Juan. Poseen una personalidad menos dibujada que la de sus equivalentes rústicas; las dos damas comprometen su honor bajo palabra de matrimonio, creyendo estar ante sus respectivos prometidos, Octavio y el marqués de la Mota.

Su elevada posición social hace que la ofensa cometida contra ellas tenga mayor trascendencia dramática. Octavio, el marqués de la Mota, son los galanes víctimas indirectas de don Juan, que se hace pasar por ellos y compromete su honor, al poner en duda la fidelidad de sus damas.

El comendador de Ulloa, don Pedro Tenorio, don Diego Tenorio, son los personajes de barba, que se ven también ofendidos en su honor por su responsabilidad.

Los Rústicos: Tisbea y Aminta, plebeyas en el papel de damas, aportan el contrapunto a la clase noble. También son burladas y ofendidas por la palabra de contraer matrimonio con don Juan. Las dos participan de ideas tópicas de la literatura de la época: el orgullo de la mujer que presume de estar libre de amores, por parte de la fría e insensible Tisbea (recuerda a la pastora Marcela de El Quijote); y la ambición de ascenso social en Aminta, la campesina a cuyo boda acude don Juan. Los tópicos dan variedad a estos personajes femeninos y añaden dificultad a los engaños de don Juan, que aparecerá con ella más seductor que nunca.

Don Juan se caracteriza por su teatralidad; apasionado y temerario, fascina con sus gestos gallardos y con la retórica de sus aduladoras palabras. Es un seductor que rinde culto a las actitudes caballerescas, al honor y al valor, del que hace alarde. Amparándose en su condición de noble para escapar y eludir la acción de la justicia, comete las peores fechorías. Su objetivo es siempre el mismo, fiel a un único impulso que le hace sentirse libre, actúa como si las leyes humanas y divinas no existieran.

Posee una doble personalidad: la de hidalgo y noble caballero, llena de juventud, valor y gallardía, que vence el corazón de las mujeres; y la de perfiles diabólicos, que le lleva a actuar en la oscuridad de la noche, ocultando su identidad, esfumándose como si de un ser sobrenatural se tratara.

La condición de burlador predomina en su carácter sobre la de seductor. No se limita a conquistar a las mujeres, las engaña y perjudica en su honor, extendiendo así el mal a toda la sociedad. Su cinismo le lleva a hablar de una manera y a actuar de otra. Su atrevimiento es el de ignorar que existe un tiempo limitado para el hombre y un castigo más allá de la muerte de la cual se ríe (¡Tan largo me lo fiáis!).

Catalinón: Es el gracioso o figura del donaire. Es uno de los personajes más característicos de la Comedia Nueva y responsable, en gran medida, del éxito y popularidad de su amo Don Juan Tenorio. Como criado del protagonista comparte sus conquistas, aventuras, penalidades y también los sentimientos más íntimos.

El gracioso es la imagen invertida de las virtudes del héroe, el antihéroe que causa múltiples situaciones cómicas y burlescas basadas en la parodia del modelo y la ruptura del tono formal: es cobarde, cuando su amo valeroso; cuerdo y sensato ante la locura de su señor; irrumpe con un chiste en medio de una fuerte tensión dramática; práctico y realista, incluso vulgar, en los momentos románticos (parecido al Sancho del Don Quijote).

En los episodios de Tisbea y Aminta se recrea el ambiente de la poesía bucólica o pastoril, y sus personajes se expresan con las mismas imágenes tópicas que son metáforas cancioneriles: el fuego del amor, la amada como claro cielo o puerto seguro, la descripción de la blancura y el color sonrosado con las imágenes de rosas y lirios o jazmines... También, dentro de la tendencia culterana habría que destacar las alusiones a la mitología y a la historia antigua (Eneas, Troya, Cupido...). El gusto por la sintaxis latinizante se observa en el constante uso del hipérbaton.

El estilo conceptista se puede ejemplificar con numerosos juegos de palabras,

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