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El Cambio De Vida


Enviado por   •  20 de Marzo de 2015  •  2.131 Palabras (9 Páginas)  •  170 Visitas

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“El cambio de la vida”

Oscuro

Folio: 1039337

Estudiantes de Secundaria

EL CAMBIO DE LA VIDA

Mi vida ha cambiado totalmente desde que mi madre se tuvo que ir a trabajar para buscar mejores condiciones de vida; teníamos muchísimos problemas económicos y con lo que mi padre ganaba no alcanzaba, aunque ese no fue el problema de fondo, ya lo sabrán más adelante. Desde que nos dejó, ella ya no viene a vernos, solamente nos manda dinero, yo creo que ha de pensar que con eso es suficiente para mi hermano Andrés y para mí. A nosotros no nos gusta vivir con mi padre pues es algo enojón, nos castiga y nos golpea por la nada.

Recuerdo cuando mi madre nos hacía reír en esos momentos difíciles en los que yo me sentía triste, aunque ella se sintiera igual me consolaba con un abrazo y un beso, todavía existe en mi ese olor especial, ella me sentaba en su regazo a escuchar sus historias y mi hermano menor junto a ella también, no sé si algún día la volveremos a ver.

Hace aproximadamente dos años que se fue, mi hermano y yo no sabemos nada de ella, hoy nos encontramos viviendo en una casa muy bonita y grande, donde mi padre es velador en el rancho que tiene por nombre Santa Luciana; a pesar de lo feliz que podría vivir en esta casa eso ya no es importante para mí.

Aquel día estaba muy nublado y mi mamá nos dijo que vendría por nosotros cuando juntara el dinero para llevarnos a su lado, ella tenía lágrimas en los ojos cuando partió caminando y se perdió entre las labores, apreté la mano de mi hermano menor y abracé a papá.

Mi padre y ella pensaban que no sabía lo que ocurría ya que era solo un niño, pero claro que no era el dinero no era eso, ellos siempre peleaban, recuerdo que al llegar mi padre a casa después del trabajo, mi madre le decía: ¿qué no tienes dinero? tengo que pagar la cuota de la escuela, hay que comprarles ropa y zapatos a los niños; mi padre bajaba el rostro y decía: mañana traeré para darte; le reclamaba que era un bueno para nada, que si ¿por qué no estudio?, ¿ por qué era un mediocre? o simplemente le decía que no era nadie; esas discusiones la agotaron y decidió irse a vivir por su cuenta, éramos solo unos pequeñuelos ¿por qué?, ¿por qué?.

Un día el teléfono sonó y duró un rato timbrando, mi hermano corriendo fué a levantarlo, bueno ese sonido era desesperante como si en verdad a la persona que se encontraba del otro lado de la bocina le interesara que contestaran ¿quién es? Un llanto se escuchó, hijo mío soy Rosario tu madre, él se quedó como si estuviera congelado, alcancé a observar que sus ojos brillaron y su semblante corporal cambió, corrí le arrebate la bocina y escuche su voz diciendo: nos veremos en la estatua del Centro de la ciudad, mañana a las 5 de la tarde y colgó, ya no se escuchó su voz, me quedé abrupto por un momento como un pequeño imbécil, después reí y reí feliz, mi hermano y yo nos abrazamos, reímos y así nos dormimos hasta el día siguiente.

Todavía no amanecía y me levanté tan feliz como tiempo atrás, todo el día estuve de muy buen humor, ya como a las 4 p.m. era hora de irnos, salimos de casa para tomar el autobús. Durante el camino a la estación, nos encontrábamos como en una nube de algodón, al llegar Andrés y yo, nos decíamos uno al otro, ¿será su cara igual?, ¿su sonrisa?, ¿cómo vendrá vestida? y ¿qué traerá en la cabeza? un sombrero tal vez.

Pensamos que íbamos retrasados, pues el autobús hacía y hacía paradas, cada momento que pasaba me sentía más incapaz de poder llegar a ese lugar, cuando bajamos del autobús ni siquiera le dimos las gracias al chofer de lo apurado, solo traíamos 20 pesos para la ida y vuelta. Le dimos el cambio ya no nos importaba quedarnos sin dinero para el regreso a casa, seguramente ya no regresaríamos con mi padre.

Dimos una vuelta alrededor de la estatua y al no encontrar a nadie desesperado dije: seguramente no revisamos bien, demos una segunda vuelta, tal vez tendremos más suerte esta vez. Ya eran pasadas de las 5 y le preguntamos a un viejecillo de pelo blanco y barba muy larga, disculpe ¿no sabrá qué hora es? él respondió con una voz muy grave: si claro faltan 15 para las 6 p.m., ya era tarde pensé, comencé a preocuparme pero aún seguimos sentados al lado de la estatua. Cada minuto que pasaba dábamos una vuelta a ver si nos encontrábamos con ella, ya poco molesto le dije a mi hermano hay que esperarnos hasta las ocho y te prometo ¡que nuestra madre llegará!

Se llegó la hora, triste y decepcionado dije: nos tendremos que ir caminando hasta la casa, pues le regalamos el cambio al chofer y seguramente a esta hora ya no hay camiones. Comenzamos a caminar, no se escuchaba voz alguna entre nosotros, llevábamos la cabeza abajo y un nudo se me hacía en la garganta, duramos un buen rato, cuando de repente escuchamos en esa oscuridad un ruido a lo lejos, parecía un llanto, mi hermano se apretujó a mí y trate de tragar saliva diciéndole: no te preocupes debe ser un animal, hay que apurarnos porque mi papá nos ha de andar buscando muy enojado y lo más posible es que nos dé una buena paliza como el acostumbra, ya sabes que no le gusta que andemos de noche.

Lo tomé de la mano y caminamos un poco más rápido, recordé que al día siguiente mi padre tendría que ir a la escuela, para ver que esta

ba pasando conmigo porque no hacía tareas, ni los trabajos en clase y eso de que la maestra según ella había visto mucha tristeza en mi rostro, “disque” necesitaba ir a ver a un psicólogo, ¡ah! ella que sabe.

Cuanto más avanzábamos más fuerte era el llanto que se escuchaba, se vió una luz muy intensa y una voz que decían: ¡vamos maldita muévete!, mi hermano y yo

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