El Concepto De Lo Simbólico

El concepto <<simbólico>> en sí mismo remite al orden de los símbolos. Sin embargo, para el psicoanálisis esta es una acepción que no logra abarcar en su conjunto lo que se nombra con este concepto. Este ensayo pretende exponer más ampliamente lo que se entenderá por lo simbólico y el porqué de su importancia para el psicoanálisis, así como el papel que cumple lo simbólico en la constitución del orden cultural y el ingreso del sujeto en este orden.

Imágenes, señales, sonidos y demás producciones humanas tienen una función simbólica. Lo que tendrán en común todas estás es que están dotadas de significado; dicho de menor manera, el sujeto que entra en interacción con el símbolo, automáticamente le atribuye un significado. No debe entenderse esto como una traducción del símbolo a palabras, por el contrario, la repetición y la experiencia permiten eliminar este proceder. El símbolo actúa como tal, cuando tiene la capacidad de modificar nuestra conducta de acuerdo a un contexto específico, lo cual ocurre cuando existe una oposición de posibles conductas o procederes. Al restringir algunas de las posibles conductas, el símbolo reduce el número de estas. Además, para que un símbolo tenga validez en el orden social tendrá que ser compartido por todos los posibles actores que medien en este contexto (Cfr. Berger y Luckman: 1979).

Sin embargo, existen circunstancias en donde el símbolo no logra desempeñar su función modificadora, ya que “entre los símbolos y lo que representan no hay ni vínculo casual ni similitud” (Ibíd. pág. 156) lo que deriva en que se presente una ausencia de significado para el actor, que obstruye la capacidad comunicativa del símbolo. “El lenguaje es un sistema de signos especializado en la función de la comunicación” (Ibíd.pág. 156) ya que la infinitud de sonidos producidos por el humano permite tener el número suficiente de oposiciones que se requieran para otorgar significantes a las cosas que así lo requieran.

Por ende, es posible ubicar al lenguaje como el máximo ente de comunicación entre humanos. Al respecto es preciso señalar que al ser el lenguaje una producción exclusivamente humana, este se convierte en el rasgo fundamental de la humanidad. Si bien algunos animales tienen capacidad articuladora de sonidos, no se ha demostrado que pueden atribuirle una significación a estos, que en el caso de los humanos es fundamental para la construcción de una representación de la realidad.

El lenguaje como símbolo permite una “interpretación mediativa de la realidad” es decir que permite la evocación de la realidad por medio de representaciones de la realidad que reemplazan la experiencia de las cosas, “el lenguaje se presenta como mundo”, como totalidad. Sin embargo, al igual que el lenguaje, ese mundo es una creación histórica ¿es ese mundo, el mundo del lenguaje, un elemento natural?

Berger y Luckman (1979) sugieren entender lo natural como todo aquello que no admita un modo diferente, que no puede ser cambiado, mientras que lo cultural se refiere a todo aquello que está a la orden de la manipulación humana. De un modo más específico “la cultura consiste en hacer que las cosas sean diferentes de lo que serían; y en mantenerlos en una forma artificial, construida” (Ibíd. pág. 145). En este sentido el proceso de simbolización, y el lenguaje como máxima expresión de éste, estarían bajo el orden de lo cultural, ya que si bien muchas veces se entiende como un elemento natural e inmodificable, debido a que todo ser humano debe ingresar en esa lógica, no deja de

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