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El Código de Ética del Nutriólogo del Colegio Mexicano


Enviado por   •  1 de Abril de 2014  •  Trabajos  •  2.083 Palabras (9 Páginas)  •  419 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El Código de Ética del Nutriólogo del Colegio Mexicano de Nutriólogos tiene como

sensibilizar a los agremiados para que su ejercicio profesional se desenvuelva en un

ámbito de honestidad, legitimidad y moralidad, en beneficio de la sociedad. Su

estructura está compuesta por los siguientes capítulos:

1. Disposiciones generales

2. De los deberes del profesionista

3. De los deberes para sus colegas

4. De los deberes para sus clientes

5. De los deberes para con su profesión

6. De los deberes para con su sociedad.

MARCO CONCEPTUAL

El Código de Ética Profesional tiene como función sensibilizar al profesionista para que el

ejercicio profesional se desenvuelva en un ámbito de honestidad, legitimidad y

moralidad, en beneficio de la sociedad.

Sin perjuicio de las normas jurídicas plasmadas en las leyes que regulan el ejercicio de las

profesiones y el cumplimiento de las obligaciones surgidas de los contratos de prestación

de servicios profesionales, es deseable que un sentido ético prevalezca en el ánimo de

quienes tienen el privilegio de poseer los conocimientos y alcanzar este objetivo, se debe

contribuir solidariamente al reencuentro de nuestra vida digna, justa e igualitaria, pero

también se debe estar convencido del compromiso que se contrae al recibir la

investidura que acredita para el ejercicio profesional.

Puede y debe ser propósito esencial de los Colegios de Profesionistas tener una presencia

gremial en el ejercicio de las profesiones, capaz de contribuir a que se realicen como

una expresión fructífera de los más altos valores morales y sociales. Los profesionistas 2

agrupados en Colegios y desde el ascendiente social y moral que éstos tienen en los

ámbitos de cada una de las profesiones, deben propiciar que su ejercicio se desenvuelva

en planos morales elevados y con plena observancia de las normas legales aplicables.

En el hombre, la tendencia al gobierno de los instintos proviene del espíritu y de la razón,

que son las facultades del entorno natural en el que se habita y facilitan la vinculación

intelectual con él.

De esta manera, el don del raciocinio permite al hombre sujetar sus impulsos instintivos a

través de la observancia de ciertas normas de carácter social, cultural y legal. La

observancia de normas implica que el hombre regule su conducta mediante el respeto a

lo que considera deseable y conveniente que sea, al deber ser.

Este debe ser, que preside la vida de los hombres civilizados se ramifica en diversos

códigos de conductas pertenecientes a diferentes sistemas de normas legales o jurídicas

y normas éticas o morales, dependiendo del sistema normativo al que pertenezcan.

Las normas legales o jurídicas se caracterizan y se distinguen de las de otros sistemas,

principalmente porque el Estado puede imponer su cumplimiento y castigar su

inobservancia. La norma jurídica protege valores que responden a necesidades sociales

que importan a la colectividad. Por ello, la formación de la norma jurídica y la decisión

de acatarla no dependen ni pueden depender de la voluntad individual. La norma

jurídica es expresión de la voluntad colectiva a través del Estado, para definir las reglas

obligatorias de conducta que garanticen la protección de los valores sociales

considerados por la norma. De ese interés de la colectividad en atender a necesidades

del todo social deriva la potestad del Estado para imponer el cumplimiento de la norma

jurídica y las atribuciones para castigar su inobservancia.

No es este caso de las normas éticas que deben regir en otros ámbitos de la actividad humana.

A diferencia de las normas legales, en el caso de las normas éticas no se da la facultad

punitiva del Estado para sancionar su incumplimiento. La observancia de la ética

depende exclusivamente de la voluntad de quien se ha impuesto por sí mismo, por auto

convencimiento, el deber de cumplirla. La voluntad es del todo autónoma y no hay

quien pueda imponer su cumplimiento.

La voluntad de adherirse a un código ético de conducta se determina por el valor que se

atribuye y se reconoce a la razón de ser de la norma, que no es otra que el bien cultural

y social que resguarda. Así, la opinión o valoración respecto de este bien es

indispensable para formar la voluntad de aceptar o rechazar la norma ética y

comprometerse a cumplirla.

La fuente de la norma ética es entonces, la propia conciencia del individuo o del grupo

que a ella se adhiere, formada por los valores heredados de la tradición y asimilados en

la vida, que inspiran actitudes de comportamiento congruentes con la dignidad, con lo

...

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