El Ejercicio Y El Nino
jackysarmient30 de Abril de 2014
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EL EJERCICIO Y EL NIÑO.
Consideraciones generales.
Hablar del ejercicio en los niños no significa únicamente entrenamiento, ejercitar los músculos pueden tener un objetivo puramente saludable sin necesidad de pensar en la competición y en obtener el máximo rendimiento.
La respuesta del organismo del niño ante el ejercicio es, al igual que en el adulto, de dos tipos: adaptación inmediata ( modificación de la frecuencia cardiaca, ventilación, sudoración) y, adaptaciones a largo plazo.
Vamos a estudiar las condiciones físicas más comunes que son : fuerza, velocidad, flexibilidad y resistencia.
Fuerza.
Es la capacidad de superar o actuar contra una fuerza exterior.
La fuerza se incrementa después de los 13-14 años en los chicos mientras que en las niñas ocurre a partir de los 11-12 años. El inicio del entrenamiento de fuerza coincide al alcanzarse el nivel suficiente de testosterona. Antes de los 10 años los entrenamientos específicos de fuerza producen escasos resultados, ya que apenas se puede modificar el diámetro muscular, si bien se puede mejorar la coordinación neuromuscular.
Velocidad.
Es la capacidad de realizar acciones motrices con máxima intensidad y en un tiempo mínimo.
Los factores neurofisiológicos de la velocidad parecen estar determinados genéticamente. Al nacer, la mayor parte de las fibras son lentas y la diferenciación se lleva a cabo entre los dos y tres años, en donde se incrementa el número de fibras rápidas en mayor o menor medida.
La velocidad general sufre un primer pico a los 10 años y a partir de ese momento aumenta fundamentalmente la velocidad de reacción. Entre los 7 y los 9 años se observa una importante mejora de la velocidad de acción. Hacia los 14 años se produce una nueva mejora de la velocidad
Resistencia.
Los niños y adolescentes presentan, en principio, los mismos fenómenos de adaptación que los adultos en el curso de un entrenamiento en resistencia general.
No existe peligro para el niño que sigue un entrenamiento de resistencia general, al contrario, se producirán modificaciones positivas de adaptación para el organismo.
Desde el punto de vista de la medicina deportiva, el entrenamiento de resistencia general ejerce, con mucho, la mayor influencia sobre todos los parámetros.
Una elevada capacidad de resistencia general es una base sólida de protección y de estabilidad para la salud general.
Un entrenamiento con las proporciones de 60% de resistencia general y 25% de ejercicios explosivos y velocidad, conduce a un nivel más alto de rendimiento a largo plazo, en los jóvenes velocistas, que un entrenamiento especializado precoz, compuesto por un 60% de ejercicios explosivos y de velocidad y un 25% de resistencia general. La capacidad de resistencia a la fatiga proporciona una base esencial para la aplicación de todos los métodos y formas de entrenamiento disponibles.
En comparación con los adultos, los niños tienen una capacidad de producción de energía anaeróbica más débil, y al mismo tiempo, una menor capacidad de recuperación por la dificultad de eliminación del ácido láctico
El incremento de la capacidad anaerobia sufre una aceleración principalmente al principio de la pubertad, cuando la testosterona aumenta radicalmente.
Entre las formas de entrenamiento en la edad preescolar, se recomiendan preferentemente el método de carrera de larga duración, y los intervalos de trabajo anaerobio aláctico.
A partir de los 6 años aproximadamente, debemos tener cuidado con las carreras efectuadas como método de control o como competición. Se ha demostrado hasta que punto son inadecuadas las distancias de 800 metros por los valores de lactato tan elevados incluso después de 30 minutos de recuperación. A los niños de una edad de 8/9 años los 800 metros le supone una carga mayor que un 3.000 con sprint final. Ya en las carreras de 200 metros, se produce una movilización precoz de energía anaerobia y, como punto extremo, en las carreras de 350 metros, se observan acumulaciones muy grandes de lactatos.
El objetivo prioritario del deporte escolar debe ser el desarrollo de la resistencia general y no la específica.
Para el entrenamiento es mejor seleccionar distancias cuya duración sea de 5, 10, 15 minutos a ritmo libre. Hay que buscar el volumen al principio, no la intensidad.
Debemos buscar un entrenamiento variado, divertido, a la medida del niño.
Prescripción del entrenamiento en niños.
Deben valorarse cuatro factores en la prescripción del ejercicio en los niños:
Frecuencia. Deben realizarse entre 4 y 5 sesiones por semana para que un niño obtenga una respuesta fisiológica de entrenamiento. Se puede entrenar 3 veces si se aumenta la intensidad o la duración de las sesiones.
Intensidad. La intensidad la podemos controlar mediante la frecuencia cardiaca, determinando en los niños unos valores entre el 70 y el 90 % de su frecuencia cardiaca máxima como los ideales para el entrenamiento. Es importante enseñar a los niños a tomarse el pulso para auto control.
Duración. El tiempo mínimo para lograr un efecto beneficioso puede ser de tan solo 12 a 15 minutos, aunque lo normal sea de 45 a 60 minutos por sesión.
Tipo de actividad. Dividimos los ejercicios en dos grandes grupos los aerobios y los anaerobios. El entrenamiento anaerobio tiene escaso beneficio sobre el estado físico y la capacidad de trabajo.
Es necesaria la coordinación entre la técnica, la táctica y la condición física, aunque esto no resulta demasiado fácil y en muchos caso se sobrevalora la condición física. Se pueden formular las siguientes normas:
- Las variaciones de la condición física lleva consigo una variación de la técnica y al mismo tiempo de la táctica.
- Todos los ejercicios específicos de un deporte para la mejora de la condición física, han de tener en cuenta las características biomecánicas para su adaptación.
- Un gesto técnico realizado correctamente llevará consigo un ahorro de energía.
La especialización precoz.
Este es un hecho que se produce en la actualidad debido a la exigencia de alcanzar unos rendimientos cada vez más elevados. Si tenemos en consideración la evolución y posibilidades del niño, no tiene por que ser un aspecto negativo, pero para ello debemos seguir unas ciertas premisas:
- El entrenamiento debe estar adaptado a la edad biológica. Un niño no podrá aprender un determinado gesto técnico si su destreza neuromuscular no está capacitada para resolverla, esta maduración es esencial en el aprendizaje.
- Debemos buscar un aprendizaje de la técnica que le permita una correcta utilización del cuerpo, una coordinación y economía en las tareas.
- El entrenamiento debe estar planificado y sin improvisaciones.
Debido al rápido desarrollo del cerebro, y con el fin de que tenga un nexo con la capacidad potencial elevada de las aptitudes de coordinación en el niño, en el entrenamiento del mismo debe tener prioridad, sobre todo, la práctica de habilidades y de técnicas diversificadas extraídas de la actividad deportiva, así como el enriquecimiento del repertorio de gestos. Paralelamente se efectúa el entrenamiento de la condición física, pero sólo en la medida en que lo exija la adquisición de nuevas coordinaciones. Durante la infancia el entrenamiento debe ser óptimo y no máximo. Ahí es donde radica la diferencia esencial con el entrenamiento de los adultos.
Otro problema que plantea el crecimiento, es el hecho de que los niños, al igual que los adolescentes, no crecen de forma continua, sino por estirones (saltos).
La velocidad de crecimiento disminuye constantemente hasta la edad adulta.
Para el entrenamiento en grupo se plantea un problema suplementario, particularmente en las clases escolares donde los niños tienen la misma edad cronológica, pero existen grandes diferencias debido a la distinta aparición del período de crecimiento de la pubertad.
Dado que los sujetos precoces tienen una capacidad de rendimiento y una aptitud para el esfuerzo superiores en todos los aspectos de la condición física, debido a su mayor talla y a un peso más elevado, y teniendo en cuenta que la resistencia general y al fuerza están en correlación muy estrecha con la edad biológica, la talla y el peso, las oportunidades de victoria corresponden casi exclusivamente a los niños precoces.
Crecimiento y aparato motor pasivo.
El niño y el adolescente están más expuestos a los riesgos de lesiones por cargas antifisiológicas de entrenamiento que el adulto, sobre todo en el momento del estirón de crecimiento de la pubertad. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que la tolerancia a una determinada carga de entrenamiento puede variar de un niño a otro en función de su edad biológica.
La capacidad para tolerar una carga individual por parte de los huesos, los cartílagos, los tendones y los ligamentos constituye un factor limitativo en el entrenamiento del niño y del adolescente. Las estructuras del aparato motor pasivo están en pleno crecimiento y todavía no tienen la resistencia que poseen los adultos.
Se consideran particularidades de la infancia y de la adolescencia los puntos siguientes:
- Los huesos son más flexibles debido a la mayor proporción de materiales orgánicos relativamente blandos, pero su resistencia a la flexión y a la presión es menor que la
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