El Hombre En Busca De Sentido- Ensayo
rarov1 de Marzo de 2013
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ENSAYO
“El hombre en busca del sentido”
Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".
Friedrich Nietzstche
“El hombre en busca del sentido” es un libro autobiográfico del Dr. Viktor Frankl, un neurólogo y psiquiatra austriaco quien sobrevivió a las barbaries cometidas por los nazis durante la segunda guerra mundial, más concretamente en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau. El libro relata las experiencias de la supervivencia en el campo como afectaba una vida de esclavitud en un ciudadano promedio de esa época.
Afirma que lo primero que sucedía durante la llegada a un campo de concentración de los presos les quitaban sus efectos personales y cualquier tipo de documentación, además se les tatuaba un número de identificación. El paso siguiente seria realizar una primera selección, del total de los prisioneros, que eran un grupo parecidos en edad y constitución física, solo se seleccionaban a algunos pocos que reunían condiciones para ser productivos en los trabajos del campo, mientras que el resto era asesinado mediante cámaras de gas. Hay una anécdota de Frankl que decía que los prisioneros de vez en cuando y gracias a un trabajo bien realizado tenían una especie de recompensas que eran un cupón que valían por 6 cigarros o 6 raciones de sopa, normalmente recibían 2 que podían ser canjeados por 12 raciones de sopa o 12 cigarros, Frankl lo que dice es que lo normal es que los prisioneros se tomasen la sopa para fortalecerse y tener alguna posibilidad de sobrevivir a esa vida tan cruel, pero que por el contrario se veía cuando un prisionero no tenía más deseo de seguir viviendo y era entonces cuando prefería la docena de cigarrillos para disfrutar lo poco que tenía y lo poco que le quedaba de vida.
Además explica que no todos los prisioneros tenían el mismo rango ya que este variaba debido a antigüedad o rango. Había dos tipos de rangos el primero que era el del prisionero común y corriente que no disponía de ningún tipo de derecho más que trabajar y seguir ordenes, por otro lado, también prisioneros estaban los “Capos”, los Capos eran prisioneros que habían hecho merito con los nazis, y no mediante cosas moralmente buenas y por lo tanto recibían algunos privilegios y hay que decir que era muy normal que tratasen a los prisioneros normales muchísimo peor que los propios soldados.
El libro está dividido en tres partes o fases a partir de las cuales va cambiando o evolucionando los sentimientos, emociones y percepciones de los prisioneros en el campo de concentración.
- Fase número uno: “El internamiento en el campo”
Frankl hace referencia a esta fase como el principio de todo, más de mil prisioneros viajando en un vehículo rebosante de gente, sin asientos, casi sin ventanas durante cientos de kilómetros. El síntoma al cual hace referencia esta fase es el “shock”. Todos los prisioneros tenían la idea que iban a ser destinados a una fábrica de munición, por lo cual aunque perjudicados por la situación pensaban que les podría haber esperado un destino peor, obviamente se equivocaron…
Cuando bajaron del tren y vieron que les habían destinado al campo de concentración de Auschwitz el shock fue el primer síntoma que los prisioneros mostraron un estado por el cual estaban incrédulos ante lo que sus ojos veían, solo con escuchar ese nombre, ya sabían que les poda esperar lo peor y que seguramente jamás saldrían de ahí.
Cuando llegaron fueron recibidos por una grupo de prisioneros que les indicaron la forma de funcionamiento del campo, estos dominaban muchas lenguas europeas y se les observaba sanos y bien alimentados.
En psicología hay un estado de ánimo muy comúnmente mostrado por los prisioneros que son condenados a muerte al que se le conoce como “ilusión del indulto” esta ilusión se trata de que el prisionero cree que a último momento algo va a suceder que evitara su propia muerte, esto pasa cuando el prisionero todavía tiene ganas de vivir y quiere aferrarse a la vida mediante cualquier tipo de mentira que están dispuestos a creerse.
Después de la pre-selección de los prisioneros fueron conducidos a las duchas, donde les invadió lo que Frankl denomina como un “humor macabro” una expectación de no saber lo que les iba a pasar y una curiosidad que les carcomía por dentro, el hecho de saber que ya no tenían nada que perder fue lo que hizo que se pusieran a bromear entre ellos y sobre su situación, lo más destacable de estos momentos es que a pesar de la situación desfavorable que vivían lo que más querían era saber lo que les sucedería después.
Los primeros días en el campo la idea de suicidarse era lo que más les venía a la cabeza a los prisioneros que acostumbrados a una vida productiva, en familia en la mayoría de los casos no podían soportar la idea de no tener una alternativa de libertad, hay un fragmento del libro que hace que el lector se dé cuenta de que lo más valioso que tiene un ser humano no es la propia vida sino la idea de libertad ya que sin eso un ser humano no tiene voluntad de elegir lo que quiere ya sea bueno o malo para sí mismo. Uno de los primeros consejos que recibieron Frankl y sus compañeros nada más llegar al campo fue que se mantuvieran lo mejor posible y mantener una apariencia que les hiciera parecer jóvenes y fuertes ya que sin eso seguramente su destino más próximo seria la cámara de gas al igual que todos los que los soldados consideraban que no estaban en forma para rendir con las tareas diarias del campo.
- Fase número dos: “La vida en el campo”
Las reacciones de los prisioneros presentadas anteriormente fueron desapareciendo a medida que fue pasando el tiempo y fue reemplazada por una sensación que Frankl denomina como apatía, incluso se habla en el libro de una especie de muerte emocional, llegaron a un estado en el que nada importaba ya fuese bueno o malo daba igual, acostumbrados ya a los maltratos de los guardias lo que más añoraban la mayoría de los reclusos era la muerte, que aunque dejasen la vida, consideraban que cualquier cosa sería mejor que los maltratos periódicos a los que eran sometidos una y otra vez.
Finalmente los presos terminaron por acostumbrarse a ese sentimiento, si comían poco pues no importaba, si tenían frio pues tampoco incluso en el libro se hace referencia que al ser separados de sus padres, madres o hijos muchas personas perdían la esperanza de vivir, en estas situaciones es cuando se demuestra que la familia vale mucho más que el dinero o que cualquier otra cosa material a la que se le pueda tener apego.
La apatía antes mencionada dice Frankl, era un mecanismo de auto defensa por el cual los prisioneros eran capaces de dejar atrás todo lo malo por lo que pasaban y habían pasado para centrarse en el único objetivo que podían lograr, y no siempre, mantener la vida.
Hay una ocasión donde el autor narra un episodio en el cual un compañero suyo de barracón estaba retorciéndose en la cama debido a una terrible pesadilla y su primer impulso fue el de despertarlo y decirle que estaba soñando, pero después se dio cuenta de dos cosas, la primera era que conciliar el sueño en esa situación en la que se encontraban era algo muy difícil para encima despertarle, la segunda era que por muy malo que fuese el sueño, no podía ser peor que la realidad en la que se encontraban en ese momento.
Otro aspecto mencionado relacionado con los sueños era que en estos se podían observar los deseos más primitivos de cada una de las personas allí presentes, cosas que en su vida anterior no hubieran sido un lujo sino algo casi habitual pero que debido a la situación en la que se encontraban eran casi una utopía. Con estas cosas me refiero a situaciones que nosotros hoy en día vivimos a diario como comer, ya que sus comidas eran sopa aguada y pan duro, o una ducha de agua fría, es difícil imaginarse el frio que podría hacer en Austria en pleno invierno, sin un sistema de calefacción y en barracones de madera mal construidos, es por eso que la mayoría de los prisioneros valoraban mucho todo lo referente a abrigos, botas o calcetines, y se usaban como moneda de cambio para conseguir casi cualquier cosa.
Cuando miramos la situación en que Vivian cotidianamente estos prisioneros lo más parecido que se nos puede ocurrir es la situación de una persona presa en una cárcel y se sabe que una de las cosas que más añoran los presos es el uso de su sexualidad, para este aspecto el autor dedica un apartado del libro en el cual dice que ese no era un problema en los campos de concentración nazis ya que debido a la grave desnutrición que sufrían, sumado a la fatiga continua y una falta enorme de sentimentalismo, hacía que el impulso sexual de los reclusos fuese mínimo.
El hecho de la desnutrición que sufrían y que la ausencia total de sentimentalismo provocaba también que el deseo sexual fuera nulo. Pero a pesar del primitivismo físico y mental. Los prisioneros llevaban una profunda vida espiritual. Las personas de constitución débil y que habían llevado una vida espiritual profunda parecían llevar mejor la vida en el campo que las personas fornidas. Esto se debe a que se trasportaban
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