El Monje Que Vendio Su Ferrari

n la actualidad la sociedad se preocupa mucho por estar al día con la tendencia de pertenecer a un estatus, cual más quiere traer ropa de la mejor marca, objetos caros y muchos lujos que presumir. Para lograr esto el ser humano se centra tanto en su ambición por generar riqueza, alimentar su ego y zacear su deseo del dinero, que olvida su misión en la tierra.

A causa de esto, muchos de nosotros dejamos atrás lo esencial de la vida, que consiste en disfrutar lo que tenemos el día de hoy sin estar perdiendo tiempo en ambicionar un futuro que es incierto.

No es que sea malo tener un pensamiento ambicioso que promueve ser un a persona con gran fortuna económica y material, lo malo empieza cuando no ambicionamos tener una fortuna espiritual; ya que el hecho de que generemos éxitos influye que estemos lo suficientemente bien como persona en todos los aspectos (física y mentalmente) que estos implica. Sentirnos bien con nosotros mismos, para estar bien con lo que nos rodea.

Sin embargo, para lograr una plenitud y estabilidad personal, se debe mantener una cultura personal implementar hábitos saludables para nuestro cuerpo y mente, y eso es algo que pocos Mexicanos tenemos, pues siempre tratamos de ser correctivos en vez de, procurar ser preventivos.

La lectura de “El monje que vendió su Ferrari” alude aspectos antes mencionados, pues expone el relato de un hombre que padeció de esa insaciable sed de reconocimiento, de perfeccionismo y de incrementar su cuantiosa fortuna.

Julian Mantle, el protagonista de la historia, sufrió inestabilidad espiritual al pretender trascender en su éxito profesional, lo cual logro, sacrificando momentos de su vida y desaprovechando tiempo que podría serle muy valioso aun sin estar valuado en términos monetarios.

En mi opinión, esta historia relata circunstancias que se viven día a día, muchos de nosotros concluimos el día sin saber hacia donde vamos, sin encontrar un sentido de estar, de ser. Estamos tan familiarizado a la rutina que es tan normal repetir a diario lo que se realizo el día anterior; y no es malo, siempre y cuando tomemos esas rutinas que nos dejan frutos satisfactorios para nuestra persona, aquellos que nos ayudan a inculcar hábitos buenos con disciplina.

De acuerdo a la lectura, una actividad se convierte en habito al realizarlo por 21 días seguidos, pues aprendemos a manejar nuestra mente, dominarla de tal manera que nos de resultados beneficiosos.

Hay que tomar en cuenta que, la mente es un aspecto fundamental de cualquier ser vivo tiene una capacidad enorme ante nosotros que puede llegar a dominarnos y sobre todo engañarnos con acciones mediocres para nosotros mismos. Por eso, es vital trabajar con nuestro pensamiento y actitudes de forma sana y constante para ser capaces de mantener un pensamiento siempre optimista pese a cualquier adversidad y lo relevante, saber actuar ante situaciones extremas

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