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El compromiso como educador


Enviado por   •  7 de Junio de 2016  •  Monografías  •  2.012 Palabras (9 Páginas)  •  311 Visitas

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El compromiso como educador

Introducción

El presente trabajo monográfico ha sido elaborado en el marco de la materia Práctica I, correspondiente al primer año del Profesorado de Enseñanza Primaria, retomando los temas y autores vistos en el Eje I del programa de dicha materia llamado “Dilemas pedagógicos”.

El tema elegido para analizar es "El compromiso como educador", con la finalidad de reconocer y tomar conciencia de las implicancias de la tarea que realiza el educador, en especial el maestro de Primaria. Para ello se proponen los siguientes objetivos:

- Entender lo que es un compromiso;

- Analizar lo que implica el compromiso como educador;

- Saber con quién o con quienes se da este compromiso.

Desarrollo

El análisis se desarrollará a partir de preguntas que servirán de guía para la reflexión.

1º) ¿Qué se entiende por compromiso?

Para poder hablar sobre el compromiso como educador, primero es necesario tener en claro qué se entiende por compromiso.

Al buscar esta palabra en el diccionario de la RAE disponible en Internet encontramos la siguiente definición pertinente al tema en cuestión: el compromiso es una obligación contraída. Es decir, el compromiso es aquello que alguien debe hacer o cumplir porque él mismo, en algún momento, ha aceptado voluntariamente realizar esa tarea, ha asumido una responsabilidad con respecto a alguna realidad.

De más está decir que el único ser capaz de comprometerse es el hombre, como lo dice el pedagogo Paulo Freire en un pasaje de uno de sus libros: "Solamente un ser que es capaz de emerger de su contexto, de alejarse de él para quedar con él; capaz de admirarlo para, objetivándolo, transformarlo, y transformándolo, saberse transformado por su propia creación; un ser que es y está siendo en el tiempo que es suyo, un ser histórico, solamente éste es capaz, por todo esto, de comprometerse. Más aún, solamente este ser es en sí ya un compromiso. Este ser es el hombre." (Freire Paulo, Educación y cambio, 1976). Es decir, para poder ejercer un acto comprometido es necesario ser capaz de actuar y reflexionar, y estas capacidades sólo corresponden al ser humano.

Siguiendo a Freire podemos asegurar que todos los hombres tienen un compromiso que les es propio por el hecho mismo de ser hombres y que consiste en la solidaridad con los hombres para la búsqueda constante de la humanización del hombre, o sea, ayudarse unos a otros a ser cada vez más hombres, más humanos, buscando el pleno desarrollo de las propias capacidades y las de los demás.

Por esta razón el educador tiene, en principio, un doble compromiso: uno como hombre, que le viene dado desde que nace, y el otro como profesional de la educación, que es asumido voluntariamente por él.

El siguiente paso para avanzar en el análisis del compromiso como educador es tratar de descubrir cuáles son las implicancias propias de ese compromiso, que tienen que ver con la tarea específica que realiza el educador.

2º) Dedicarse a la educación ¿implica algún compromiso?

Si entendemos que el educador es aquella persona que imparte educación, esta pregunta se refiere a cuál sería el compromiso de un educador, si es que existiese tal

compromiso.

La respuesta a esta pregunta depende de la idea o concepción que se tenga de la educación y de las funciones que ella desempeña. Por eso es importante que toda persona que quiera dedicarse a esta tarea comience por revisar y analizar lo que entiende por educación. Para nuestro análisis consideraremos los siguientes aportes:

  • La definición de Durkheim: "La educación es la acción ejercida  por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial al que particularmente está destinado." (Citada por Núñez Violeta, en Reinventar el vínculo educativo: aportaciones de la Pedagogía Social y del Psicoanálisis, cap. 1).
  • Paulo Freire sostiene que “…enseñar no es transferir conocimientos, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción. Cuando entro en un salón de clases debo actuar como un ser abierto a indagaciones, a la curiosidad y a las preguntas de los alumnos; un ser crítico e indagador, inquieto ante la tarea que tengo, la de enseñar y no la de transferir conocimientos.” (Pedagogía de la autonomía, cap. 2)

De las dos ideas anteriores se desprenden las dos funciones que en la literatura pedagógica se le suelen atribuir a la educación: la de conservación o reproducción (porque gracias a la educación sobrevive la cultura a través de la historia) y la de transformación (porque actúa como agente de cambio). En palabras de Miguel Ángel Santos Guerra: “Las escuelas pueden ser transmisoras de las pautas culturales (socializan), pero también pueden poner en tela de juicio unas formas de entender la cultura (educan) y, a partir de esa crítica, tratar de transformarlas.” (Enseñar o el oficio de aprender, 2001, cap. 10). 

A la luz de estas consideraciones sobre la educación queda claro que ella desempeña un papel fundamental en la relación sujeto-sociedad, porque es ella la encargada de formar a los sujetos, los hombres, para que se incorporen a la sociedad.

Podemos imaginar a la educación como un largo camino que conecta a cada hombre con la sociedad en la que vive, y que además permite que el hombre se vaya perfeccionando como persona a medida que lo recorre. Y para no perderse al recorrer un camino son necesarias las señales de tránsito y los carteles que nos van indicando el rumbo a seguir. En el camino de la educación son los educadores los encargados de mostrar a los sujetos estas "señales" que lo van guiando hacia la sociedad y hacia un desarrollo más pleno de las propias capacidades.

Es por todo esto que podemos concluir que el educador tiene un compromiso muy importante con la sociedad, que le confía a sus miembros, los hombres, para que los capacite para que puedan participar activamente en la vida social.

Pero también está comprometido con estos hombres que le son confiados, para ayudarlos en su crecimiento como personas.

Y estos dos compromisos no son independientes, sino todo lo contrario, están íntimamente relacionados, porque no puede pensarse a un hombre fuera de un contexto social y a su vez no existe una sociedad sin hombres. Y más aún, el hombre solo puede lograr ese crecimiento como persona del que tanto hablamos, en la medida en que es capaz de relacionarse con otros hombres, y estas relaciones se dan en la sociedad.  Por otra parte, el desarrollo, transformación y avance de una sociedad se logra gracias al aporte que realizan los hombres que la constituyen.

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