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El déficit habitacional: Un producto del capitalismo

rocetmajoTesis21 de Mayo de 2015

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problema de la vivienda es uno de los principales retos para la revolución bolivariana y uno de los terrenos en los que el saldo es más desfavorable para ésta. "En Vivienda estamos raspaos" ha dicho el propio Presidente Chávez. El problema de la v El problema de la vivienda es uno de los más acuciantes que viven los trabajadores y los sectores populares venezolanos desde hace décadas. Uno de los aspectos en los que la clase dominante y sus sistema, el capitalismo, han mostrado de manera más evidente a lo largo de las últimas décadas su carácter retrógrado es su incapacidad para ofrecer una vivienda digna a millones de personas.

El déficit habitacional: Un producto del capitalismo

Un síntoma de la decadencia del sistema capitalista tanto a escala nacional como internacional durantes las últimas décadas es que en los países de desarrollo capitalista más tardío si bien ha seguido expulsando , a través de la ruina de los pequeños productores agrarios –aplastados por la competencia del comercio mundial y los monopolios- a los campesinos de sus tierras y les ha empujado a emigrar a las ciudades, cuando estos llegaban a los núcleos urbanos no era capaz de ofrecerles ni un puesto de trabajo en la economía formal en el que explotar su fuerza de trabajo, ni unos ingresos mínimos y estables que permitan su reproducción como fuerza de trabajo ni , por supuesto, una vivienda en la que habitar ellos y sus familias.

El resultado de esta incapacidad del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas al nivel que lo hacía en otros periodos históricos , y desde luego a la altura de lo que necesitamos hoy los habitantes de este planeta, son esos millares de personas que malviven “sin techo” en las ciudades de todo el mundo, desde Nueva York (en el corazón del capitalismo más avanzado) a Calcuta o Pekín (ejemplos según los capitalistas de las posibilidades de un nuevo auge del capitalismo) pasando por supuesto por espejos del capitalismo más dependiente y sometido al imperialismo como Ciudad de México o Caracas.

También lo son esos millones de viviendas, y en no pocos casos, infraviviendas, que vemos en prácticamente todas las ciudades latinoamericanas y de otros países ex coloniales o semicoloniales; hogares más o menos improvisados, y más o menos habitables según las posibilidades de cada uno, que han tenido que construir con su propio esfuerzo, y sin ningún tipo de medios ni ayudas, sus moradores. En muchas ocasiones incluso teniendo que vencer la resistencia del estado, ocupando e invadiendo terrenos ociosos, teniendo que levantar sus casas con sus propias manos, a menudo sin servicios esenciales, en lugares que no reúnen las condiciones de seguridad, higiene y calidad de vida adecuadas, arriesgados además constantemente a quedarse sin hogar a causa del desalojo, de las lluvias torrenciales o cualquier otro desastre natural…

Como decimos, el de la vivienda es un problema general de los países capitalistas ex coloniales y semicoloniales, que refleja los límites y la incapacidad del capitalismo, y desde luego un mal endémico que la sociedad venezolana sufre desde hace décadas. Los cantos de sirena de los líderes contrarrevolucionarios de la oposición venezolana, sus críticas al gobierno bolivariano por el mantenimiento del déficit habitacional (como por tantos otros problemas que arrastramos desde hace décadas) sólo pueden merecer el más profundo de los desprecios por parte de todos los revolucionarios. Estos ciudadanos, que durante décadas tuvieron la oportunidad de resolver este y otros muchos problemas sociales y se dedicaron a robarse los bienes públicos y a saquear las riquezas nacionales, y en primer lugar el petróleo, para malvenderlas para su exclusivo beneficio a las multinacionales imperialistas no tienen la más mínima autoridad moral para dirigirse hoy a los jóvenes, trabajadores, campesinos y en general a los ciudadanos venezolanos criticando al actual gobierno revolucionario por el problema de la vivienda y haciendo promesas demagógicas.

Un reto para la revolución y un arma para la contrarrevolución

Según la Cámara (Patronal) Venezolana de la Construcción, la mitad de los ciudadanos no tienen una vivienda adecuada: más de 12 millones de personas tienen problemas de vivienda o viven en condiciones infrahumanas. Estos datos parecen bastante fiables. El déficit habitacional venezolano, según la propia Cámara Venezolana de la Construcción, se sitúa en 1.800.000 unidades. Este déficit sólo podrá encontrar resolución en el marco del proceso revolucionario bolivariano y en particular en el avance real y definitivo de la revolución bolivariana hacia el socialismo. Es más: si la revolución bolivariana no logra resolver (y no en las próximas décadas sino en unos pocos años) el problema de la vivienda, así como ofrecer un puesto de trabajo, salario y condiciones de vida (salud, educación, etc) dignas a la inmensa mayoría de la población estará herida de muerte.

El enorme apoyo social que la revolución tiene entre las masas, sólo continuará y se acrecentará si logramos resolver los problemas sociales que el capitalismo ha generado, demostrando que el socialismo del siglo XXI que ha planteado el presidente Chávez es un sistema que garantiza unas condiciones de vida dignas a todos los venezolanos. Si esto no es así, la demagogia de la contrarrevolución encontrará condiciones favorables para minar el apoyo a la revolución y desmoralizar y confundirá a sectores importantes de las masas.El propio Presidente Chávez ha alertado en distintos discursos de este peligro y, en particular acerca del problema de la vivienda, ha mostrado su insatisfacción e inquietud ante unas cifras que representan uno de los saldos más negativos que puede presentar la revolución. “En Vivienda estamos raspaos”, fue su demoledora conclusión.

En realidad, no se puede decir que la revolución no haya hecho nada respecto a la cuestión de la vivienda. El presidente Chávez ha demostrado que éste es uno de los problemas que más le preocupa y el gobierno bolivariano ha tomado distintas medidas con el objetivo de intentar buscar soluciones. Una de las primeras actuaciones fue garantizar los derechos de los actuales habitantes de los ranchos concediendo títulos de propiedad sobre los terrenos en los que habían construido sus viviendas a miles de familias así como desarrollando varios proyectos para reacondicionamiento y mejora de las viviendas. Estas medidas son muy importantes para las miles de familias beneficiadas y han tenido un impacto en mejorar su calidad de vida pero resultan insuficientes para resolver un problema que tiene su origen en otro lugar. La falla se encuentra en que no tocan el punto central que genera el problema de la vivienda: la insuficiente construcción de nueva vivienda en condiciones dignas y a precios accesibles para los sectores populares y la clase obrera. Este es el problema central, la enfermedad que la revolución debe curar y que mientras la construcción de viviendas dependa de la voluntad de los empresarios privados y su búsqueda del máximo beneficio no encontrará solución.

Balance de la construcción de viviendas

Entre 1999, primer año de gobierno de Chávez, y el primer semestre de 2006, el Gobierno Central , junto con las gobernaciones y alcaldías, realizaron 170.000 viviendas. Esto contrasta visiblemente con el déficit habitacional antes citado de 1.800.000 viviendas. Consciente de este problema, el Presidente Chávez planteó acelerar el ritmo en la construcción de viviendas y propuso un objetivo de construir 150.000 viviendas este año. Sin embargo, el objetivo no se está cumpliendo. Ya el año pasado el Presidente había planteado un objetivo de construir 120.000 viviendas y finalmente apenas se construyeron 40.000. Como consecuencia de ello, el Ministerio de la Vivienda y el Hábitat ha visto cambiar constantemente a los ministros al frente, sin que se atisbe ningún cambio de tendencia significativo.

Un estudio comparativo sobre la construcción de viviendas en las últimas dos décadas publicado por la revista económica bolivariana “Quantum” el 3 de septiembre de 2004, elaborado según datos del Ministerio de Infraestructuras (Minfra), CADIVI y la propia Cámara de la Construcción, arrojaba datos bastante sorprendentes y alarmantes. En el periodo 1990-1993 se acabaron 284.089 viviendas en 4 años. De 1994 a 1997 se acabaron 218.076 viviendas y ya en pleno proceso revolucionario bolivariano, entre 1998 y 2003, se acabaron en 6 años solamente 162.353 viviendas. Evidentemente, la explicación no es que los gobiernos burgueses de la IV república tuvieran más interés por intentar resolver el problema de la vivienda o más vocación social. Estos datos sugieren que desde la llegada de Chávez al poder y el inicio del proceso revolucionario, como ya hemos analizado que ha ocurrido en otros campos (inversión productiva, creación de empleo en las industrias privadas, etc.) los capitalistas se niegan a invertir y junto a sectores importantes de la burocracia sabotean de manera directa e indirecta cualquier intento por parte del gobierno de paliar o resolver los problemas sociales.

En lo fundamental, no se trata de un problema ocasionado por los hombres o mujeres qué encabezan el Ministerio en un momento determinado sino de que la política que se ha adoptado respecto a la cuestión de la vivienda ha intentado atacar los efectos en lugar de la causa principal del problema. Se ha intentado buscar una solución al problema de la vivienda sin tocar los intereses, o haciéndolo muy levemente, de las empresas constructoras, de los bancos privados (grandes beneficiados

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