El jurista y el simulador del derecho

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Contenido

El jurista y el simulador del derecho        3

Capítulo I        3

Capítulo II        3

Capítulo III        4

Capítulo IV        4

Capítulo V        5

Conclusiones        6

El jurista y el simulador del derecho

Este libro del Dr. Ignacio Burgo Orihuela hace énfasis sobre la importancia jurídica y el papel que desempeñan su vida al derecho como profesión, diferenciándolos de aquellas personas que no estudian y docta en las artes jurídicas como charlatanes siendo “simuladores” e ignorantes.

El autor redacta de forma clara y precisa de lo que es un verdadero jurista y las características que delatan a un charlatán a quien le llama “el simulador del derecho”.

Capítulo I

El derecho es un orden normativo jerarquizado y artificial pero necesario para que la sociedad pueda desarrollarse y desenvolverse de manera pacífica y efectiva. Este derecho es cambiante con base al tiempo y el lugar, puede variar según a la sociedad que se pretende regir dándole vida y modificando a sus necesidades, asimismo es tan necesario para establecer y mantener el orden que en muchas situaciones se aplica incluso resultando injusto, esta idea es un claro reflejo de lo que le tocó vivir, una época en que no pudo ser más cierta los proverbios “Dura lex, sed lex” e “Injustum jus, suma injuria”, dureza e injusticia.

Así es como se puede corroborar que el derecho es una creación que al paso del tiempo es mutante, el vivo reflejo de  la sociedad a la que aplica, como podemos ver se ha ido transformando de acuerdo a las necesidades y experiencias sociales que le van dando forma, en donde el jurista encuentra las normas o reglas establecidas por las costumbres generales que la sociedad ha tenido que ampararse por considerarlos primordiales, y esto es lo que el jurista debe comprender al derecho como esencia y no como mandamientos puesto que la ley cambia con rapidez.

Capítulo II

El autor describe al jurista como una persona cuya labor es categórica y de gran relevancia para la sociedad, debido a que es quien lleva a la vida el derecho como una herramienta para el camino correcto de la sociedad, es aquel que lo moldea y lo refina basándose en un profundo análisis de la situación de la sociedad a la que debe asegurarse de que se cumpla lo prescrito.

Burgoa nos dice que el abogado debe ser libre, sin estar atado a intereses que le hagan ser juez y parte, a proteger la justicia, pero en específico al orden social, que si bien es cierto es una tarea difícil si se está al servicio subordinado de cualquier figura de la sociedad, y si así fuera entonces este no puede ser abogado aún si fuese un genio en la materia.

Asimismo, un abogado verdadero no debe ser cobarde ni falto de valor civil, pues de nada sirve tener conocimiento jurídico si no puede alzar la voz y defender los principios contra cualquiera que busque desacreditarlo. El jurista debe ser honesto pues la corrupción los etiqueta como mediocres que nunca serán juristas.

Capítulo III

La cultura jurídica como ciencia y arte, significa un saber y un actuar, por ello el jurista, científico y artista, tiene para si un inmenso campo de actuación donde colaborar y contribuir al perfeccionamiento y realización del elemento teleológico de tan noble y complicada materia, a saber, el derecho.

Al ser el derecho un regulador de la vida social en general, el jurista debe ser una persona con un gran acervo de cultura general, pues solo teniendo una clara idea de la generalidad o elementos principales que componen a las muy diversas ramas del saber humano, puede el jurista pretender siquiera un intento por regularlos ya que entiende el saber general de la humanidad y a la sociedad como grupo e individuos, y así puede plasmar sus necesidades en normas, tratándose de una labor legislativa o coadyuvar a la verdadera impartición de justicia en el caso de jueces y abogados.

Así es que el derecho se vincula estrechamente con la historia, la filosofía, la sociología y demás disciplinas que buscan el estudio del conocimiento y del comportamiento social.

El autor nos dice que el derecho es un arte, nos recuerda que el derecho es el arte de lo que es bueno y lo que es justo, sin embargo, hace una separación del arte con respecto a la técnica, técnica que puede referirse a la retórica de que hace uso el jurisconsulto para convencer de sus ideas, o de la técnica legislativa con que se conjugan y plasman los postulados que serán en última instancia la expresión normativa de ese derecho.

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