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El ser nacional Civilizacion y Cultura


Enviado por   •  23 de Junio de 2016  •  Ensayos  •  1.314 Palabras (6 Páginas)  •  195 Visitas

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El ser nacional

Civilizacion y Cultura

La estructura del Facundo tiene una construcción binaria, en donde uno de los opuestos destruye al otro. Destaca la polaridad entre la civilización y la barbarie como su tema central de preocupación y como clave para la definición del destino nacional.
En el Facundo se representa a las minorías ilustradas urbanas y los cabildos abiertos como la fuerza motriz de la revolución de mayo de 1810. Constituían la corriente histórica sobre la que se asentó el partido criollo, liberal y progresista, del cual surgió el núcleo dirigente del proceso en marcha, en lucha primero contra fuerzas españolas, y luego contra los caudillos provinciales, como expresiones del atraso y la barbarie, que esta vez pierde.
La fuerza en disputa es abierta y dinámica: después de 1810 y hasta 1831, la campaña aparece como la barbarie que se rebela contra la civilización de la ciudad. Las ciudades de un lado y la campaña del otro de una línea divisoria infranqueable. En las ciudades había brotado la civilización de origen europeo y se desenvolvían las nuevas ideas y el progreso; en la campaña imperaba el analfabetismo y la barbarie. Pero la barbarie parece civilizarse con el simbólico viaje de Facundo a la capital. Rosas corta ese proceso al eliminar a Quiroga y ahoga la libertad necesaria para el cambio, pero aun así, éste se hará inevitable, según piensa y desembocará en la organización política definitiva con que sueñan Sarmiento y sus compañeros de ideales como Juan Bautista Alberdi, entre otros.
Su relato es un alegato contra Facundo Quiroga, que superó la figura del caudillo riojano y se convirtió en un discurso contra Juan Manuel de Rosas, a quien Sarmiento aborrecía profundamente. Tal vez el motivo de ese odio haya sido que Rosas, proveniente de una familia adinerada de terratenientes, no adhiere a los ideales de la Revolución de Mayo, no actúa como civilizado y maneja a la masa ignorante y bárbara sin ningún intento de progreso, como un estanco que perdura y no hace uso de su inteligencia para avanzar, para evolucionar. Podría inferir cierto rencor de Sarmiento hacia lo que Rosas representa.
Sarmiento creía que para llevar a cabo su proyecto de construcción de una república debía enfrentar el problema de la barbarie, y que ésta podría resolverse con educación de hombres y mujeres. Consideraba a la barbarie sin cultura y mediante la instrucción formal se podría civilizar a los bárbaros, es decir, entendía a la civilización como sinónimo de cultura y que ésta podría ser adquirida como algo externo que se internalizaba.
Sarmiento comprendió la brecha existente entre la oligarquía, a la que de niño habían servido él y su madre, y la civilización a la que veía y a la que, consciente o inconscientemente él aspiraba.

De acuerdo a esto, afirmaría, en un primer instante, que los conceptos civilización y cultura podrían ser aceptados como sinónimos a finales del S. XIX en el territorio argentino y dentro de este, solo en la ciudades.

En la actualidad, no podría existir esa equivalencia entre civilización y cultura, ya que desde los diferentes ámbitos de estudios de las ciencias sociales y de las relaciones sociales y humanas, no puede considerarse la existencia de la barbarie ni de la civilización por sí mismas. Estas palabras son neologismos de origen europeo, que encierran una fijación terminológica como punto de conclusión de un largo proceso histórico de construcción imaginaria de dos figuras: el civilizado y el bárbaro.
Dichas figuras aparecieron como términos opuestos, el indio construido como antítesis del hombre civilizado, en el caso de América. Dichas expresiones no responden de forma alguna a la problemática de la identidad y cultura argentina. Lamentablemente, con el paso del tiempo esa antinomia civilización y barbarie fue desplazando los perfiles que expresó Sarmiento hacia otros esquemas simbólicos, con lo que al civilizado y al bárbaro se le otorgan nuevas representaciones en el espectro y el pensamiento cultural desde el pasado hasta el presente, porque aunque civilización no es sinónimo de cultura y, civilización y barbarie no tienen existencia en sí mismas, en nuestra historia escuchamos apelativos como “negro cabeza”, “negro villero”, etc.

Contexto 1966-1968

La Revolución Argentina con el General Onganía al frente, puso fin a la vida republicana, el golpe de estado destituyó al presidente Illa, al Parlamento y a la Corte Suprema de Justicia y ordenó la disolución de todos los partidos políticos. Onganía contaba con el apoyo de la corporación militar, la Iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad, quería poner en “orden” a la Nación. Como parte de las medidas se redujo el personal de la administración pública, se congelaron los salarios, se suspendieron las negociaciones colectivas de trabajo. Aumentó considerablemente la deuda con el exterior. Los sectores más poderosos de la economía se vieron favorecidos, mientras que las economías regionales, los pequeños comerciantes y los trabajadores industriales fueron los principales afectados. Ante todo este panorama la juventud argentina fue parte de un proceso de rebelión al orden establecido. Las universidades, los sindicatos, los espacios barriales y distintos centros culturales fueron los espacios en los que los jóvenes expresaron su rechazo al autoritarismo de Onganía. Frente a estas manifestaciones el gobierno reaccionó con represión. Se plantearon reclamos sindicales de nuevos dirigentes que denunciaban a la dictadura como causa de la crisis social, por lo que varios sindicatos perdieron su personería jurídica como UOM, Unión Ferroviaria. En 1968 el ministro de Economía congeló salarios y suspendió negociaciones colectivas hasta fin de año. En mayo de 1969 varios sectores como protesta tomaron Córdoba por varios días y la ciudad fue intervenida por el Ejército. Este suceso violento impactó en la sociedad por ser sorpresivo y fue apoyado por estudiantes cordobeses y sectores sindicales.
Las ideas en el contexto mundial hacia fines de los años 60 reflejaban lo quiebres del sistema capitalista y sus contradicciones frente al liberalismo con diferentes manifestaciones populares. En América Latina, frente al surgimiento de grupos armados o guerrilleros, surge la Doctrina de la Seguridad Nacional como vertiente ideológica que consideraba como problema fundamental la posibilidad de movimientos revolucionarios. Pensaban que las fuerzas armadas debía cumplir un papel represivo en cada país para evitar la insurgencia. Se extendió esta perspectiva represiva al ejercicio de los derechos civiles.

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