“El significado de ser profesor básico hoy”
Yovanna Gómez LampeEnsayo10 de Enero de 2016
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Campus Valparaíso[pic 1]
Departamento Disciplinario de Educación Básica
Currículum nacional y estrategias de aprendizaje
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Ensayo: “El significado de ser profesor básico hoy”
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Profesor
Carlos Moreno
Alumno(a)
Yovanna Gómez Lampe
Valparaíso
Mayo, 24 de 2015
El profesor como transformador social
La educación para el hombre es algo esencial y se va desarrollando desde el minuto en que nacemos. Los primeros sujetos considerados nuestros educadores son nuestros padres, aquellos que nos enseñan las cosas básicas de la vida y nos ayudan a conocer el mundo acercándonos más a él. Un segundo acercamiento con la educación se da en la escuela, lugar en donde entramos en contacto con otras personas que si bien no son parte de nuestra familia, contribuyen durante 12 años o a veces más en nuestra formación y son con quienes pasamos la mayor parte del tiempo: los profesores. Y es generalmente el profesor básico aquel con quien tenemos el primer contacto durante los primeros 6 años de nuestra educación formal, quien al tratar con niños debe ser un profesional de la educación consciente del rol que va a desempeñar en la sociedad y de la responsabilidad que tiene en la formación y la cimentación de los conocimentos básicos en sus alumnos, para que los conduzcan a una formación integral siendo capaces de desenvolverse de forma adecuada en su vida cotidiana y en la sociedad.
Un profesional de la educación como lo es el profesor básico, debe ser consciente y comprometido con el rol que desempeña en la sociedad, ya que tiene una gran responsabilidad en cuanto al aprendizaje inicial de sus alumnos. Dentro de esta formación integral que se espera lograr se encuentran los conocimientos, habilidades y actitudes de cada nivel y asignatura que forman parte de los Objetivos de Aprendizaje del currículum nacional (MINEDUC, 2013).
Para generar un impacto positivo en el aprendizaje de estos contenidos por parte de los estudiantes, el docente además de estar comprometido con su quehacer pedagógico, requerirá disponer de ciertas cualidades y capacidades para desempeñar de manera efectiva su labor educativa. Paulo Freire (1986) señala en su reflexión sobre las virtudes del educador que el docente debe “ser coherente entre lo que se dice y lo que se hace” (p. 1), esto tiene relevancia sobre todo en la enseñanza básica, puesto que los niños llegan a la escuela abiertos a todo aprendizaje y ven al profesor como un modelo a seguir, quien de forma implícita transmite valores y actitudes hacia sus alumnos durante el desarrollo de la misma clase, aprendiendo además las formas de relación que éste establece en el acto educativo, en cómo se expresa, cómo llama la atención, cómo organiza la clase. Por ejemplo, si el profesor pregona sobre la libertad de pensamiento u opinión debe permitir a los alumnos el diálogo en el transcurso de la clase para que exista coherencia, por esta razón se hace necesario que los docentes sean congruentes en su labor pedagógica, propiciando así el buen actuar de sus alumnos, ya que no sólo se enseña lo que se sabe, sino también lo que se es.
Otro punto importante, es que el profesor sea capaz de manejar la tensión entre la palabra y el silencio, que como afirma Freire “se trata de trabajar esa tensión permanente que se crea entre la palabra del educador y el silencio del educando, entre la palabra de los educandos y el silencio del educador”, es decir, hacer incapié en su capacidad comunicativa y no meramente informativa. Esta cualidad toma relevancia en cuanto a la interacción comunicativa que debe propiciar el docente el dar espacios de discusión y reflexión, exponiendo las opiniones del alumnado y de paso hacerlo críticamente, puesto que si lo que se busca es una formación integral, no podemos dejar de lado actitudes como la curiosidad o la reflexión crítica, y si tomamos en cuenta que “en un clima liberal y de confianza el ser puede desenvolverse” (Berger, p.103), deben darse estas instancias en que el alumno sea partícipe y asuma su papel en este diálogo, sintiéndose libre de hacer preguntas, de exponer sus ideas y hasta cuestionarse lo que el profesor le está enseñando. La libertad también es considerada por Berger en la educación pero como un fin de ésta, donde la define como “un estado que se realiza en el interior de uno mismo y que corresponde al desenvolvimiento integral de la persona por un desarrollo armonioso de todas sus facultades” (p. 103), lo que implica que el alumno sea consciente de sus actos y sus consecuencias, como también que se haga responsable de ellos y que a partir de esto pueda elegir y tomar mejores decisiones actuando por sí mismo. Es aquí donde el docente debe ser quien maneje el clima de la clase, promoviendo un ambiente de confianza y mayor libertad a sus alumnos para que se formen como futuros ciudadanos críticos, dándoles posibilidades y oportunidades de elegir y tomar decisiones, en base a fundamentos. Esta capacidad de reflexión y discernimiento, también incluye al docente propiamente tal, posibilitando así tener una visión crítica acerca de la coherencia entre lo que se dice y se hace, lo que se siente y el mundo que se quiere construir, permitiéndole actuar congruentemente, consciente del propio acaecer y así poder modelar el ambiente de aprendizaje que se desea construir.
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