El término ética

ETICA

El término ética procede del vocablo griego ethos que a través de su devenir histórico ha cobrado múltiples significados. En primera instancia significó “guarida” o “morada” de animales, y por extensión, más tarde, pasó a referirse a personas; pero en ambos casos ethos alude “resguardo”, “refugio” o “protección”; es decir, espacio vital seguro.

Ahora bien, el carácter adquiere, en el ámbito humano, la connotación de lo permanente, y se forja a través de las apropiaciones que el individuo realiza durante el proceso de socialización entre su convivencia con los demás individuos en comunidad. Luego interioriza este carácter y es decisivo en su actuación individual y colectiva.

Desde esta perspectiva, diré, en primera instancia, que de la ética como reflexión filosófica, se trata de un tipo de saber, un saber que pretende orientar la acción humana en un sentido racional; es decir, pretende que obremos racionalmente, que de acuerdo a algunos autores moralistas españoles, significa, en primer lugar, “saber deliberar bien antes de tomar una decisión con objeto a realizar la elección más adecuada y actuar según lo que hayamos elegido”.

Es importante resaltar, que la ética tiene tres funciones específicas: 1) aclarar qué es lo moral, cuáles son sus rasgos; 2) fundamentar la moral, es decir, tratar de inquirir cuáles son las razones para que los hombres se comporten moralmente; 3) aplicar a los distintos ámbitos de la vida social los resultados de las dos primeras, que es lo que hoy se viene llamando ética aplicada.

En otro orden de ideas, hago referencia a la moral ya que existe entre estas dos palabras mucha similitud y muchas veces tendemos a confundirlas; la moral existe desde el mismo momento en que apareció el ser humano, y se refiere a ese comportamiento que acompaña al individuo durante toda su vida. Tanto ética como moral se refieren a valores, actitudes o normas, que podemos aceptar o rechazar. Ética y moral se distinguen simplemente en que, mientras la moral forma parte de la vida cotidiana de las sociedades y de los individuos y no la han inventado los filósofos, la ética es un saber filosófico.

Ciertamente, la ética se sitúa en el nivel reflexivo y autorreferencial del discurso filosófico, y la moral adquiere su verdadera autenticidad en el campo de la sociedad.

Del mismo modo, haré referencia a la ética profesional como aquella que pretende regular las actividades que se realizan en el marco de una profesión. En este sentido, se trata de una disciplina que está incluida dentro de la ética aplicada ya que hace referencia a una parte específica de la realidad. Cabe destacar que la ética, a nivel general, no es coactiva (no impone sanciones legales o normativas). Sin embargo, la ética profesional puede estar, en cierta forma, en los códigos deontológicos que regulan una actividad profesional. La deontología forma parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de principios y reglas de cumplimiento obligatorio.

Podría decirse, por lo tanto, que la ética profesional estudia las normas vinculantes recogidas por la deontología profesional. La ética sugiere aquello que es deseable y condena lo que no debe hacerse, mientras que la deontología cuenta con las herramientas administrativas para garantizar que la profesión se ejerza de manera ética.

Tomando en cuenta todo lo anterior expresado, puedo concluir que, hablar hoy ética en esta sociedad tan corrompida resulta algo difícil si tomamos en cuenta que vemos las profesiones como el medio para obtener un enriquecimiento y no como un medio para ayudarnos como seres sociales. Tenemos entonces, todos, el deber de rescatar esta cultura ética profesional y demostrar que a través de nuestra actitud como profesionales del derecho y en esta nueva sociedad, lograr un profesional inmerso

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