Entre la función de Malinowski y Radcliffe-Brown

Entre la función de Malinowski y Radcliffe-Brown

Durante el segundo cuarto del siglo XX, germinado de la sociología francesa de Durkheim, la escuela teórica de la antropología conocida como funcionalismo surgió como un nuevo paradigma. Con Bronislaw Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-Brown como principales exponentes, el funcionalismo se contraposicionó al evolucionismo y al difusionismo, ambas escuelas diacrónicas. Antes de detenernos a analizar los postulados generales de estos dos autores, así como sus diferencias y convergencias, es importante comprender la perspectiva que proponían los funcionalistas. Marvin Harris expresa que:

“Según los funcionalistas, la tarea principal de la antropología cultural consiste en describir las funciones recurrentes de las costumbres y las instituciones, antes que explicar los orígenes de las diferencias y similitudes culturales”. [2004, p. 183]

        A través de la comprensión de las funciones en cada institución se podrá llegar a los orígenes, o por lo menos a lo que podemos comprender de ellos al no poseer evidencia escrita (Bohannan, Glazer, 1993). Fundamental para entender el funcionalismo, esta postura tiene la intención principal de evadir las especulaciones históricas que, al no ser comprobables, comprometían el desarrollo de la antropología como ciencia (Radcliffe-Brown, 1996).

        Influido por la visión de Franz Boas, quién sugiere que el estudio de las culturas debe realizarse considerándola un “todo”, Malinowski representa un fuerte impacto para la práctica etnográfica cuando en las primeras décadas de este siglo introdujo un enfoque que buscaba incluir todas las actividades de los miembros de una sociedad en el reporte etnográfico (Salzmann, 1981). Además, insistió en que el antropólogo debe de contar con la capacidad para interpretar los aspectos de la cultura a partir de la cultura misma. Lo anterior nos lleva a la idea de que no es principalmente el carácter funcionalista en la investigación el mayor aporte de Malinowski, sino la incorporación del trabajo de campo y su método de integración a lo que él llamó cultura, que permitiría estudiar el todo como un sistema. Malinowski insistía en reconocer la contribución de elementos culturales al bienestar biológico y psicológico de los individuos para el mantenimiento del sistema social. Afirmaba que el individuo crea las instituciones culturales con el fin de satisfacer una serie de necesidades psicológicas y biológicas (la cuales clasificó como necesidades básicas) a las que está sujeto (Goldschmidt, 1966). Cada institución se rige bajo normas y posee una técnica a través de la cual cumple una función en la sociedad que desemboca en última instancia en el individuo (Bohannan y Glazer, 1993).

        Por otro lado, Radcliffe-Brown se centró en la estructura social, a la cual definía como la organización de los sujetos y sus interacciones entre sí, delimitados por instituciones que controlan el comportamiento social por medio de patrones y normas. El antropólogo británico, influenciado por las analogías positivistas de Durkheim, afirmó que “el organismo no es en sí mismo la estructura; es una colección de unidades ordenadas en una estructura”. Radcliffe-Brown explica de esta manera que la producción de sistemas de agrupación o estructuras sociales son resultado de la interacción de los individuos (Timasheff, 2012). Las estructuras sociales se unen para crear una organización dinámica, la cual goza de una continuidad en su estructura a pesar de los cambios a los que está sujeta (en referencia a la mortandad y natalidad de la población).

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