Epistemologia
rex7puhvax3 de Diciembre de 2012
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TEMA 3. EL CAMPO INTELECTUAL DE LA PEDAGOGIA
Objetivos:
Identificar las diferencias conceptuales, de objeto y ámbito de acción de la Educación y la Pedagogía
Asumir el campo Intelectual de la educación como un espacio de re conceptualización y de reconocimiento de los intelectuales de la educación y la pedagogía
ubicar el lugar de la Pedagogía dentro de las ciencias de la educación
Identificar y comprender los procesos históricos que dieron origen al movimiento Pedagógico en Colombia
Subtemas:
Educación y Pedagogía: una diferencia necesaria
Pedagogía, Didáctica y Enseñanza
Campo Intelectual de la Educacion y Campo Pedagógico: posibilidades, complementos y diferencias
El lugar de la pedagogía dentro de las ciencias de la educación
El movimiento Pedagógico en Colombia
A continuación se presentan las lecturas y actividades del tema 3
EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA: UNA DIFERENCIA NECESARIA
Olga Lucía Zuluaga,
Alberto Echeverri,
Alberto Martinez,
Stella Restrepo
Humberto Quiceno
Ciencias de la Educación y Pedagogía
Las Ciencias de la Educación aparecieron a principios del siglo XX, cuando se tuvo la preten-sión de convertir la educación en una ciencia. Las ciencias de la educación son un conjunto de dis¬ciplinas que tienen en común el estudio de las situaciones y de los hechos educativos tanto a ni¬vel micro como macroeducativo.
En el momento de constitución, dichas disciplinas fueron, entre otras, las siguientes: pedagogía, didáctica, filosofía de la educa¬ción, psicología de la educación, antropología de la educación, ad¬ministración educativa, teorías de la programación, planeación educativa, etc.
El modelo de cientificidad adoptado por las ciencias de la educación está basado en la concepción de las ciencias que piensa el desarrollo del conocimiento desde el método de observación, ex¬perimentación y cuantificación. En suma, estas ciencias buscaron dar a la educación el carácter de ciencia experimental, cuyo propó¬sito es el estudio del fenómeno social llamado educación, que hicie¬ra posible, entre otros propósitos, su control y planeación.
La preeminencia dada por las ciencias de la educación al con¬cepto educativo, desplazó el papel articulador que jugaba el concepto de enseñanza en el saber pedagógico.
El concepto educación restringe el significado, la acción y el campo del concepto enseñanza, recortando así su posibilidad de relación con otros conceptos, efecto que hemos llamado enrareci¬miento, el cual se expresa en los siguientes problemas:
1. Conceptualización desarticulada
El conjunto de disciplinas que conforman las ciencias de la educación, con excepción de la pedagogía y la didáctica, se ocupan de la educación a su manera, es decir, mediante nociones, conceptos y métodos propios de una disciplina macro. Por ejemplo, la sociología de la educación hace parte de la sociología, la psicología de la educación corresponde al campo de la psicología. En tales ciencias, se operacionalizan nociones y conceptos que tienen otro régimen teórico, en la interioridad de su respectiva disciplina macro. Así, por ejemplo, el concepto de movilidad social, elaborado en la so¬ciología, se incorpora a la sociología de la educación y a las teorías de la educación como factor de desarrollo. Las ciencias de la educa¬ción se constituyen como campos de saber en los que las disciplinas macro, despliegan una forma de ser experimental y práctica.
Las conceptualizaciones que tienen lugar en las ciencias de la educación, aportan a las disciplinas macro que las contiene, pero su aporte a la pedagogía es desarticulado: primero, porque consi¬deran la enseñanza como un concepto operativo; segundo, porque no siendo la enseñanza el objeto de las ciencias de la educación, la enseñanza no puede cumplir una función articuladora entre pedagogía y ciencias de la educación.
2. La atomización
El campo de saber de la pedagogía es disgregado y sus crite¬rios de verdad son puestos en crisis por los desplazamientos y la multiplicación de sus objetos en las nuevas disciplinas, como la sociología de la educación, la administración educativa, la psicolo¬gía educativa. Cada una de estas disciplinas se instala en diferen¬tes elementos de la práctica pedagógica. Unas se apropian del suje¬to (maestro-niño), otras de la institución y otras del saber.
Esta disgregación del campo del saber pedagógico se materializa de diversas maneras. De una parte, la psicología educativa toma como su objeto de análisis el aprendizaje, que en adelante va a sustituir la enseñanza en las relaciones del maestro con el niño. De otra parte, la sociología de la educación se refiere a la institución educativa (escuela) para pensarla como relaciones escuela-sociedad en términos de regulación del flujo entre estas instituciones. La administración educativa se apodera de la escuela en términos de empresa, de administración de personal y de recursos. Debemos resaltar que como fruto de esta atomización el maestro es sometido a un proceso de pérdida continua de saber y de desvalorización intelectual, por cuanto las ciencias de la educación hacen del apren¬dizaje una práctica que coloca en lugar secundario otros saberes sobre la enseñanza y dejan al maestro un papel disciplinario, es decir, de sujeto que realiza, normatiza y supervisa los procesos de aprendizaje que le designa e impone el Estado.
Lo anterior tiene efectos fundamentales sobre la pedagogía: no es que ella haya dejado de existir, sino que las ciencias de la educación le han impuesto una existencia instrumental que hace del maestro un sujeto que aplica teorías producidas en otros saberes y ciencias. Tal condición instrumental explica su posición subalterna frente al Estado docente, expresada en la imposibilidad del magisterio de levantar pro¬yectos alternativos frente a las políticas estatales.
3. Subordinación de la pedagogía
La pedagogía, por efecto de las ciencias de la educación, no sólo se atomiza, sino que se le asigna un papel subalterno defi¬niéndola como una región, y no la más importante de las ciencias de la educación; al interior de éstas queda reducida a los procesos que se verifican en el salón de clase, atrapando todas sus conceptualizaciones entre las paredes del aula.
Esta subordinación y encierro de la pedagogía tiene graves consecuencias para los procesos de conocimiento ya que tiende un cerco disciplinario en torno a los procedimientos pedagógicos que: ocurren en el interior del aula y que han sido reducidos a una existencia básicamente operativa. Dichos mecanismos disciplina¬rios son la clase (proceso instruccional), el programa (currículo) y el examen (evaluación instruccional). La clase en tanto que se con¬vierte en un espacio de apropiación que tiene como única finali¬dad el consumo, la repetición y la verificación del saber; además, la clase es el único criterio de medición del tiempo de los saberes que son enseñados y, por lo tanto, se establece como una cuadrícula que limita los sentidos y el pensamiento del maestro, es decir, no le permite ver el movimiento real de los procesos de conocimiento.
El programa (currículo) también reduce y limita en tanto aleja al maestro de la cultura escrita, en particular del libro, a partir de la selección de lo enseñado con base en criterios e intereses sociológi¬cos y económicos, no derivados ni del saber específico enseñado, ni de la didáctica correspondiente.
El examen (evaluación curricular) es ante todo una forma ju¬rídica, casi procesal, que indaga sobre los objetos terminales defini¬dos desde el currículo y que hace que el saber se circunscriba a la relación medio-fin.
Estos elementos, clase, programa, examen, a los que ha sido reducida la acción de la pedagogía, van a ser reforzados desde ciertas teorías que obstaculizan pensar la pedagogía en función y relación al conocimiento, la sociedad y la cultura. Tal es el caso de la pareja enseñanza-aprendizaje, que encadena la articulación en¬tre maestro y alumno al aprendizaje, y no a los procesos que se desarrollan en la interioridad de los conocimientos científicos, ya que su función es asegurar la vigilancia e inspección de las tareas de interacción entre maestro y alumno y para ello pone en juego las nociones de objetivos, contenidos parcelados e indicadores de eva¬luación.
En síntesis, el currículo obstaculiza la pedagogía porque la priva de su relación con otras disciplinas y ciencias. Aún más, la pareja enseñanza-aprendizaje, derivada de la psicologización de los proce¬dimientos de enseñanza en el aula, al tener sólo en cuenta como conducta, expresada en términos de habilidades, destrezas y comportamientos, hace omisión del discurso pedagógico y de los procesos de conocimiento que se llevan a cabo en los saberes específicos.
La subordinación de la pedagogía, por parte de las cien¬cias de la educación, se acentúa aún más en tanto el saber peda¬gógico es despojado de la posibilidad de pensar el eje maestro-escuela-sociedad-Estado-cultura. La escuela es mirada sólo como prolongación del Estado, bloqueando su ubicación en el espacio de lo público, de la sociedad civil, impidiendo
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