Evaluacion De Las Competencias Linguisticas
yasnalisette8 de Diciembre de 2013
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MINISTERIO DE EDUCACION
Programa de Mejoramiento de la Calidad
de las Escuelas Básicas de Sectores Pobres
EVALUACION DE LAS COMPETENCIAS
LINGUISTICAS Y COMUNICATIVAS DE LOS
ALUMNOS
Mabel Condemarín - Alejandra Medina
Agosto de 1998
CONTENIDO
Los cambios introducidos por la Reforma en cuanto al que
hacer pedagógico de los docentes y las formas de aprender,
necesariamente llevan a preocuparse por el tema de la
evaluación. Las investigaciones señalan que no hay cambio
pedagógico si no hay cambios en las prácticas evaluativas. En
el marco de la Reforma la evaluación debe trascender la
función controladora o certificativa y transformarse en una
instancia de aprendizaje para todos los que participan de ella.
El presente artículo da cuenta de los nuevos criterios de
evaluación y las bases teóricas que apoyan esos criterios y
además entrega algunos instrumentos para llevarla a cabo.
INDICE
Evaluación de las competencias lingüísticas y comunicativas de los alumnos
1. Introducción 3
2. La evaluación del lenguaje escrito 4
3. Nuevos criterios de evaluación 5
3.1 Algunas bases teóricas que apoyan estos criterios
4. Para qué evaluar 9
4.1 Objetivos según el momento de la formación en que se realiza la evaluación 9
4.2 Objetivos de acuerdo a quien realiza la evaluación 11
5. Qué evaluar 12
6. Cómo evaluar 14
6.1 Procedimientos de evaluación 15
7. Evaluación auténtica 17
7.1 Contenido de las carpetas o portafolios 17
7.2 Utilización de las carpetas 19
Referencias Bibliográficas 20
ANEXO: Instrumentos para la Evaluación
1. Preguntas para verificar estrategias previas, durante y después de la lectura
2. Preguntas para evaluar los escritos
3. Indicadores de competencias del lenguaje oral
4. Indicadores de competencias de la lectura de textos
5. Indicadores de competencias de la producción de textos
6. Análisis de discrepancias
7. Test de cloze .Niveles de lectura
8. Test de Reconocimiento de Palabras
9. Conceptos sobre el lenguaje escrito para pre escolares
10. Entrevistas de lectura
11. Ficha de observación de actitudes frente a la lectura
12. Inventario de lectura informal (ILI)
MINISTERIO DE EDUCACION PROGRAMA DE LAS 900 ESCUELAS
1. Introducción
La reflexión de los equipos docentes sobre el tema de la evaluación reviste gran importancia en momentos en que se
está llevando a cabo una reforma curricular que propone nuevos paradigmas respecto al que hacer pedagógico de los
profesores y a las formas de acceder al conocimiento de los alumnos.
La investigación revela que no puede haber cambios en las prácticas de evaluación, sin transformaciones
en la concepciones sobre el aprendizaje. Del mismo modo, no puede haber cambios en las prácticas
pedagógicas si no se lleva a efecto un cambio en las prácticas evaluativas.
Tradicionalmente la actividad de evaluación es un ámbito exclusivo del profesor, a quien se considera el único capaz
de garantizarla; el alumno depende enteramente del profesor respecto a la apreciación de la calidad de sus
aprendizajes. Esta modalidad de evaluar, es utilizada como una forma de mantener la disciplina de los alumnos y
genera actitudes de dependencia y pasividad frente a su propio aprendizaje: si el trabajo no es calificado, el alumno
no se esfuerza de la misma forma, puesto que sus motivaciones se reducen a la búsqueda de una retribución
inmediata. Una evaluación que utiliza sólo las pruebas administradas por el profesor es una actividad meramente
certificativa en la cual los alumnos no tienen claro con qué criterios fueron corregidas o qué se esperaba que ellos
fueran capaces de hacer. El producto de la evaluación consiste sólo en una calificación emitida por otro y no en un
análisis de los problemas que él mismo fue encontrando durante el acto de leer o escribir, ni en el éxito obtenido en un
acto comunicativo en una situación determinada.
Igualmente, la evaluación es considerada como un momento terminal de la actividad del alumno y toda evaluación
ubicada al comienzo o durante el trabajo, es considerada como un control que puede “contar para la nota final”.
El alumno se siente permanentemente inquieto o juzgado y adopta conductas que lo llevan a evitar este
control para no correr el riesgo de mostrar sus dificultades o sus errores, ya que éstos contarán para la
calificación final.
No obstante lo anterior, actualmente la investigación muestra el beneficio que puede obtenerse a partir del
tratamiento de los errores en el aprendizaje, dado que ellos son, no solamente aceptables, sino que útiles y necesarios
en el proceso de construcción de conocimientos.
También los padres ejercen una fuerte presión sobre la escuela para que ésta califique permanentemente a los
alumnos; las notas constituyen la principal información que ellos poseen sobre el trabajo de sus hijos, de tal modo
que si el niño no lleva notas periódicamente a su casa, los padres sospechan del aprendizaje de sus hijos y de la
seriedad de su maestro.
Por otra parte, en general, las representaciones de alumnos, profesores y padres confunden la noción de evaluación
con la de calificación.
La evaluación, no ejerce sólo una función controladora o certificativa; ella debe ser fundamentalmente
una instancia de aprendizaje para los que en ella participan, permitiéndoles comprender la marcha de los
procesos involucrados.
En este sentido, las tendencias actuales apuntan a definir la evaluación como una actividad formadora (Nunziati, en
Hadji,1990), centrada principalmente en el “productor” o en el “aprendiz” y no en el producto. Por el contrario, la
certificación reflejada en una nota, aunque necesaria e ineludible desde el punto de vista de la sociedad, otorga una
información muy restringida que no contribuye al proceso de aprendizaje de los niños.
MINISTERIO DE EDUCACION PROGRAMA DE LAS 900 ESCUELAS
2. La evaluación del lenguaje escrito
Tradicionalmente, la evaluación del lenguaje oral y escrito en la sala de clases, es realizada por el profesor por medio
de la aplicación de instrumentos de evaluación estandarizados o de pruebas elaboradas por él, sobre la base de sus
propios objetivos, en situaciones aisladas que carecen de sentido para los alumnos. El resultado de estas
evaluaciones, generalmente se traduce en poner notas que califican los logros del niño, en comparación con los
obtenidos por sus pares. Al evaluar sólo a través de pruebas, el profesor raramente considera las condiciones en las
cuales transcurre el aprendizaje del niño, su entorno cultural, sus experiencias previas; tampoco sitúa esta evaluación
en una situación comunicativa que dé sentido a la tarea solicitada.
El alumno, no relaciona el contenido de estas pruebas con situaciones significativas cuyo desafío real
sea la comunicación de sentido a un destinatario o la construcción de sentido al leer un texto escrito por
otros.
En las últimas décadas, los criterios y las prácticas de evaluación que se aplican en la sala de clases para evaluar la
mayoría de los aprendizajes; y, asimismo en el área de la lectura y escritura, están, generalmente enmarcadas por la
lógica del aprendizaje de dominio ("mastery learning") introducida al comienzo de los años 60 (Condemarín, 1994). La
meta de esta lógica consiste en asegurar, a través de la instrucción, que el alumno domine un conjunto de destrezas
separadas, aprendidas secuencialmente desde las más simples hasta las más complejas, las cuales se evalúan también
separadamente y de manera descontextualizada.
Bajo esta lógica, la “lectura comprensiva” sería la última de las destrezas a aprender y resultaría de la agregación de
las destrezas anteriores y no de la integración de todas ellas en situaciones significativas para el niño (Condemarín,
1994). Del mismo modo, la escritura se concibe tradicionalmente como el logro de una serie de destrezas que se
evalúan sin integrarlas en un real acto de comunicación de significado a un destinatario real, con propósitos reales.
Las principales limitaciones de la evaluación tradicional podrían resumirse como sigue (Condemarín, Galdames,
Medina, 1994):
No constituye una instancia de aprendizaje para el evaluador y el evaluado, dado que las respuestas del alumno no
son analizadas con miras a contribuir a la construcción de sus aprendizajes, sino que se expresan preferentemente en
notas.
Tiene un carácter unidireccional desde el profesor hacia el alumno; es decir, la actividad de evaluación se ubica
bajo la responsabilidad única
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