Guia Articulacion

ALGUNAS REFLEXIONES EN RELACIÓN AL TEMA DE LA “ARTICULACIÓN” ENTRE EDUCACIÓN PARVULARIA Y BÁSICA.

MARÍA VICTORIA PERALTA E.

COORDINADORA NACIONAL

Uno de los temas de mayor reiteración en los análisis y debates técnicos de la educación de los primeros niveles en los últimos veinte años a nivel mundial, y en el país, ha sido el de la “articulación” de la Educación Parvularia y la Educación Básica. Esta extensión y persistencia del tema en el espacio y en el tiempo da cuenta-sin dudas- de un problema real que tanto en sus aspectos teóricos como prácticos se arrastra, sin mayores logros, aparentemente, a pesar de las diversas experiencias en el área. Estas, que sin dudas han aportado a los enfoques de estudio, a las metodologías, a las prácticas, etc., en lo mayoritario no logran aún trascender, lo que indica que los problemas a superar son de mayor envergadura aún.

Frente a este tema, son varias las preguntas que cabe hacerse una vez asumida la persistencia de este problema y su extensión a otros ámbitos: entre la casa y el Jardín Infantil; entre el Jardín Infantil y un Curso de Transición; entre el Nivel de Transición y el Primer año de Educación Básica en una misma escuela, entendiendo que en términos generales, se está haciendo referencia a discontinuidades y desencuentros entre estas diferentes instancias que afectan a los niños, en vez de posibilitar el incorporarse con una adecuada disponibilidad a las nuevas oportunidades que debería ofrecer cada nuevo contexto.

Desde un punto de vista histórico-semántico pareciera ser importante detenerse un poco en analizar este “curioso” concepto de “articulación”, que no existía en el léxico del nivel hace veinte años. “Articulación” según el Diccionario de la Lengua Española, viene del latín “articulatio”, que significa: “enlace o unión de dos piezas o partes de una máquina o instrumento”. Todas las aplicaciones de este término: “especie de coyuntura”, “nudo a manera de soldadura”, “unión de un órgano con otro”, dan cuenta de la existencia de dos partes que están separadas y que requieren de este tercer elemento (externo a ellos), para poder enlazarse (es decir continúan separados) o en el mejor de los casos “unirse”.

Considerando la Historia de la Educación Moderna a través de los educadores fundantes: Comenio, Pestalozzi, Froebel, Decroly, Montessori, por nombrar algunos, quienes crearon los paradigmas, los principios y criterios pedagógicos y las orientaciones metodológicas esenciales y comunes para estos dos niveles (Ed. Parvularia y Básica) y sus relaciones con la familia, no deja de ser extraño que se haya producido una suerte de disociación entre todos ellos, de tal forma (supuestamente en la teoría y la práctica), que requieran de algo externo para “articularlos”. En este sentido, parece que este concepto no sería el más adecuado, y cabría buscar otro o acuñar uno nuevo. En tal sentido, el de “transición” considerando que implica según la misma fuente: “acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”, podría ser mejor, si se considera en especial su primer significado, ya que el segundo, produce ya contraposiciones muy marcadas, que no ayudan al problema. En todo caso, volviendo a los antecedentes que arroja la investigación histórica, queda claro, que esta diversidad del ideario pedagógico y de sus prácticas entre ambos niveles y con la familia, no fue tal en sus inicios; por lo tanto, cabe preguntarse qué es lo que ha producido esta aparente ruptura que hasta el momento, no se ha podido superar. En ello, quizás la perspectiva cultural nos puede aportar.

Dejando un tanto de lado lo conceptual, y yendo a los aspectos más de fondo de estos procesos de “tránsito” en los que participa el niño, cabría tener presente que una parte de la descripción de los procesos que se desea propiciar entre Educación Parvularia y Básica y la familia, es el de continuidad de ciertos principios y criterios pedagógicos esenciales. En efecto, si consideramos el proceso de Reforma Educacional en curso, es fundamental aceptar que un concepto de niña/niño más potente debe estar en la base de todo el sistema educacional, con el consiguiente mayor nivel de exigencias de aprendizaje, unidas a renovadas prácticas pedagógicas.

Sin embargo, junto con tener presente la continuidad de conceptos básicos, cabe aceptar que hay también una progresión en cuanto a competencias, ciertas actividades, escenarios de aprendizaje y contenidos en función a los nuevos contextos de aprendizaje que pueden abordar los niños y a sus mayores posibilidades como aprendientes,

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