Imitación como estilo de vida.

Imitación como estilo de vida

El ser humano es un imitador nato. Gran parte de nuestra existencia la invertimos en imitar, copiar, plagiar, simular, calcar, parodiar e incluso falsear y falsificar lo que hace, dice y crea la gente que nos rodea. Como señala el etólogo Desmond Morris “Es imposible que un individuo normal crezca y viva en una comunidad sin sentirse influenciado por sus TICS, la forma en la que andamos, nos ponemos de pie, reímos, hacemos guiños… está sujeta a esa influencia.”

El ser humano es un imitador por naturaleza ya sea en una forma consciente o inconsciente. La mayoría de estas imitaciones son producto de lo que se, admira, observa o memoriza de una persona. Cuando estamos contemplando los diferentes comportamientos de una persona, nuestro cerebro capta de manera inconsciente lo que vemos y después instintivamente lo comenzamos a hacer.

Expertos en comportamientos sociales denominan mimetismo a esta tendencia humana natural. Desde el punto de vista neurológico, “este comportamiento se debe a que la zona cerebral que registra la percepción de movimientos está vinculada al área que gobierna los impulsos motrices”, en otras palabras, al nosotros notar un movimiento interesante, esta zona del cerebro registra este movimiento, después viaja hasta el área que gobierna nuestros impulsos voluntarios y en algún momento dado ocurre la imitación.

Según Desmond Morris “la globalización de los medios masivos de información, ha hecho posible hoy la imitación de celebridades lejanas, figuras públicas, ídolos del espectáculo, etc.” Aquí nos damos cuenta que de alguna u otra forma imitamos lo que admiramos. Los niños imitan los sonidos que mas escuchan y así aprenden a hablar, los adolescentes imitan a otros para encajar en un grupo y ser aceptados, también imitan a los artistas (ya sea en el momento de interpretar uno de sus temas, como canta, que expresiones hace, etc.), los adultos imitan modas, y así sucesivamente con muchas cosas más.

Fernando Savater dice en su libro El valor de Educar que “La posibilidad de los seres humanos sólo se realiza efectivamente por medio de los demás, de los semejantes, es decir de aquellos a los que el niño hará posible por parecerse. Esta disposición mimética, la voluntad de imitar a los congéneres, también existe en los antropoides pero está multiplicada enormemente en el mono humano: somos ante todo monos de imitación y es por medio de la imitación por lo que llegamos a ser algo más que monos.” Esto lo podemos complementar con algo muy inteligente que dice Jerónimo Armario Toro, Licenciado en Psicopedagogía y Máster en psicología infantil “El hombre aprende por mimetismo. Lo específico de la sociedad humana es que sus miembros no se conviertan en modelos para los jóvenes de forma accidental, sino de forma intencional. Se fuerza la imitación por la constatación de la ignorancia. Quien no indaga, constata y deplora la ignorancia ajena no puede ser maestro, por mucho que sepa.”

Según determinismos biológicos el niño pasa por 2 gestaciones, la primera en el útero de la madre y la segunda en la matriz social en la que se cría, en esta segunda es sometido por varias determinaciones simbólicas como el lenguaje, y a costumbres, rituales, actos propios de su cultura. El sacerdote Sante Babolin dice que “La cultura al igual que el lenguaje se transmite de generación en generación a través del tiempo. Para que la cultura persista deber haber una evolución en cada generación, un poder de razonamiento más elevado que el anterior. Aun así es necesario que el individuo cultive su propia existencia, no pierda su identidad y lo que lo hace único.” Nuestra cultura nos identifica de las otras, algunas veces cuando viajamos y pasamos tiempo fuera de nuestro país y mucho en otro imitamos sus culturas, su acento o palabras, sus costumbres, etc.

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